Futuro, presente y pasado
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, hizo ayer un discurso que resultó una apuesta de futuro para, a través de medidas que en el Estado español parecen revolucionarias aunque en la UE hayan sido adoptadas por ejecutivos derechistas (no «social-comunistas»), intentar garantizarse el apoyo de los socios de investidura. Estos le exigían que diera de una vez un timonazo a babor.
De momento, en el presente más inmediato, la reacción inicial del PNV fue poco entusiasta e incluso un tanto descalificante, hablando de que las medidas «parecen salidas de un brainstorming entre ministerios», según su portavoz Aitor Esteban. Al final, habrá que ver qué equilibrio acaban encontrando en Sabin Etxea entre las llamadas de auxilio (fingidas) de Ignacio Sánchez Galán o Josu Jon Imaz, y ese tradicional instinto jeltzale que le lleva casi siempre a remar a favor de la corriente popular. Ni las eléctricas, ni las petroleras ni los bancos son hoy los buenos de esta película de crisis e inflación, o sea, del peor terror.
Y, entre tanto, la derecha extrema y la extrema derecha volvieron a meterse de hoz y coz en las trincheras del pasado. Unos, a los tiempos de una ETA que dejó su actividad armada hace ya once años pero que necesitan resucitar cada día. Los otros, a cuando Alcázar y Pedrín, Flechas y Pelayos, con su autarquía y sus pantanos cada vez más secos. Pretérito muy imperfecto.