Periodista / Kazetaria
Entrevista
Antonio Turiel
Investigador Científico en el Institut de Ciències del Mar (CSIC)

«Estamos ante una fase de colapso global y no queremos verlo»

Antonio Turiel es doctor en Física Teórica y matemático. También es Investigador Científico en el Institut de Ciències del Mar del CSIC y autor del ensayo “Petrocalipsis” (Alfabeto, 2020), imprescindible para entender el desastre energético ocasionado por la voracidad consumista del ser humano.

Antonio Turiel, doctor en Física Teórica, matemático, autor del ensayo «Petrocalipsis» e investigador del CSIC.
Antonio Turiel, doctor en Física Teórica, matemático, autor del ensayo «Petrocalipsis» e investigador del CSIC. (NAIZ)

Antonio Turiel participó como asesor del Senado en un tema crucial del debate de la Ley de Cambio Climático como la transición ecológica. Y se siente un tanto defraudado porque nació «inviable en sí mismo». Tiene un blog “The Oil Crash’ que cuenta con más de 13 millones de visitas. Y aunque se define como un optimista vital también es un científico de curiosidad insaciable, lo que a veces le genera malas pasadas. «Estoy cansado de decir que estamos entrando en una fase de colapso global y no lo queremos ver. Parece que a nadie le importa», concluye.

¿Qué dice la física, la termodinámica, de lo que nos espera de aquí a diez años?

Que los recursos energéticos no renovables han entrado en un proceso de declive irreversible y su extracción ya no es rentable. En esta situación se encuentra el petróleo, el carbón y el uranio. El caso de este último es especialmente acusado. El único recurso no renovable que aún no ha entrado en proceso terminal es el gas aunque hay países que empiezan a tener problemas como Rusia, que es el principal proveedor de Europa, y Argelia, especialmente importante para el Estado español. O lo era. Al gas tampoco le queda mucho para que el mundo en su conjunto llegue a su estado terminal. Estamos ante el principio del fin de los combustibles fósiles.

¿Cuánto tiempo calcula que pueden durar?

Es un proceso progresivo que si se gestiona correctamente debería durar aún unas cuantas décadas pero que si se hace mal puede degenerar de una manera relativamente rápida. Por desgracia, creo que hemos apostado por la peor fórmula y eso complica las cosas. Por lo tanto, no es cierto que la crisis gasística esté motivada por la guerra en Ucrania. La invasión ha agravado un problema de base, previsible y estructural como es al agotamiento de los combustibles fósiles. Cuando acabe esta maldita guerra es probable que se produzca una leve mejoría pero rápidamente volveremos a la situación actual.

Europa ha decidido incluir a la nuclear como energía verde. ¿Cómo afectará a los planes de transición energética?

Afecta de lleno. De todas formas, el plan de transición ya era inviable en sí mismo. El principal motivo es que mantiene la dependencia en los combustibles fósiles y en minerales que no son abundantes en el planeta. Por ejemplo, todos sabemos que nunca podremos sustituir los coches de combustión que hay en el mundo por vehículos con baterías de litio porque no hay litio ni níquel ni cobalto suficiente en la Tierra para semejante demanda. Y lo del hidrógeno es todavía peor.

¿Por qué?

El último informe del IPCC del Grupo III de mitigación publicado en abril concluye que el hidrógeno no está en un estado de madurez suficiente como para su implementación básica. Esa es la conclusión a la que han llegado los mayores expertos del mundo después de revisar todas las publicaciones científicas que hay sobre esta materia. El hidrógeno no puede utilizarse como un vector masivo para el transporte porque conlleva muchas pérdidas de energía en su transformación –las plantas de electrólisis primero tienen que calentar el agua a 80 grados y eso consume energía extraída del gas– y muchas pérdidas en su manipulación. Puede tener utilidad para su uso químico, para la producción de fertilizantes o en procesos industriales como la fabricación de cemento, vidrio o vitrocerámica.

Empresas como Repsol han anunciado millonarias inversiones para impulsar el hidrógeno renovable porque dicen que tiene unas prestaciones similares a los combustibles tradicionales y es la opción tecnológica más competitiva.

«De los ocho primeros productores de trigo del mundo, cinco ya han prohibido las exportaciones por miedo al desabastecimiento»

Decir eso es puro cinismo porque saben perfectamente que no es verdad. Repsol está a lo que está. A pescar su trozo del pastel de los fondos New Generation, como todas las empresas del sector. Estoy saturado de que den tanta bola a lo que yo llamo el «REI» el modelo renovable-eléctrica-industrial donde está el hidrógeno, como si fuera el único posible para encarar la transición cuando claramente es un modelo fallido.

¿Y cuál es la alternativa?

Cambiar nuestro modo de vida para adaptarnos a una situación con menos recursos. Y ahí tenemos un margen enorme porque la mayoría de la energía se derrocha simplemente por sentido económico. De hecho, nosotros podríamos vivir con un estándar de vida similar al que tenemos hoy en día consumiendo la décima parte de la energía que consumimos. Y ahí es donde tenemos una posibilidad de llegar a un equilibrio con los flujos naturales del planeta y aprovecharlos de la manera más eficiente.

Se refiere a que la única solución es parar las máquinas del sistema consumista.

Exacto. Hay que abandonar esta sociedad de consumo, el capitalismo.

¿Por qué los economistas no lo dicen?

Porque no entienden el mundo físico. Están convencidos de que la economía está desconectada de la realidad física y lo peor es que se niegan a aceptar su error. La física, la termodinámica, no te dice lo que va a pasar pero sí lo que no va a pasar. Y lo que no va a ocurrir es que vamos a seguir creciendo de manera lineal y continua.

Sri Lanka está viviendo protestas por el alza de los precios y la falta de recursos. ¿Cree que puede extenderse a otros lugares del planeta?

Sin duda. En octubre del pasado año, la FAO ya alertó que nos encaminamos a una crisis alimentaria porque los índices de precios se estaban disparando. Pronto la alarma puede convertirse en emergencia. Y esto ocurre por dos razones. Una, por el encarecimiento del diesel que repercute en la agricultura; y dos, por la carestía del gas, que ya existía antes de la invasión de Ucrania, y que está provocando que las fábricas de fertilizantes tengan que parar. Las dos factorías de Fertiberia que hay en el Estado español, por ejemplo, han estado detenidas un mes y medio. Las cosechas serán inferiores, en parte por la sequía y en parte porque se ha echado menos fertilizante debido a su elevado precio. Y esto está ocurriendo en todo el mundo.

Entonces, ¿existe una crisis alimentaria?

Sí. Y muy grave. De los ocho primeros productores de trigo del mundo, cinco de ellos ya han prohibido las exportaciones por miedo al desabastecimiento para su población. Indonesia, que es el productor del 30% de las grasas de consumo humano, decidió dejar de exportar el 1 de mayo. Faltan alimentos en Pakistán, en Laos, en Irán, donde hace un mes la gente quemó panaderías en protesta por el incremento del precio del pan; Chad vive una situación de emergencia alimentaria y ha pedido ayuda, Somalia, media África, Sudamérica, en México tienen problemas en el suministro de lácteos. Y quien empieza a tener problemas en el suministro de alimentos y diesel es EEUU. En Canadá, uno de cada cuatro adultos ha reconocido que se salta alguna comida porque no tiene dinero para pagarla.

¿Viene un invierno difícil?

Tendremos un otoño duro y un invierno peor. Las reservas de trigo en el mundo están bajo mínimos y falta combustible, sobre todo diesel.

¿Cree que habrá apagones?

En Europa puede haber algún apagón rotatorio incluso este verano, pero no creo que se produzca en el Estado español. Todo dependerá de la gestión de la red pero no sería ninguna excepcionalidad. Son medidas de racionamiento eléctrico. En Texas ya lo están haciendo y el operador de Illinois ha anunciado que este verano podría seguirle. En China, India y Sudáfrica llevan meses con apagones rotarios. El Gobierno de Australia, uno de los principales exportadores de carbón y gas licuado del mundo, ha decidido prohibir la venta de carbón térmico al exterior porque empezaban los apagones en Sydney por falta de combustible. Pero todo esto no es una sorpresa. Es la consecuencia de un proceso que se veía venir desde hace meses. Estamos entrando en una fase de colapso global y no lo queremos ver.