«La noche los vio entrar/ eran hombres sin luz/ venían a todo gritar/ era la muerte azul/. La escalera crujió/ cuando salías tú/ con tu padre a dejar/ tu niña juventud». Así comienza la canción que Fermin Balentzia dedicó a Maravillas Lamberto, la niña de 14 años que quiso acompañar a su padre cuando los franquistas fueron a buscarle a su casa el día 15 de agosto de 1936. A pesar de su juventud, la joven Maravillas sabía que estaban matando a otros vecinos del pueblo, y temía que también iban a matar a su padre.
Esos «hombres sin luz» eran varios fascistas de Larraga acompañados de guardias civiles. Irrumpieron a las dos de la madrugada en la vivienda de la familia Lamberto Yoldi, donde había una habitación con dos alcobas. En una dormían los padres, Vicente y Paulina, y en la otra, Maravillas y su hermana Pilar, de 10 años. Lo que ocurrió aquella noche se le quedó grabado para siempre a la pequeña Pilar, y su testimonio quedó recogido en el libro ‘Navarra 1936. De la esperanza al terror’, editado por Altaffaylla Kultur Taldea.
«Cuando le dijeron a mi padre que se levantara, mi hermana, que estaba conmigo en la cama –recordaba Pilar–, les preguntó a dónde lo llevaban. ‘Pues lo llevamos al Ayuntamiento a hacerle unas preguntas’. Y como mi hermana ya tenía 14 años y un poco más de conocimiento que yo, y sabía que se estaban llevando a hombres para matarlos, les dijo: ‘Yo quiero saber qué le hacen a mi padre’. Y le respondieron: ‘Pues ven si quieres’. Maravillas se levantó de la cama, se vistió y se fue con ellos. A mi padre lo encerraron en la cárcel, que está en la planta baja del Ayuntamiento, y a ella la subieron arriba. Y allí es donde todos esos la violaron e hicieron con ella todo lo que quisieron. Ellos mismos lo decían y todo el mundo lo sabe en el pueblo. Y también se sabe quiénes fueron. Hecho el salchucho, ya no la podían dejar como estaba, con toda la ropa rota, después de las barbaridades que habían hecho con ella, porque tenían miedo de que pudiera contarlo. Por eso la mataron».
«La muerte no fue capaz/ de sepultar tu mañana/ ni podrá pintar de olvido/ la acuarela de tu alma». Así continúa la canción de Fermin Balentzia, y 86 años después de su muerte la ‘Florecica de Larraga’ sigue rememorando no solo uno de los crímenes más horribles del franquismo, sino que se ha convertido en símbolo de los más de 3.500 ejecutados en Nafarroa.
Los reconocimientos a Maravillas Lamberto tardaron mucho tiempo en llegar. La canción de Fermin Balentzia resonó por todo Euskal Herria, y lo sigue haciendo, pero hubo que esperar a la llegada de Joseba Asiron a la alcaldía del Ayuntamiento de Iruñea para que una institución le dedicase una plaza en la capital navarra, concretamente en el barrio de Lezkairu.
Un encargo del Ayuntamiento de Deierri
Los homenajes a Maravillas Lamberto se han sucedido por pueblos y barrios, e incluso una asociación memorialista tomó el nombre de Amapola del camino–Bideko Mitxingorria. Pero la ‘Florecica de Larraga’ todavía no cuenta con un monolito propio, y ese vacío lo quiere llenar el Ayuntamiento de Deierri, porque fue precisamente allí, en término de Ibiriku, donde mataron a Vicente Lamberto y a su hija.
La decisión de colocar un monolito fue tomada por unanimidad de los nueve miembros que componen la corporación municipal: cinco de Irantzu Herri Kandidatura y cuatro de Independientes de Yerri. ¿Y por qué en Deierri y ahora? El concejal Ramiro Urra responde a estas preguntas: «Queremos colocar el monolito en Ibiriku porque sabemos que fue aquí donde los mataron, aunque sus restos no han aparecido. Y queremos ponerlo porque ya era hora. Ya era tarde, podríamos decir. A pesar de que han pasado tantos años, todavía no se había hecho nada desde el Ayuntamiento de Deierri. Por si acaso en el futuro hay cambio de corporación municipal, que quede nuestro reconocimiento por aquellos hechos».
El propio Ramiro Urra llamó al escultor Pello Iraizoz para encargarle el monolito. El artista iruindarra asumió el reto con gran ilusión, y de inmediato cogió el lápiz para dibujar el boceto en un bloque de piedra arenisca de tres metros de largo. Había sido extraida de una cantera de Beire cuando se levantó el monumento a los fusilados en la fosa de Erreniega.
«La piedra dedicada a Maravillas es la hermana pequeña de la que colocamos en Erreniega, e incluso conserva las marcas de los barrenos utilizados para sacarla de la cantera, igual que aquella. Precisamente he conservado esos agujeros para representar los balazos que mataron a Maravillas y su padre», explica Pello Iraizoz en su casa–taller del barrio de la Magdalena.
La decisión de colocar un monolito fue tomada por unanimidad de los nueve miembros que componen la corporación municipal de Deierri.
Las obras relacionadas con la memoria histórica y la represión le «tocan la fibra de forma especial», como él mismo dice. «Y en este caso, más todavía –remarca–, porque es algo que siento en lo más profundo».
El artista iruindarra tenía claro desde el principio que el tema central del monolito tenía que ser una flor hermosa, en referencia a la canción de Fermin Balentzia. «Pero una flor rota –aclara–, porque la vida de Maravillas fue una vida rota. Por eso hay un pedazo de flor roto, junto a dos marcas de disparos representados por los agujeros de los barrenos. Es una talla típica de las kutxas vascas, con una corona de pétalos y un tallo alargado que recorre parte de la piedra, junto con la inscripción ‘Florecica de Larraga - Larragako Loretxo’».
Pello Iraizoz también tenía claro que el monolito no tenía que limitarse a Maravillas, sino a toda su familia, y lo explica mientras acaricia con su mano los diversos elementos de la piedra: «No solo la mataron a ella, sino también a su padre, y por eso figura esta inscripción en castellano y euskara: ‘En memoria de Vicente y Maravillas Lamberto’. Los dos fueron asesinados y los dos deben figurar en el homenaje».
«La madre y dos hijas no dejaron de sufrir»
Cuando ya estaba tallando la piedra, Pello Iraizoz cayó en la cuenta de que no estaban representadas ni la madre de Maravillas, Paulina, ni sus dos hermanas, Pilar y Josefina. «A Vicente y su hija mayor los mataron y dejaron de sufrir, pero la madre y sus dos hijas no dejaron de sufrir el resto de sus vidas. Las dejaron en la más absoluta miseria. Les quitaron sus tierras, les quitaron la yegua con la que trabajaban el campo, las machacaron vivas... Por eso, la estela está dedicada a toda la familia Lamberto Yoldi».
El recurso usado por el artista ha sido el mismo que utilizó en el monumento de la fosa de Erreniega, donde talló más de 90 estrellas de cinco puntas para simbolizar a cada uno de los fusilados en ese monte.
«Había algunos fusilados que eran hermanos, y los representé con las estrellas unidas, como dándose la mano. No es lo mismo perder un hijo que perder dos; no es lo mismo perder una hija que perder una hija y el marido. En esta obra he recurrido al mismo símbolo. A un lado del tallo de la flor aparecen dos estrellas unidas que representan a Maravillas y su padre, y al otro lado del tallo, simbolizando que se trata de una familia rota, he colocado otras tres estrellas unidas que representan a la madre y sus dos hijas pequeñas».
«Ha llovido mucho desde entonces»
En el monolito que Pello Iraizoz acaba de tallar se remarcan dos fechas, 1936–2022, y también llaman la atención las gotas de agua que impregnan toda la obra. Con este recurso quiere expresar que «ha llovido mucho desde entonces, desde que mataron a Maravillas y su padre», pero que ninguna institución se ha preocupado hasta ahora de encargar un monolito de recuerdo y homenaje.
«A Vicente y su hija mayor los mataron y dejaron de sufrir, pero la madre y sus dos hijas no dejaron de sufrir el resto de sus vidas»
«Este olvido no es casual –añade Iraizoz–. Después de morir Franco decían que hubo una transición y una democracia, pero ninguna institución se preocupó de aquel trágico hecho ni de otros parecidos, porque en Navarra también violaron y asesinaron a otras niñas, incluso más jóvenes que Maravillas. Si se hubiese tratado de una novicia de un convento que hubiera sido violada y asesinada por los rojos, estaría canonizada desde hace mucho tiempo, dirían que hizo muchos milagros en vida, habría estampas de ella por todas partes y sería santa. Pero como Maravillas era la hija de Vicentón, un pobre labrador de Larraga, el caso de esta niña todavía sigue siendo desconocido para muchas personas».
Este 15 de agosto se cumplen 86 años de la muerte de Maravillas Lamberto y su padre, y el día 18 de setiembre se colocará en Ibiriku el monolito tallado por Pello Iraizoz. Ese día volverá a escucharse, quizás más sentida que nunca, la canción de Fermin Balentzia: «Maravillas, Maravillas/ Florecica de Larraga/ amapola del camino/ te seguiré donde vayas».