Las protestas contra el desalojo e intento de derribo de Nagusien Etxea de Erromo han llegado hasta Bilbo en plena Aste Nagusia, y lo han hecho por la ría del Ibaizabal. A bordo de una embarcación, media docena de activistas a favor del emplazamiento actual para el centro de mayores de Erromo, y acompañados por un muñeco en representación de «Amaia Jaia», han criticado la decisión del Ayuntamiento de Getxo ante el propio consistorio bilbaino.
En tierra, una decena de mayores venidos desde Erromo han secundado la protesta desde el embarcadero situado en la plaza Pío Baroja. Por tierra y mar han desaprobado que se quiera echar al suelo el actual emplazamiento de Nagusien Etxea, en la calle Lope de Vega de Erromo, para trasladar a los mayores a un espacio más reducido en el edificio de Kultur Etxea. «Amaia, alcaldesa de Getxo, quiere derribar un edificio histórico de Romo y dejar a 1.600 personas en la calle. Eraisketari ez! Nagusien Etxea aurrera! Itzubaltzeta aurrera!», han gritado los tripulantes de la embarcación.
«Solo pedimos que nos quiten la valla y nos dejen entrar», han explicado Marien Lamberto y Rafa Martín, actual vicepresidenta y expresidente de Ibar Nagusien Etxea Elkartea, antes de denunciar de nuevo la «actuación ilegal» de la Policía Local en el momento del desalojo. Desde la asociación denuncian que los agentes no contaban con ninguna orden judicial para entrar en el edificio.
A su vuelta a Erromo, todos ellos estaban llamado a acudir a la concentración convocada de 19.00 a 21.00 al lado del edificio de Nagusien Etxea, vallada y tapiada, para protestar contra el desalojo. A esas mismas horas protestarán el próximo lunes y miércoles.
Desde el pasado 17 de agosto, Nagusien Etxea de Erromo permanece cerrada por orden del Ayuntamiento de Getxo, gobernado por la coalición PNV-PSE. Aunque agentes de la Policía Local entraron al edificio a primera hora de la madrugada de ese día y operarios de la empresa Redenor comenzaron los preparativos de lo que se creía que iba a ser un derribo inminente, a la tarde un juez de Bilbo ordenó al Consistorio que se abstuviera «de proceder al derribo o actuación semejante» hasta que el propio magistrado no levante esta medida.