Los abanicos azul oscuro que ha repartido el PP de Alcalá de Henares se veían por centenares, agitándose contra el calor. «Un sol del ‘carallo’, diríamos en Galicia», ha comentado Alberto Núñez Feijóo durante su discurso, en alusión al calor que comenzaba a orillar los 30 grados y por el que ha agradecido la presencia de los militantes.
El presidente del PP estatal ha llegado este viernes a la histórica ciudad castellana, donde nació Miguel de Cervantes, para aupar a Isabel Díaz Ayuso en el inicio de su primer curso político como presidenta de los «populares» madrileños, tras haber ganado el cargo como única candidata en la primavera pasada. Cabe recordar que pudo hacerlo gracias a que ganó la batalla fratricida con su inventor, el defenestrado Pablo Casado.
A pesar de las diferencias que se exponen en las declaraciones de Ayuso, por las que a veces queda fuera de juego, Feijóo ha decidido apostar a lo que desde su entorno han llamado «un gran activo del PP». El respaldo es total y sin fisuras por ahora y, de hecho, el líder partidario ha preferido la negación de las diferencias que son verificables con tan solo mirar la hemeroteca.
«Voy a hacer una confesión... Me hace cierta gracia que cuando el PP va bien, alguien se invente discrepancias y disputas. Cuantas más inventen, es que el PP va mejor. Es muy curioso que sea el presidente Sánchez quien alimente las supuestas divisiones dentro del PP cuando resulta que preside un gobierno que es el ejemplo en Europa de la división», ha afirmado.
Además, ha dejado entrever que el Gobierno de coalición tiene un deje machista contra Ayuso: «Resulta curioso que el Gobierno que presume de ser el más feminista recurre siempre al insulto y la difamación a una mujer libre que se presenta libremente a las elecciones y las gana».
Acto seguido, ha señalado que con Ayuso comparten algo que los hace «muy parecidos», que es que ambos «ponen muy nervioso al Gobierno de Sánchez» y «eso da mucha unidad. El PP es el partido de la unidad».
Pese a la negación, lo cierto es que Ayuso acaba de desmarcarse en la opinión sobre la ley del aborto y hace poco en torno al decreto de ahorro energético
Lo que sí es curioso es la negación de la diferencia, que hasta podría ser enseñada como gesto de pluralidad. Más aún cuando fue ayer mismo, en una entrevista radial a Onda Cero, cuando Ayuso apoyó la nueva reforma a la ley del aborto en la que las menores de 16 años puedan abortar sin consentimiento de sus padres, por dar el último ejemplo, contradiciendo la posición de Feijóo y del grupo parlamentario, que votó en contra.
«Yo creo que tiene que abortar, desde luego. Una vez que una mujer tiene claro que no quiere salir adelante con ello, y lo tiene claro, creo que no puedes obligar a nadie a llevar una vida contraria a la que desea», ha dicho este jueves Ayuso. Hace menos de un mes también opinó distinto que Feijóo en cuanto al decreto de ahorro energético y hasta decidió que el Gobierno regional que lidera lo recurra ante el Tribunal Constitucional, sin el aval explícito de líder estatal.
Dos voces, un objetivo
Pero Feijóo, ya sea por temor a las consecuencias de no hacerlo o por convicción, ha vuelto a dar un apoyo contundente al estilo de verso libre de Ayuso, con quien se reunió tres veces en el último mes y compartió una larga cena a solas el otro día, según ella dijo en la misma entrevista radial y este viernes ha confirmado él.
La estrategia planteada parece ser la de tener dos voces que actúen disonantes contra un mismo target: Pedro Sánchez. De alguna manera él aterriza en la táctica de ella, que no cambia: atacar al presidente del Gobierno y desterritorializar su agenda política. No ha nombrado hoy, por ejemplo, en ningún momento a la oposición madrileña ni su gestión. Ayuso ha sido dura contra Moncloa, como si fuera candidata a las generales.
En cuanto a Feijóo, se ha concentrado en críticas con menos adjetivos insultantes pero muy duras en la gestión económica y energética. Acusa a Sánchez de copiar su idea de bajar el IVA del gas y pide que le siga copiando. Sobre el final no ha podido evitar apelar al voto de encono contra el soberanismo: «Esquerra y Bildu nunca dirán que somos una oportunidad para ellos». Y al despedirse ha pedido que en las elecciones autonómicas que tendrán lugar en mayo los madrileños le den «una mayoría absoluta» a Ayuso.
Por su parte, en su tono habitual, la presidenta madrileña ha dicho que «nada va a ir a mejor» porque el Gobierno del Estado «no tiene escrúpulos» con un «mero gestor político sin límites y autoritario» al frente de Moncloa que en Madrid «no gusta». «Se ponen bravos con los escaparates de las tiendas pero no con los que atentan contra el derecho constitucional a estudiar español en su propio país», ha añadido.
En tono apocalíptico, ha prosegudido: «Nos quieren tristes, empobrecidos, acobardados y apagados, como en la pandemia». Además, ha apuntado que ahora los «sindicatos y colectivos dicen que van a salir a la calle» porque, como a su entender se acerca un triunfo del PP, «la izquierda está preparando, como hizo en el 15M, nuevas acampadas, le conviene la tensión».
El experimento de dos voces en el PP, un líder formal y otra carismática, no tiene más antecedente similar que Aguirre-Rajoy, aunque a menor nivel
El experimento de tener dos voces potentes en el PP con un líder formal y otra carismática que a veces se contradicen es algo inédito para la derecha española. El antecedente más próximo, que no llegó a tanto y no era armonioso, puede ser el de Esperanza Aguirre y Mariano Rajoy. Por ahora, Ayuso hace muestras de lealtad y por radio aseguró que comentó en aquella cena posibles candidatos a Feijóo «para saber su parecer» y que están en diálogo permanente.
El curso político que acaba de comenzar y termina en doce elecciones autonómicas y las municipales será la prueba de fuego para este intento.