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Perpignan

Guerra, género y medioambiente, bajo el objetivo de Visa pour l’image

Visa pour l’image, el más importante evento del fotoperiodismo internacional, suele servir como punto de encuentro del sector durante estos días en Perpinyà, la coqueta ciudad de la Catalunya norte, pero también para testar cuáles son los «puntos calientes» de la actualidad.

 Exposición al aire libre de George Steinmetz sobre la sobrepesca en el mundo.
Exposición al aire libre de George Steinmetz sobre la sobrepesca en el mundo. (Raymond ROIG | AFP)

Hasta este domingo, Perpinyà es la ‘Meca’ a la que convergen los aficionados pero, sobre todo, el sector del periodismo gráfico internacional. El motivo es la celebración de Visa pour l’image, este año en su edición número 34. Después de dos años de ‘bajón’, a causa de la pandemia, el festival del fotoperiodismo más prestigioso del mundo ha vuelto a la normalidad: 25 exposiciones gratuitas, proyecciones diarias, encuentros, mesas redondas... todo para poner en valor el trabajo de los fotógrafos de prensa.

«Por desgracia, el mundo está centrado en Ucrania. Pero están pasando cosas en todo el planeta de las que, debido a la guerra de Ucrania, no hablamos. Y nuestro compromiso es mostrar noticias de todo el mundo, no limitarnos a un solo conflicto», declaraba a AFP Jean-François Leroy, fundador de este festival en 1989, justo cuando arrancó, a finales de agosto.

Lo cierto es que, pese a todo, y eso no sorprendía a nadie, este conflicto está siendo  el mayor protagonista en Perpinyà. Por ejemplo, el Visa d'or News, su premio más prestigioso, ha recaído en el fotoperiodista ucraniano  Evgeniy Maloletka por sus reportajes en Mariupol. A sus 35 años, este fotógrafo de la agencia Associated Press y su compatriota Mstyslav Chernov, cámara de AP, fueron los primeros periodistas en entrar en la ciudad portuaria de 400.000 habitantes el 23 de febrero, una hora antes de que cayera la primera bomba. También fueron últimos en salir el 23 de marzo.

«Estos veinte días en Mariupol fueron como un largo día sin fin, en el que todo iba de mal en peor», explica Evgeniy Maloletka ante a sus desgarradoras fotos de niños muertos, mujeres embarazadas entre escombros, fosas comunes excavadas a toda prisa, ante un funeral que intenta celebrarse pese al bombardeo...

Los otros nominados fueron el fotógrafo australiano nacido en Ucrania Daniel Berehulak por su reportaje ‘La gente vivía aquí’ (publicado en el ‘New York Times’) sobre la masacre de civiles en Boutcha, y el reportero estadounidense nacido en Malasia Marcus Yam, por ‘La caída de Afganistán’ (‘Los Angeles Times’).

El frente de batalla del desastre medioambiental

Otro de los grandes asuntos de actualidad en Visa es el calentamiento global, esa guerra en la que estamos metidos y que es, realmente, global. Pero, en lugar de desastres o inundaciones, los fotógrafos han elegido reflejar en sus imágenes la belleza y la vulnerabilidad de la naturaleza, así como el impacto causado en el planeta por el ser humano. El objetivo, emocionar y concienciar.

«La desaparición de especies es un problema real. Y nuestro papel como fotógrafos es compartir, comunicar. Por eso yo muestro la belleza que hay en el planeta y que descuidamos, porque todo esté vinculado: humanos y naturaleza», explica Alain Ernoult, un fotógrafo francés de 66 años. Su exposición, titulada ‘La Sexta Extinción’, es fruto de cuatro años de trabajo y son retratos en blanco y negro de fauna en peligro de extinción.

George Steinmetz, por su parte, exhibe sus ‘Pescas mundiales’ al aire libre y en formato gigante. Tonos deslumbrantes, mucho color, fotografías tomadas del cielo, para «transmitir la magnitud de lo que están haciendo los humanos: saquear la vida marina. La gente tiene que saber que existe una sobrepesca. ¡Es como apretar una esponja hasta extraerle la última gota!», se lamenta este estadounidense de 64 años que vive en Nueva Jersey.

Geofísico de formación, se enamoró de la fotografía hace unos cuarenta años durante un viaje en autostop por África. Apodado el ‘fotógrafo volador’, antes en un parapente motorizado y ahora con un dron, lleva nueve años documentando la sobreexplotación de la Tierra para alimentar a la humanidad, un proyecto que comenzó con un encargo de la revista ‘National Geographic’.

Alain Ernoult, que a los 14 años dejó la escuela para ir a trabajar a una fábrica «sin saber leer ni escribir, porque era disléxico». Compró su primera cámara tres años después y partió, también haciendo autostop, desde su Normandía natal al encuentro de los dogones en Malí. Cubrió varios conflictos: Chad, el Golfo, Bosnia... «hace siete u ocho años, en Afganistán, vi auténticos horrores, como un padre haciendo estallar a su hijo en un control estadounidense. Allí me dije: ¡Hasta aquí hemos llegado! "

Ahora está en otro frente, el de la defensa del planeta. «Incluso en las guerras, nunca he fotografiado a muertos ni miserias. Prefiero las cosas positivas que despierten una mirada diferente. Creo que eso tiene más impacto a largo plazo», explica. Desde Sudáfrica hasta Tanzania, desde Canadá hasta Finlandia, desde Japón hasta el Amazonas, captura a leones, jirafas, elefantes, osos polares, iguanas, búfalos... tomándose todo el tiempo del mundo para plasmar a estas especies amenazadas, elegidas por su vulnerabilidad. Recuerda entre risas aquellas dos horas de espera en la nieve a -35° a que se acercaran los renos, o un ‘buen cachete’ de un gorila al que no le gustó su cámara.

Mujeres tras el objetivo

«Más de una vez los responsables de medios para los que he trabajado me han preguntado: ‘¿Te sientes capaz de hacer esto?’. Se sobreentiende que es porque soy mujer... ¡Cuando yo era más capaz que  ellos!», se ríe Françoise Huguier, cincuenta años de carrera y un World Press Photo en 1993, por su viaje en solitario por Siberia. En 2021, las mujeres todavía representaban un exiguo 19% de las candidaturas al más prestigioso premio del fotoperiodismo.

Aunque hay más mujeres, siguen siendo una minoría (entre una cuarta parte y un tercio de los fotógrafos en el Estado francés, según las encuestas) con ingresos, a menudo, precarios. «Muchas de mis compañeras dejaron el trabajo cuando fueron madres. Yo no he tenido hijos», explica Huguier ante ‘Todo en retirada’, la retrospectiva que recoge sus incursiones por el mundo de Malí a Rusia, de Seúl a Durban, de la alta costura a los barrios marginales.

Este año, de las 25 exposiciones solo ocho son de mujeres. Huguier, la decana, cree que tuvo suerte al comenzar a trabajar en los 70. A sus 80 años ni se plantea parar de trabajar y lo hace como independiente; además, solo cobra 700 euros de jubilación.

La más joven de Visa es la libanesa Tamara Saade, de 25 años. Piensa también que toca pelear, aunque dice que conseguir trabajar «es una cuestión de carácter, más que de género o sexo». Su exposición, titulada ‘Sin tregua’, retrata la crisis que provocó la catastrófica explosión de 2020 en Beirut. «Siempre ha habido mujeres fotógrafas, pero se le ha dado más importancia a los hombres», lamenta. «Las mujeres fotoperiodistas no están escondidas. ¡No somos un bicho raro! Simplemente no nos llaman de los medios», concluye.

Por cierto, estas son las fotoperiodistas premiadas en 2022: Natalia Saprunova (Premio Mujer Fotoperiodista), por su proyecto sobre el pueblo de la etnia evenki de Siberia;  Irene Baqué (Mejor Documental Vídeo Cortometraje), por su trabajo sobre la Casa Xochiquetzal, un refugio de trabajadoras del sexo jubiladas de México; Rebecca Conway (Premio Camille Lepage), por su trabajo sobre el impacto de la guerra civil en la salud mental de Sri Lanka y Fabiola Ferrero (Premio Carmignac) por su proyecto sobre la crisis económica en Venezuela.