Todavía queda algún que otro cineasta que maneja artesanalmente la materia del tiempo, como el italiano Michelangelo Frammartino, que ha tardado once años en preparar ‘Il buco’ (2021). Exactamente desde el estreno de su anterior obra maestra ‘Le quattro volte’ (2010), y ése es el motivo por el que en veinte años de carrera lleva realizados únicamente tres largometrajes.
En su nuevo proyecto se enfrenta a un desafío creativo que va más allá de las etiquetas genéricas y que se acerca a lo que entendemos por docuficción. La cuestión es que Frammartino logra hacer cine de época que se supone una recreación histórica, como si fuera un documental montado con imágenes de archivo de aquellos años, prodigio que le valió el Premio Especial del Jurado en la Mostra de Venecia.
Frammartino regresa a sus orígenes calabreses para identificarse con un pastor del Pollino,, que hace frontera con Basilicata y observa la llegada al lugar de un grupo de forasteros, de espeleólogos piamonteses.
Estamos en el año 1961 y la cueva que pretenden explorar es El Abismo de Bifurto, que les obligará a descender a 700 metros de profundidad con medios rudimentarios. Norte y Sur confrontados por una intrusión en las entrañas de la tierra, a través del naturalismo del cine contemplativo de Frammartino.