Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

Lazos de sangre góticos

‘LA INVITACIÓN’
EEUU-Hungría. 2022. 105’ Tít. Orig.: ‘The Invitation’. Dtora.: Jessica M. Thompson. Guion: Blair Butler. Int.: Nathalie Emmanuel, Thomas Doherty, Hugh Skinner. Fot.: Autumn Eakin.

La actriz Nathalie Emmanuel debe su fama a ‘Juego de tronos’.
La actriz Nathalie Emmanuel debe su fama a ‘Juego de tronos’. (NAIZ)

Cine de terror de baja intensidad, que también funciona en la taquilla internacional. ‘La invitación’ (2022) apenas ha costado diez millones de dólares y ya ha doblado esa cantidad en la recaudación, con lo que ya es una producción rentable. Y eso que su realizadora, la australiana Jessica M. Thompson, no tenía experiencia en el género, pues su ópera-prima ‘La luz de la luna’ (2017) era un drama romántico.

Algo más cerca del fantástico estaba la serie de televisión ‘The End’ (2020), que realizó en su país de origen, si bien está afincada en la industria angelina. Pero el buen funcionamiento comercial se debe sin duda a la presencia estelar de Nathalie Emmanuel, que cuenta con cantidad de seguidores en las redes gracias a su participación en ‘Juego de tronos’.

Su protagonismo es lo más llamativo, al ser una afroamericana rodeada de un reparto británico, junto con el vestuario de Danielle Knox, deliberadamente decadente, como la mansión en la que transcurre la historia.

Parece que a los productores de ‘La invitación’ (2022) no les ha importado que haya más películas de idéntico título, seguramente porque piensan que la suya tiene un sello distintivo. Podría definirse como un romance gótico que bebe, nunca mejor dicho, del flujo sangriento del vampirismo. A la vez supone una conexión entre el pasado aristocrático y el presente de la población con premuras económicas, un apunte sociológico sobre las diferencias de clase que se suma al racismo derivado de que la protagonista sea la única persona de raza negra entre los invitados, aparte del personal de servicio.

La intriga arranca con esta mujer que, al morir su madre, se queda sin parientes cercanos. Una prueba de ADN le pondrá en contacto con un primo lejano británico, que es quien le invita a esa reunión familiar entre blancos.

La fiesta se convertirá en un trampa, con cena de máscaras a lo ‘Eyes Wide Shut’ (1999) incluida. La palidez dominante resulta ser de naturaleza vampírica.