Iker Bizkarguenaga
Aktualitateko erredaktorea / Redactor de actualidad

La crisis climática ya encara algunos puntos de no retorno

La temperatura global ha subido más de un grado desde la era preindustrial, un proceso que se ha acelerado en las últimas décadas y que ha llevado al planeta a las puertas de algunos puntos de inflexión. Un estudio ha definido la temperatura a partir de la cual ciertos cambios serían irreversibles.

Agua de deshielo fluye desde la capa de hielo hacia la Bahía de Baffin, cerca de Pituffik, en Groenlandia.
Agua de deshielo fluye desde la capa de hielo hacia la Bahía de Baffin, cerca de Pituffik, en Groenlandia. (Kerem YUCEL | AFP)

A estas alturas toda la humanidad es más o menos consciente de la crisis climática que nos acecha, no como indefinida amenaza futura sino como alarmante presente. A mucha gente, sin embargo, se le hace difícil medir las implicaciones de cada escalón que avanzamos en el calentamiento global, de comprender por qué es tan importante medio grado más o menos. Un estudio publicado hace unos días en “Science” puede ayudar a observar el dibujo en su totalidad, más allá del trazo grueso de los grandes titulares, pues expone al detalle la temperatura a partir de la cual el planeta empieza a afrontar cambios que pueden ser irreversibles y pone de manifiesto que cada décima cuenta.

El estudio internacional, liderado por David Armstrong McKay, miembro del Centro de Resiliencia de Estocolmo (Suecia) e investigador de la Universidad de Exeter (Gran Bretaña), ha identificado dieciséis puntos de inflexión climática, que se definen por ser situaciones a partir de las cuales los cambios en una parte del sistema climático se autoperpetúan. Esto significa que aunque la temperatura deje de aumentar, una vez que la capa de hielo, el océano o la selva tropical, por ejemplo, hayan superado un punto de inflexión, seguirán cambiando a un nuevo estado.

El tiempo que dura esa transición varía entre décadas y miles de años, dependiendo del sistema. Así, los ecosistemas y los patrones de circulación atmosférica pueden cambiar rápidamente, mientras que el colapso de la capa de hielo es mucho más lento, pero conduce a una inevitable subida del nivel del mar de varios metros.

Estos cambios, según se advierte en “Science”, pueden provocar impactos «abruptos, irreversibles y peligrosos con graves implicaciones para la humanidad», y uno de los elementos más inquietantes de ese trabajo es que dice que algunas de esas líneas rojas están cerca de superarse.

En concreto, los investigadores han concluido que con el nivel actual de calentamiento global (1,1°C desde la era preindustrial) la Tierra ya ha superado la estimación de riesgo más baja para cinco puntos de inflexión: la pérdida abrupta del permafrost boreal, la muerte masiva de los corales tropicales, el colapso de las corrientes en el Mar de Labrador, y el colapso de la capa de hielo de Groenlandia y de la Antártida occidental. Sobre estos dos puntos, los autores indican que un calentamiento de sólo 0,8°C podría haber acelerado el declive del hielo de Groenlandia, y un calentamiento de tan sólo un grado podría haber puesto la capa de hielo de la Antártida Occidental en vías de colapso.

«Una vez que [el manto de hielo] empieza a colapsar y pierde hielo, en realidad se empuja a sí mismo a una configuración cada vez menos estable, impulsando el aumento del nivel del mar en todo el mundo», expone en la publicación científica la investigadora Nerilie Abram de la Universidad Nacional de Australia. Con todo, los autores también señalan que el umbral más probable para ambas capas de hielo es de 1,5°C, y apuntan que las capas quizá podrían soportar hasta 3°C de calentamiento sin un declive irreversible.

Por debajo de lo fijado en París

Para estimar los puntos de inflexión, McKay y sus colegas han reunido pruebas de registros climáticos antiguos, así como observaciones modernas, predicciones de modelos y estimaciones actuales. Han examinado además sistemas ecológicos, atmosféricos y de otros tipos para identificar los sistemas que corren más riesgo de sufrir un cambio abrupto, irreversible o autosostenible según la Tierra se va calentando. A continuación, han calculado la cantidad mínima de temperatura que podría provocar un punto de inflexión en cada sistema, así como el calentamiento máximo que un sistema podría soportar antes de que un cambio catastrófico fuera inevitable. Y junto a ello han hecho una estimación óptima de dónde se sitúa cada punto de inflexión, que sería algún lugar entre los extremos.

De este modo, los investigadores han clasificado nueve elementos que afectan a todo el sistema de la Tierra, como la Antártida y la selva amazónica, y otros siete que, de modificarse, tendrían profundas consecuencias regionales. Entre estos últimos se hallan el monzón de África Occidental y la muerte de la mayoría de los arrecifes de coral alrededor del Ecuador.

Para poner en contexto los resultados, hay que recordar que el Sexto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) afirmaba que los riesgos de que se desencadenen puntos de inflexión climática pasan a ser elevados en torno a los 2°C por encima de las temperaturas preindustriales, y muy elevados entre 2,5 y 4°C. Sin embargo, este informe indica que la Tierra pudo haber dejado de tener un estado climático «seguro» cuando las temperaturas superaron aproximadamente 1°C de calentamiento, según advierte el Centro de Resiliencia de Estocolmo.

Una de las conclusiones de la investigación es, por tanto, que ni siquiera el objetivo del Acuerdo de París de limitar el calentamiento a menos de 2°C, preferiblemente a 1,5°C, es suficiente para evitar por completo un cambio climático peligroso, pues incluso mantener el calentamiento global en esos niveles podría suponer superar las mejores estimaciones respecto a siete puntos de inflexión, lo que provocaría la pérdida de glaciares de montaña y la alteración de corrientes oceánicas clave.

A este respecto, McKay considera que si bien el objetivo de 1,5°C acordado en París fue inicialmente una «cifra de conveniencia», fijada como resultado de maniobras diplomáticas, el estudio que ha liderado refuerza el peligro que entrañaría no cumplir al menos ese objetivo. Y según llevan años advirtiendo los expertos, para tener un 50% de posibilidades de alcanzar 1,5°C, las emisiones de gases de efecto invernadero deben reducirse a la mitad para 2030, y llegar a cero en 2050.

Riesgo de generar «apatía»

A juicio de Nerilie Abram, este nuevo documento sintetiza una «enorme cantidad de pruebas», y facilita la tarea a los responsables políticos. Sin embargo, algunos investigadores, como Bob Kopp, de la Universidad de Rutgers (EEUU), creen que centrarse en umbrales de temperatura específicos podría reforzar los argumentos de que ya no se puede hacer nada para mantener el calentamiento en niveles más seguros.

«No creo en números mágicos en el sistema climático», declara en “Science”, donde expresa su preocupación porque los puntos de inflexión «alimenten la idea de que existe un umbral, y que por debajo de él estamos bien, y por encima no». Él aboga por explicar que cada aumento del calentamiento crea un riesgo adicional.

En parecidos términos, otros expertos sostienen que hacer hincapié en los inminentes aunque inciertos puntos de no retorno podría provocar la apatía de la gente, en lugar de dinamizar los esfuerzos contra el cambio climático.

Chris Jones, científico del clima del Centro Hadley de la Oficina Meteorológica, considera sin embargo que la investigación publicada hace diez días es un «trabajo oportuno y exhaustivo», y explica a “Science” que sus resultados coinciden, en líneas generales, con los de trabajos anteriores, aunque están actualizados y son más detallados. En todo caso, coincide en que no hay que hacer interpretaciones «catastróficas» de esos resultados.

El estudio también indica que «muchos de los puntos de inflexión realmente malos son todavía evitables», añade Zeke Hausfather, líder de la investigación climática en la empresa tecnológica Stripe.

Puntos de inflexión sociales

Sin embargo, la senda que mantiene la humanidad no dejar mucho margen al optimismo. Johan Rockstrom, coautor del estudio, copresidente de la Comisión de la Tierra y director del Instituto de Potsdam (Alemania) para la Investigación del Impacto Climático, recuerda que «el mundo se dirige hacia un calentamiento global de 2 a 3°C», y alerta de que «esto pone a la Tierra en camino de cruzar múltiples puntos de inflexión peligrosos, que serán desastrosos para la gente de todo el mundo».

Según señala, en declaraciones recogidas por Europa Press, «para mantener las condiciones de vida en la Tierra, proteger a las personas del aumento de las temperaturas extremas y permitir sociedades estables, debemos hacer todo lo posible para evitar que se crucen los puntos de inflexión. Cada décima de grado cuenta».

Ricarda Winkelmann, también investigadora del Instituto de Potsdam, destaca por su parte que «muchos elementos de inflexión en el sistema de la Tierra están interconectados, lo que hace que los puntos de inflexión en cascada sean una seria preocupación adicional». «De hecho, las interacciones pueden reducir los umbrales críticos de temperatura a partir de los cuales los elementos de inflexión individuales comienzan a desestabilizarse a largo plazo», explica a la citada agencia.

«Nuestro nuevo trabajo proporciona pruebas convincentes de que el mundo debe acelerar radicalmente la descarbonización de la economía para limitar el riesgo de cruzar los puntos de inflexión climática», apunta por su parte Tim Lenton, director del Instituto de Sistemas Globales de la Universidad de Exeter y miembro de la Comisión de la Tierra.

Apostilla que para lograrlo «necesitamos desencadenar puntos de inflexión sociales positivos, que aceleren la transformación hacia un futuro de energía limpia».
«Es posible que también tengamos que adaptarnos para hacer frente a los puntos de inflexión climática que no logremos evitar, y apoyar a quienes podrían sufrir pérdidas y daños no asegurables», añade.

De momento, lo único asegurable es que salvo cambio radical en el curso de los hechos, no será el planeta, que mide el tiempo en eones y acabará volviendo a su ser, sino la propia humanidad, la que puede atravesar un punto de no retorno.