El bar, un espacio referencial de la vida comunitaria en el medio rural
Sergio Azkarate y Lurdes Lekuona participaron este martes en una sesión organizada por Eusko Ikaskuntza en Zalduondo para dar forma a la Academia de los Pueblos Pequeños, que será presentada en Laudio el 6 de octubre. Destacaron la importancia de contar con un bar para socializar entre vecinos.
Araba cuenta con algo más de 333.000 habitantes, de los que de los que 253.000 viven en Gasteiz. La macrocefalia es evidente, como también lo es la escasa población que reside en municipios como Kuartango y Zalduondo, o en concejos como Urturi, donde viven poco más de 60 vecinos y vecinas. Eusko Ikaskuntza ha elegido estos tres lugares para desarrollar las sesiones que darán forma a la Academia de los Pueblos Pequeños, que se presentará en sociedad el 6 de octubre en Laudio.
La primera sesión, celebrada la pasada semana en el Kuartangolab, versó sobre emprendizaje y empleo, y la tercera, prevista para el miércoles en Izki Golf, tratará sobre vivienda y espacios para la consolidación de proyectos. Son temas clave a la hora de afrontar el despoblamiento en las áreas rurales, que en ocasiones esconden otros retos a los que también se debe responder para garantizar la supervivencia de pueblos donde conviven ancianos oriundos y jóvenes recién llegados.
Las dinámicas intergeneracionales y de vida comunitaria fueron el tema a tratar en la sesión celebrada este martes en el Palacio Lazarraga, donde intervinieron Sergio Azkarate, uno de los realizadores del documental Erroak, en el que dan cuenta del día a día de los habitantes de pequeñas poblaciones situadas en las cuadrillas de Añana, Mendialdea y Trebiñu; y Lurdes Lekuona, integrante de la asociación cultural encargada de organizar los carnavales rurales de Zalduondo.
Azkarate explicó las diferencias apreciadas en los diferentes concejos, y puso de manifiesto una realidad: la necesidad de contar con un bar para poder socializar ente los vecinos y vecinas. «La diferencia entre Korres –donde hay un bar– con Saratsu –sin establecimiento hostelero– es abismal», apuntó antes de incidir en que el ocio y la cultura suponen un acicate para atraer población.
«La gente joven quiere un sitio para vivir, pero quiere hacer algo más que solo estar», manifestó, incidiendo en que la forma de pensar de las nuevas generaciones ha cambiado. No emigran a un pueblo en busca de un trabajo, sino que buscan una mayor calidad de vida. «Quieren escapar de la ciudad global», aseveró, y afirmó que muchos ven nuevas oportunidades vinculadas al desarrollo rural, como puede ser la puesta en marcha de proyectos agroecológicos o la prestación de nuevos servicios.
Estas ideas y proyectos difieren de la posición de algunos ancianos, que mantienen el viejo mantra de «vivir para trabajar», asociando la vida en el campo con el trabajo. El choque, que no se da solo en áreas rurales, no impide que los forasteros reciban una grata acogida. De hecho, tal como indicó Azkarate, los mayores están «encantados» de ver gente joven, «con ganas de mover el pueblo».
La importancia del carnaval rural
Dan la bienvenida a todos aquellos que tengan de aportar su grano de arena, bien sea desarrollando una nueva actividad económica o ayudando a mantener vivas las tracciones, como ocurre en el caso de Zalduondo, que celebra el carnaval desde el siglo XVIII. Ni las prohibiciones impuestas por el franquismo pudieron con un tradición que cuenta con diferentes protagonistas: Markitos, el viejo y la vieja, el predicador, el barrendero, el cenicero, el oso, el domador, el pastor, los porreros, el carro de bueyes y las ovejas, estas últimas representadas por los más jóvenes. Lekuona detalló que formar parte del rebaño es necesario tener más de 16 años, por lo que supone un «rito para pasar a la adultez». «Es el primer paso, pertenecer a las ovejas», dijo tras hacer hincapié en que el carnaval es un «elemento cohesionado», ya que «participa todo el pueblo».
Esa unión se da también en las veredas, en el conocido ‘auzolan’, que está pervive en los concejos. En el caso de Zalduondo hay «buen ambiente en general», y hay un «elemento super importante», citado con anterioridad por Azkarate. «Hay un bar y eso facilita estar con uno y con otros», reconoció Lekuona antes de dar paso a una debate en el que salieron diferentes ideas que darán forma a las Academia de los Pueblos Pequeños, que, en palabras de Joseba Bergaretxe, de Eusko Ikaskuntza, aspira a convertirse en un punto encuentro y conocimiento «en clave de desarrollo territorial».
Sobre las propuestas surgidas en el debate, la mayoría pivotó sobre tres cuestiones fundamentales: la puesta en valor del citado ‘auzolan’'; la mejora el transporte público, tanto con la ciudad como con el resto de pueblos; y el fomento el comercio, ya sean tiendas o locales hosteleros. También fijaron un reto de «mayor dificultad»: dar la vuelta a la una sociedad envejecida y masculinizada.