El cuerpo de Gregorio Albo ha podido ser identificado gracias a los trabajos de cotejo del laboratorio genético de Nasertic con las muestras de ADN aportadas por su hija, Charo Albo, miembro de la Asociación de Familiares de Fusilados de Nafarroa en 1936 (AFFNA36) y fallecida en 2020.
La fosa de Paternain fue exhumada en julio del presente año, tras varios intentos infructuosos de localización en años anteriores y se localizaron 10 cadáveres. Los nueve cuerpos restantes de estos desenterramientos no han podido ser identificados hasta la fecha, por lo que hay escasas opciones de que estén relacionados con familiares cuyas muestras genéticas se han recogido ya en el Banco de ADN. En todo caso, los trabajos y la investigación continúan.
Por ello, el Instituto Navarro de la Memoria hace un llamamiento para localizar a nuevos familiares que todavía no hayan entregado sus muestras genéticas, tanto en relación con Paternain como con cualquier otra fosa.
Se baraja la hipótesis de que en esta localidad exista alguna fosa más, aunque una nueva prospección este mismo verano no ha dado ningún resultado positivo. Tanto Paternain como otras localidades de Zizur Zendea, y por extensión de Iruñerria, fueron escenario de numerosos crímenes en 1936.
Con todo, el perfeccionamiento progresivo de las técnicas de identificación y la incorporación de nuevas muestras genéticas de familiares permiten confiar en elevar esa cifra, para dar respuesta así a la legítima reivindicación de familiares y asociaciones.
Gregorio Albo
Gregorio Albo nació en 1905 en Calzada de Bureba (Burgos). Era ferroviario y estaba vinculado al Partido Comunista (PC). Estaba casado con Pilar Trascasa, con quien tuvo una hija y un hijo.
No se conocen apenas detalles de su detención y asesinato. Entre los días 26 y 29 de agosto de 1936 –fechas que varían según los testimonios– varios ferroviarios de la estación de Iruñea fueron detenidos, pero no ingresaron en la prisión provincial. De hecho, estas detenciones no fueron registradas, en una práctica que facilitaba el posterior crimen y que fue frecuente en la limpieza política que siguió al golpe de Estado de 1936.
Varios familiares tenían referencias testimoniales de que podrían haber sido trasladados a Paternain, donde habrían acabado con su vida. Como la práctica totalidad de las víctimas de la represión en Nafarroa, estos ferroviarios fueron detenidos y asesinados por su militancia política y sindical.