Los gitanos viven diez años menos que el resto de la población de la UE
Poco o nada ha cambiando en el último lustro en el nivel de pobreza y discriminación que sufren los europeos de etnia gitana, según un nuevo informe de la Unión Europea (UE) que ofrece datos demoledores, como una esperanza media de vida diez años inferior al del resto de ciudadanos.
«La exclusión, las privaciones, la discriminación y el racismo siguen siendo la realidad de demasiados gitanos europeos en su vida cotidiana», resume al comienzo del estudio Michael O'Flaherty, director de la Agencia de Derechos Fundamentales (FRA) de la Unión Europea, responsable de un nuevo informe en el que se advierte de que la esperanza media de vida de las personas de etnia gitana es diez años inferior.
A partir de encuestas en ocho países comunitarios, más Serbia y Macedonia, el análisis asevera que el 80% sufre riesgo de pobreza, frente al 17% de la población total, uno de los aspectos que no ha mejorado desde 2016.
La FRA apunta a que algunas situaciones se han visto empeoradas por el covid, como las referidas a la educación, y por la invasión rusa de Ucrania, ya que sus efectos sobre la inflación y el aumento del gasto en defensa puede hacer que se destinen menos fondos a inclusión social.
En este sentido, recuerda que ha empeorado la segregación y ha aumentado el porcentaje de gitanos, padres o alumnos, que se han sentido discriminados en el colegio. El abandono escolar sin terminar secundaria es tres veces mayor en este grupo, la mayor minoría étnica de Europa.
Ciertas mejoras en las viviendas
Sí se registran ciertas mejoras en las condiciones de vivienda. Un 52% de los gitanos, tres veces más que la población general, vive en viviendas oscuras, húmedas, sin baño o sin retrete, nueve puntos menos que en 2016.
Aunque también ha mejorado el acceso al agua: un 22% de los gitanos de Europa vive aún sin agua corriente en el interior de la vivienda. Ese porcentaje es mucho más alto en Rumanía, Croacia o Hungría, y de apenas un 1% en el Estado español y en la República Checa.
Se mantiene la discriminación
Respecto a la discriminación, uno de cada cuatro gitanos, el mismo porcentaje que en 2016, asegura haberse sentido discriminado en actividades como hacer la compra, ir al trabajo o al médico. La UE se ha propuesto que esa proporción baje al 13% en 2030.
Sí han bajado, casi a la mitad, los niveles de acoso por motivo de etnia, y aún más los actos de violencia.
La Agencia de Derechos Fundamentales apunta que es «mucho más negativa» la caída en las denuncias de actos discriminatorios, algo que la FRA explica en la dificultad de acudir a las autoridades competentes debido a la pandemia.
Como aspecto positivo destaca que casi se ha duplicado el conocimiento que los gitanos tienen de organismos de derechos humanos y la igualdad.
Este dato es uno de los motivos de optimismo para Ioannis Dimitrakopoulos, responsable interino de la Unidad de Igualdad, Gitanos y Derechos Sociales de la FRA.
Este experto señala a Efe que «mientras haya un cambio visible y medible, es posible movilizarse para acelerar la velocidad del cambio». Y para eso es esencial que los gitanos reclamen sus derechos.
Así, destaca que entre los gitanos más jóvenes el sentimiento de discriminación es mayor porque es más alta su expectativa de ser tratados como iguales. «Necesitamos que los jóvenes gitanos comprendan mejor sus derechos y el lugar que les corresponde en la sociedad, y que empiecen a reclamarlos», señala.
Sociedad civil pequeña y mal organizada
Dimitrakopoulos alerta de que la sociedad civil gitana es pequeña y mal organizada. Incide en que además de invertir, por ejemplo, en mejorar las condiciones de vivienda, es también esencial acabar con la «flagrante omisión» de apoyo a la creación de una sociedad civil gitana fuerte.
Por eso, Dimitrakopoulos resalta la importancia de la Red Europea de Organizaciones de Base Gitanas (ERGO) o el Secretariado Gitano del Estado español, un grupo este que, dice, «ha sido realmente decisivo para dar ejemplos de cómo se pueden hacer las cosas».
Afirma tener un «cauto optimismo» aunque las cosas avanzan lentamente al ritmo de «dos pasos hacia adelante y uno hacia atrás».