Poca broma. El asunto es serio. Llámese como quiera llamarse, crisis o terremoto, pero lo cierto es que la noticia de que dos de los grupos más emblemáticos de la Corporación Mondragón, como Orona y Ulma, se planteen dejar la alianza cooperativa es simbólicamente muy significativa y por sus dimensiones y volumen, un golpe mucho más allá de lo simbólico. Tampoco es algo nuevo. Allá por 2008, en el marco del cambio que se dio de un esquema de comarcalización hacia uno de sectorialización, dos cooperativas gigantes del Goierri como Irizar, fabricante de autobuses, y Ampo, productor de válvulas de acero con alta calidad, protagonizaron salidas que fueron muy mediatizadas.
Aún hay mucho rumor y los socios cooperativistas no conocen las verdaderas razones de las desavenencias entre ambos grupos y la Corporación. Con todo, según una carta que Ulma ha enviado a los trabajadores, que comenzarán formalmente el proceso de información y debate el próximo 2 de octubre, «el Grupo Mondragón ha convocado un congreso para el 15 de noviembre. En el mismo, se propone aprobar una ponencia que plantea cambios muy importantes, que ha concitado una valoración negativa de los órganos del Grupo Ulma».
Según la opinión de estos órganos, esta propuesta sería un ejemplo más de los desacuerdos que Ulma tiene con la Corporación Mondragón.
El Consejo de Dirección del Grupo Ulma y el Consejo General de todos los representantes de los diferentes negocios han acordado por unanimidad una propuesta que busca una salida permanente y positiva para ambas partes. En ella, «se protege la identidad de Ulma, y se sigue fortaleciendo el movimiento cooperativo».
Así lo han defendido todos los órganos de los diferentes negocios –nueve negocios dedicados a actividades tan diversas como construcción, forja, packaging o manutención– en las reuniones generales en las que han participado.
En cualquier caso, abandonar la Corporación Mondragón no va a ser un proceso limpio y sencillo, dada la propia complejidad del grupo. Cada compañía dentro del grupo debe llevar su proceso de información y consulta, podrían darse resultados divergentes en su seno, y en esa hipótesis la cuestión de lo que ocurriría con la marca siempre es algo muy espinoso.
Serias discrepancias
Las noticias sobre Ulma, con sede principal en Oñati, dan continuidad a las que surgieron en relación al grupo Orona, con sede en Hernani, que iniciará el mismo proceso de información previo a las votaciones el próximo mes de diciembre. Como la oñatiarra, la cooperativa hernaniarra, líder en fabricación e instalación de ascensores en el Estado y quinto grupo europeo en elevación vertical, es un grupo potente, solvente y con buenos números, lo que según varios analistas podría ser un respaldo suficiente para forzar una salida limpia
La noticia ha generado sorpresa y muchos de los trabajadores-socios se han enterado de la misma por la prensa. Por su parte, la Corporación no se ha manifestado públicamente sobre esta posible escisión, ya que «no ha recibido ninguna comunicación» oficial al respecto.
Con todo, en el antecedente de Irizar y Ampo, en el 2008, el entonces presidente de Mondragón, José María Aldecoa, afirmó que el grupo siempre ha defendido «el principio de libre adhesión», convencido de que la salida de las dos cooperativas goierritarras suponía un «daño más moral que real» y que afrontaban su salida «con total normalidad».
Según fuentes consultadas por este diario, en el origen de las serias discrepancias estarían el modelo de organización, cómo se toman las decisiones y quiénes las toma en la propuesta que la dirección de la Corporación pretende presentar y aprobar en el Congreso Extraordinaria del próximo 15 de noviembre.
Si ya el paso de la comarcalización– forma histórica de organización de las cooperativas– a la sectorialización hizo que las más importantes de Goierri se rebelaran, con los nuevos cambios, con la forma de ponderación del voto –que básicamente daría el poder a dos grupos, Laboral Kutxa y Eroski– y la cotización al fondo común –que no cambiaría para los que pierden voz y decisión–, la rebelión parece ahora ampliarse a otras cooperativas.
Inacabada e imperfecta
La Corporación Mondragón, básicamente, se articula en torno a cuatro áreas de negocio: Finanzas, Industria, Distribución y Conocimiento. Entre sus miembros destacan entidades tan emblemáticas e importantes en Euskal Herria como Laboral Kutxa, fundada en 1959, LagunAro EPSV, Eroski, Fagor, Ulma, Orona, Orbea y Mondragon Unibertsitatea, entre otras.
Hoy en día ocupa a más de 80.000 personas –y entre Orona y Ulma, a más de 10.000– en todo el mundo, lo que da muestra de la dimensión de su modelo, que ha inspirado a muchos que buscan modelos económicos alternativos. Entre sus otras características conviene resaltar la capacidad de adaptación, la innovación y el compromiso comunitario.
Sobre esas bases, Mondragón logró asentarse y ser referente a lo largo del tiempo. Ya lo decía el propio Arizmendiarrieta: «Lo importante no es durar, sino renacer y adaptarse». Superada la pandemia y en plena crisis de la guerra de Ucrania, según sus propias palabras, la Corporación Mondragón habría decidido enfocarse ahora al futuro con una nueva política socioempresarial cuyo reto principal es «ser más competitivo», a lo que añade, además, «siendo más cooperativos y flexibles».
No es la primera vez que el cooperativismo se enfrenta a situaciones críticas. Ni tampoco que los agoreros del desplome total del modelo cooperativo vasco se frotan las manos, como ya es el caso en algunos medios de comunicación españoles. No hay que olvidar que, por definición, el cooperativismo es una alternativa inacabada e imperfecta, que ha sabido cuestionarse e inventar soluciones a los retos que cada tiempo ha situado encima de su mesa.