Maite Ubiria

Las desigualdades en el acceso a servicios médicos se dejan sentir en Ipar Euskal Herria

Distancia y excesos de honorarios son dos indicadores de la fractura sanitaria. Generalistas, oftalmólogos, ginecólogos y pediatras encabezan la lista de la penuria, según las asociaciones de usuarios. Instituciones locales y Mancomunidad Vasca se enfrentan al reto de no perder servicios esenciales.

Entrada de una consulta médica en una localidad de la costa labortana.
Entrada de una consulta médica en una localidad de la costa labortana. (Sylvain SENCRISTO)

Hace unos cuatro años que se jubiló la última ginecóloga que pasaba consulta en Hendaia. Nadie ha venido a sustituir el servicio, pese a las demandas que se han hecho llegar, de manera insistente, desde el Consistorio.

Una falta de atención que se hace sentir en una población de más de 16.000 habitantes.

Como solución temporal, el equipo del Hospital de Baiona asegura el servicio varios días a la semana. Sin embargo, las listas de espera recomiendan buscar otras alternativas. No es ta sencillo, el equipo de ginecólogos del centro Elgar de Donibane Lohizune, el más próximo, hace tiempo que no coge nuevos pacientes.

Su recepcionista recomienda probar suerte en Biarritz o Baiona. La otra opción es «que usted recurra al servicio de una matrona».

Es solo un ejemplo del riesgo creciente de penuria de profesionales médicos que, por lo habitual, se asocia con el mundo rural, pero que, por diversos motivos –coste de la instalación por los precios de los locales, falta de planificación de las especialidades, presión del sector privado...– empieza a sentirse también en las zonas con más habitantes del territorio vasco.

La asociación de defensa de los consumidores UFC-Qué Choisir ha hecho público hoy un mapa interactivo en el que quien así lo desee puede comprobar si esa fractura sanitaria afecta y cómo a su municipio.

El rojo impregna las zonas de interior

La costa labortana figura en el mapa como zona en la que el acceso al médico de familia es, relativamente fluído, pero las cosas se complican más, según localidades, en el caso de tener que recurria a ginecólogos, oftalmólogos o pediatras.

Sin embargo, el mapa pasa progresivamente a color rojo conforme se viaja de la costa y, sobre todo de las urbes, hacia las zonas más rurales.

Varios casos, elegidos al azar, para conocer cómo afecta la amenaza de la desertificación médica a la que ayuntamientos y Mancomunidad Vasca tratan de hacer frente desde hace varios años.

Lo hacen de la mano de iniciativas como la de crear casas de salud que reagrupan diferentes consultas, al estilo de la inaugurada en 2015 en Baigorri, de las existentes en Maule y en Atharratze, y de la prevista para Amikuze.

Una solución similar, ideada para Barkoxe, explica que en ese mapa interactivo de UFC-Qué Choisir al pulsar el nombre de la localidad navarra aparezca la reseña de que el acceso a un médico generalista es «mejor a la media», es decir que puede acudirse a una consulta haciendo un desplazamiento de «menos de 30 minutos», según el baremo de la asociación.

Sin embargo, una vecina de Arnegi o un habitante de Hauze «tendrán bastante difícil el acceso a un médico generalista a cualquier tarifa», según el baremo de UFC-Qué Choisir.

Hazparne atesora un mejor acceso a la medicina de familia pero una vecina de esa localidad que, contando con su área de influencia, alcanza los 15.500 habitantes, no encontrará un ginecólogo sin desplazarse hasta Baiona. Para los baigorriarras acudir a un oftalmólogo implicará optar entre Izpura o Donapaleu y el desplazamiento hacia el BAB (Biarritz-Angelu-Baiona) se impondrá caso de precisar de una pediatra.

Honorarios excesivos, que ahondan la fractura

Son solo algunos ejemplos de los efectos en los tres territorios vascos de una desigualdad en el acceso al servicio sanitario, solo desde el punto de vista geográfico, ya que, dadas las particularidades del sistema sanitario francés, con tarifas diferentes en función de si el médico se ajusta a los baremos que fija la seguridad social (25 euros por visita, a adelantar por el paciente) o ejerce con «estatus liberal», hay ciudadanos que deben soportar lo que la asociación estima como «un abuso de tarifa» para poder acceder a cuidados médicos esenciales.

Según los datps que aporta el informe, un 19% de la población francesa (unos 12,5 millones de habitantes), reside en un desierto médico cuando se trata de acceder a un oftalmólogo –una simple graduación de la vista obliga a recurrir a ese especialista, dado que los profesionales de óptica no están autorizados, de momento, a diferencia de Hego Eusal Herria, a cumplir esa tarea– mientras que el 23,6% de las mujeres pasan por igual dificultad cuando precisan acudir a un ginecólogo.

Con todo, la pediatría sigue siendo la especialidad en que se da una mayor penuria ya que un 27% de los niños-as del Estado francés viven en un desierto médico.

Sin sorpresa, el mapa de desbordamientos tarifarios se concentra en pediatras (46,9%), oftalmólogos (64,3%) y ginecólogos (68,6%).

El proyecto de ley de seguridad de 2023, que el Gobierno de Elisabeth Borne ha impuesto vía decreto (artículo 49.3), no mejorará las cosas, a tenor de las críticas recibidas por parte de diferentes asociaciones profesionales.

De ahí que UFC-Qué Choisir apele a las instituciones públicas a «regular de una vez por todas la instalación de profesionales en los desiertos médicos y a poner coto a los excesos en el cobro de honorarios».