Las discusiones sobre el futuro de la ayuda a los países más pobres para hacer frente a las consecuencias del cambio climático comenzaron oficialmente ayer en la COP27 en Sharm el Seij, en un contexto de promesas incumplidas y opiniones divergentes sobre los montos, orígenes y asignaciones de las sumas.
En 2009, los países ricos se habían comprometido a aumentar la financiación de los más pobres para la reducción de emisiones y la adaptación al cambio climático hasta los 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020.
Sin embargo, según las últimas cifras de la OCDE, hasta la fecha solo se han hecho efectivos 83.300 millones y se espera alcanzar los 100.000 millones en 2023.
Los desacuerdos
Sin haber cumplido estas promesas, sobre la mesa se plantea ahora la continuación de esta financiación más allá de 2025, sin un calendario preciso. Un comité especial abrió el debate con un informe de la situación y enumeró tres puntos que requieren una«orientación política» y que resumen los principales desacuerdos: ¿Se debe exigir uno o más objetivos cuantitativos? ¿Debe ampliarse la base de los países contribuyentes? ¿Deberían incluirse en esta financiación las «pérdidas y daños» que ya han sufrido determinados países?
El representante de Kenia, en nombre del grupo africano, llamó a «no reproducir las deficiencias en la provisión de los 100.000 millones». En cuanto a las cantidades, «deben estar vinculadas a las necesidades», que estimó en «al menos 1.300 millones por año en 2030».
«Debemos asegurarnos de que nuestros niveles de deuda no aumenten», suplicó Maldivas, en nombre de la Alianza de Pequeños Estados Insulares (Aosis), pidiendo donaciones o financiamiento subsidiado y de fácil acceso, ya que muchos países denuncian el poco peso de las subvenciones en relación con los préstamos.
El representante de Pakistán insistió en que la cuestión de las «pérdidas y daños» por las consecuencias del calentamiento global debe incluirse en esta financiación. «Vengo del epicentro del cambio climático», lanzó en referencia a las inundaciones que hace unos meses dejaron bajo el agua a un tercio de Pakistán causando más de 1.700 muertes y daños por valor de 30.000 millones de dólares. «Las crecientes necesidades y el cambio climático avanzan mucho más rápido que nuestras deliberaciones», advirtió, a la vez que denunció que «el dinero está disponible muy rápidamente para la guerra» o para apoyar la economía. Una denuncia que contrasta con el hecho de que Pakistán destina el 4% de su PIB a gasto militar, y ocupa el puesto 19 en el mundo en ese porcentaje.
«Ningún Gobierno en el mundo tiene dinero para hacer lo que deberíamos estar haciendo», aseguró el enviado de EEUU, John Kerry, que calculó las necesidades futuras entre 3,5 y 4 billones de dólares anuales y lamentó que los más ricos no hayan mantenido su promesa de 100.000 millones, una «suma irrisoria». Por ello, pidió «pensar de manera completamente diferente sobre cómo podemos movilizar financiación», privada o multilateral. EEUU ha gastado este año 18.200 millones en la guerra en Ucrania.
China llamó a los países ricos a cumplir su promesa lo más rápido posible y el representante de la Comisión Europea, Jacob Werksman, defendió la financiación de las pérdidas y daños reconociendo «una responsabilidad histórica de emisiones de forma desproporcionada» que ha hecho rica a Europa.
«Hipocresía»
El presidente ugandés, Yoweri Museveni, acusó a Europa de «hipocresía» y de «tener dos raseros vergonzosos» respecto a África, a la que pide que no reduzca los combustibles fósiles mientras reabre la centrales de carbón por la crisis causada por la guerra en Ucrania. combustibles fósiles. «La incapacidad de Europa para lograr sus objetivos climáticos no debería ser el problema de África», afirmó.
Las emisiones reales triplican las declaradas a la ONU por los Estados
Si las emisiones procedentes de la producción de gas y petróleo ya superan los límites previstos para mitigar el calentamiento global, las reales triplican a las declaradas por los países obligados a reportarlas a la ONU, según la organización Climate Trace, que presentó en la COP27 el inventario más detallado hasta la fecha sobre los mayores focos de emisión de gases de efecto invernadero del mundo. Incluye datos de 72.612 fuentes individuales, como centrales eléctricas, siderúrgicas, carreteras o yacimientos de petróleo y gas; y rastrea veinte sectores económicos.
Sus datos muestran que, debido a la falta de información sobre las fugas de metano, la quema en antorcha y otras actividades asociadas a la producción de petróleo y gas, las emisiones son mucho más elevadas de lo que se había informado. En su conjunto, las centrales eléctricas suponen más de la mitad de las emisiones y tres quintas partes de los activos de las 500 mayores fuentes de emisiones. 26 de estas son yacimientos de petróleo y gas e instalaciones asociadas.