Joseba Salbador Goikoetxea

Las personas mayores se plantan ante la brecha digital

El Movimiento de Pensionistas de Euskal Herria lleva dos años reclamando a bancos y administraciones públicas el mantenimiento de la atención presencial para evitar el aislamiento y la marginación de las personas mayores no habituadas al uso de las nuevas tecnologías.

Los pensionistas reclaman a las entidades bancarias que atiendan a los mayores de forma directa en horario de oficina, sin trabas tecnológicas y con más sensibilidad.
Los pensionistas reclaman a las entidades bancarias que atiendan a los mayores de forma directa en horario de oficina, sin trabas tecnológicas y con más sensibilidad. (Miguel Angel FLORES | Getty IMAGES)

«Soy mayor, no idiota», es el impactante lema con el que se hizo famoso el médico jubilado valenciano Carlos San Juan, que en febrero de este año se presentaba en el Ministerio de Economía de Madrid con 600.000 firmas para reclamar una atención más humana en las oficinas bancarias.

Los pensionistas vascos llevan tiempo también incluyendo esta petición en su agenda de reivindicaciones, conscientes de que es un problema que afecta a la gran mayoría de las personas mayores, tanto si residen en una gran ciudad como en una pequeña población.  

El objetivo de estas campañas no es otro que reclamar a las entidades bancarias que atiendan a los mayores de forma directa en horario de oficina, sin trabas tecnológicas y con más sensibilidad. Y es que para muchos, sacar dinero o hacer una transferencia se vuelve imposible si es a través de una aplicación, lo que genera una sensación de marginación y aislamiento entre las personas mayores no habituadas al uso de las nuevas tecnologías. En muchos casos, además, incrementa su dependencia, ya que se ven obligadas a pedir ayuda a un familiar.

Pero la brecha digital no es un problema que afecta solo a los bancos. Centros comerciales, ambulatorios o administraciones también suponen un quebradero de cabeza para los mayores, acostumbrados a que una persona les asesore en las gestiones o compras que tengan que realizar.

Múltiples iniciativas

Ante esta situación, el Movimiento de Pensionistas de Euskal Herria ha pasado a la acción y durante los dos últimos años ha puesto en marcha múltiples iniciativas dirigidas tanto a las entidades bancarias como a las administraciones públicas.

Así, tal y como recuerda Juan Antonio Armentia, miembro de la asociación Por una Vida Digna que, junto con Arabako Pentsionistak Lanean, conforma el movimiento de pensionistas de Araba, «en nuestras movilizaciones semanales hemos acudido en muchas ocasiones a las oficinas bancarias, donde hemos entregado un manifiesto reclamando la mejora de la atención a las personas mayores».

También han realizado diversas gestiones en las instituciones, como es el caso del Parlamento Vasco, las Juntas Generales o los ayuntamientos, donde han presentado iniciativas en más de 170 consistorios de los cuatro territorios. En dichos escritos, han solicitado a las entidades bancarias, entre otras cosas, que garanticen la atención presencial y faciliten a las personas mayores de 65 años tanto la expedición de tarjetas de débito gratuitas como la apertura de cuentas de pago básicas –con comisiones mínimas– para personas en riesgo de exclusión. También se solicita la constitución de una banca pública vasca para garantizar un servicio público sin abusos.

Después de casi un año desde que se presentasen las primeras iniciativas, Juan Antonio Armentia señala que, en general, sí se han producido avances en cuanto a atención presencial, pero que el problema de las oficinas y cajeros en los pequeños municipios sigue sin resolverse.

En este sentido, recuerda que Eudel trasladó las peticiones de los pensionistas a varias entidades, algunas de las cuales se comprometieron a darles cumplimiento. No obstante, Armentia lamenta que dichos compromisos no se plasmaron por escrito, por lo que será necesario seguir haciendo un seguimiento exhaustivo.

En este momento están recabando información sobre el grado de cumplimiento de los compromisos adquiridos. Una vez reunidos esos datos, junto con las respuestas del cuestionario que se repartió entre los usuarios de banca, decidirán si es necesario o no retomar la campaña de sensibilización.