Dabid Lazkanoiturburu
Nazioartean espezializatutako erredaktorea / Redactor especializado en internacional

Muere a los 96 años el expresidente de China Jiang Zemin

Jiang Zemin, quien ascendió al poder tras las protestas de la Plaza de Tiananmen, profundizó en las reformas económicas, que elevaron tanto el nivel de vida de los chinos como las desigualdades y la corrupción. Abrió China al exterior mientras al interior abortaba cualquier reclamación política.

Jiang llevó al poder al llamado «Clan de Shanghai»
Jiang llevó al poder al llamado «Clan de Shanghai» (XINHUA | AFP)

Jiang Zemin, quien fue secretario general del Partido Comunista de China (PCCh) entre 1989 y 2002 y presidente del país entre 1993 y 2003, ha fallecido hoy miércoles a causa de un fallo multiorgánico provocado por la leucemia que padecía, tal y como ha recogido la agencia china de noticias Xinhua.

El exmandatario chino se encontraba al frente del partido en la ciudad de Shanghai cuando fue nombrado secretario general en 1989, en plena crisis por la masacre de Tiananmen en Pekín y tras una amplia purga en el seno del Gobierno.

El expresidente, quien llegó a liderar el PCCh tras sustituir a Zhao Ziyang --reemplazado por su apoyo a las movilizaciones--, fue el responsable de introducir el concepto de «economía socialista de mercado» durante un congreso del partido en 1992 y dio un impulso a las reformas económicas y a la bendición del empresariado por parte del partido. Asimismo, le tocó supervisar la transferencia de soberanía de Hong Kong y Macao de manos de Gran Bretaña y Portugal en 1997 y 1999, respectivamente.

Líder de la llamada Tercera Generación –tras las de Mao Zedong y Deng Xiaoping–, en el habe de Jiang está sin duda la apertura al mundo de una China tratada como un paria tras Tiannanmen. Así, pilotó la adhesión de China a la Organización Mundial del Comercio en 2001 y logró ese mismo año la organización de los Juegos Olímpicos de 2008. Asimismo, bajo sus dos mandatos la población china registró un incremento histórico de su nivel de vida.

Pero esas reformas tuvieron su reverso en el cierre masivo de fábricas deficitarias, en el incremento de las desigualdades y la corrupción o en una destrucción medioambiental sin precedentes en el país.

Y lo hizo sin oposición, ya que desde el primer momento advirtió que no toleraría reclamación política alguna. Ató en corto a los medios y encarceló de por vida o forzó al exilio a los disidentes.

El endurecimiento de la represión en el Tíbet ocupado y colonizado y la prohibición y persecución hasta la muerte de la secta Falun Gong, que llegó a contar con decenas de millones de seguidores, marcaron su «reinado».   

Jiang fue visto en público por última vez en octubre de 2019 durante el desfile militar celebrado con motivo del aniversario de la fundación del país. Sin embargo, su estado de salud no le permitió asistir al XX Congreso del Partido Comunista, que tuvo lugar hace un mes.

El expresidente dimitió en 2002 de forma voluntaria para pasar el testigo a Hu Jintao, lo que supuso el primer traspaso de poder pacífico desde 1949, por lo que es recordado por algunos como una figura carismática.

El Comité Central del PCCh, que ha confirmado su deceso, ha expresado su «más profundo pesar» por la muerte de Jiang, al que ha descrito como un «líder significativo que contaba con un gran prestigio y reconocimiento por parte del partido, el Ejército y el pueblo chino».

«Era un gran marxista, un gran proletario revolucionario, un hombre de Estado, estratega militar y diplomático, un luchador comunista que fue puesto a prueba y un líder que defendió la gran causa del socialismo con características chinas», recoge la misiva, que señala que «fue el corazón de la tercera generación de líderes del Partido Comunista y principal fundador de la Teoría de la Triple Representatividad», una teoría que establece los objetivos y funciones del partido.