Dos años de cierre de fronteras son definitivamente demasiado
París notificó, el pasado otoño, a Bruselas su intención de mantener el cierre de la muga otros seis meses. El segundo aniversario de la clausura de los pasos llega así en un ambiente de malestar creciente por la falta de perspectivas sobre cuándo volverá a regir la libre circulación de personas.
«¿Diez personas fallecidas son muchas o pocas? La profesora de Periodismo Anaitze Agirre, colaboradora de Irungo Harrera Sarea, lanzaba al aire la pregunta en una entrevista publicada recientemente por NAIZ.
Y respondía, sin dudar, que «son demasiadas, ya que eran muertes que se podían haber evitado».
Las muertes en la muga de Irun-Hendaia son, sin duda, la consecuencia más sangrante, y sobre la que nadie asume responsabilidades, de la reposición de los controles de frontera que ha hecho saltar el precepto de la libre circulación de personas en el origen de la Unión Europea.
Fue en la tarde del 12 de enero de 2021 cuando la Prefectura de Pirineos Atlánticos anunció su intención de cerrar un total de ocho pasos en Euskal Herria.
La delegación estatal se refugió en el argumento principal de la «lucha contra el terrorismo», al que ya se acogiera para argumentar la precedente reposición de controles permanentes, un año antes, en el contexto de la pandemia.
La crisis sanitaria, cabe recordar, llevó a un cierre temporal de diez pasos en abril de 2020.
14 de enero de 2021: ocho pasos cerrados
La nueva decisión, que la Prefectura materializó el 14 de enero de 2021, se limitó a ocho mugas.
La orden consistió en el cierre de las siguientes demarcaciones fronterizas: los puentes de mercancías (puente peatonal Avenida) y paso en barco entre Hendaia y Hondarribia; el puerto de Lizuniaga (RD406); el puerto de Lizarrieta (RD306); el paso de Sara a Zugarramurdi (por Benta Berrouet); el paso de Izpegi, desde Baigorri; el de Aldude y, finalmente Larraine, en Zuberoa.
Ajena a las quejas de alcaldes y vecinos, obligados a hacer kilómetros suplementarios cada día o a renunciar a los estrechos intercambios que se dan entres sus localidades, la Prefectura aconsejó que se utilizaran como pasos alternativos los de Hendaia-Irun (Santiago), Hendaia-Irun (Behobia), Irun-Biriatu (autopista), Ibardin, Dantxaria y Arnegi.
La institución de Pau se permitió estimar como «limitados» los impactos del cierre de «pasos menores». Dando marcha atrás parcialmente, la propia Prefectura anunció el 25 de marzo de 2021 la reapertura de tres de esos «pasos menores».
De esta forma los bloques de cemento y las barreras desaparecieron del paso de Sara, por Benta Berruet, y en los los puertos de Lizarrieta y de Lizuniaga, que habían sido escenario en los meses anteriores de movilizaciones de protesta a cargo de vecinos de ambos lados de la muga.
Con el verano y la llegada de los turistas, volvió a operar el bote que liga por mar Hondarribia y Hendaia.
Aunque la decisión de abrir varios de los pasos cerrados despertó la esperanza de que en los meses siguientes se despejaran los demás, las expectativas no se han cumplido.
Bien es cierto que se ha amortiguado el férreo cierre inicial en algunos casos, con cierta permisividad para la ida y venida a pie, en Aldude. También la fotografía que acompaña estas líneas, y que fue tomada el miércoles desde Baigorri, muestra un puerto de Izpegi bien despejado.
La llegada de las fechas navideñas dejaba, además, cerradas y sin agentes de la Policía francesa a su lado a las casetas para el control de vehículos levantadas en los pasos de Puente de Santiago entre Irun-Hendaia y de Pausu-Behobia.
Unas situaciones puntuales, que no se sabe cómo evolucionarán, y que no pueden ocultar el hecho de que que las autoridades francesas han ido acumulando comunicaciones a Bruselas para prorrogar oficialmente, cada seis meses, la reposición de fronteras que, según la normativa europea, debería ser una medida temporal y del todo excepcional.
Renovación el cierre hasta finales de marzo de 2023
París renovó el 1 de noviembre de 2022 esa suspensión de Schengen, ello con la intención de que la reposición de controles esté en vigor al menos hasta el próximo 30 de marzo.
Según se puede leer en el documento oficial del que se hizo eco NAIZ, la representación francesa ante la UE insistió en la persistencia de la «amenaza terrorista» –contextualizándola para la ocasión en la retirada francesa del Sahel– y evocó además la persecución del «crimen organizado», además de «la actuación de redes dedicadas al paso de personas y la migración ilegal» y hasta los desafíos derivados la guerra en Ucrania.
Desde entonces, ya la incautación de importantes cantidades de estupefacientes o de divisas Biriatu, ya el desmantelamiento en Sara de una red india dedicada al paso de migrantes, han dado argumentos, e impacto mediático, a los responsables policiales en el Hexágono.
Además de cubrir políticamente las espaldas a Macron, que insiste en renegociar el Tratado de Schengen al entender que, en particular el flanco sur de la «muralla europea» presenta grietas que generan «problemas añadidos de seguridad» al Hexágono.
Ni los pronunciamientos y correos de autoridades locales, o de la Eurorregión, ni las denuncias de organizaciones de apoyo a migrantes ante el Consejo de Estado francés, ni las iniciativas ante la Eurocámara, que han cursado en repetidas oportunidades eurodiputados vascos como Pernando Barrena (EH Bildu) y catalanes, como Carles Puigdemont, han permitido, hasta la fecha, levantar el candado que pesa sobre los pasos pirenaicos.
Bien es cierto que la pregunta de los eurodiputados vascos y catalanes dio pie a una respuesta de la Comisión Europea que, por vez primera, evocó el año pasado la pertinencia de que los estados que se acogen a la derogación temporal de Schengen tengan que evaluar los impactos que esa clausura genera en los habitantes de las llamadas zonas transfronterizas.
Dos años de cierre o, en su defecto, de controles permanentes en la muga, ¿es mucho o poco tiempo? La respuesta de cualquier habitante de las localidades a ambos lados del Bidasoa será la misma: «Demasiado».
19 de enero, cumbre franco-española en Barcelona
Tras la primera cumbre bilateral de Emmanuel Macron y Pedro Sánchez, que se celebró en marzo de 2021 cerca de Toulouse, el próximo 19 de enero ambos dirigentes volverán a encontrarse, esta vez en Barcelona.
Esa XXVII Conferencia Franco-Española parece una buena ocasión para recordar que, como ocurre en Euskal Herria, también en las localidades fronterizas de Catalunya con sus alcaldes y vecinos movilizados desde hace tiempo por la reapertura de pasos como el de Banyuls, sienten que dos años de cierre unilateral por París de los puentes que dan continuidad territorial a su país «són definitivament massa temps».