Estamos ante una película de género del montón, el segundo largometraje del director de subproductos Randall Emmett, especializado en trabajar con viejas estrellas venidas a menos. Empezó con Bruce Willis en ‘Tras la pista del asesino’ (2021), y ahora lo hace con unos Robert De Niro y John Malkovich segundones, y que tienen menos minutos en pantalla que la pareja principal compuesta por Jack Huston y Willa Fitzgerald, como dos toxicómanos en un pueblo con sheriff.
Se puede decir que el policía local es un ‘redneck’ y que él y ella son clase ‘white trash’. Y en su camino de la búsqueda de la redención, bautismo en el río mediante, se cruza la droga y quienes comercian con ella. Cuando la chica muere de sobredosis, su compañero jura vengarse del jefe del crimen organizado en la zona, papel que acomete el rapero Quavo con el sobrenombre de Coyote.
De Niro muestra una actitud paternalista hacia el descorazonado vengador, lo mismo que John Malkovich, que en el rol de padre de la víctima está en principio dispuesto a acoger en su familia al chico junto al que intenta rehabilitarse. Cuando las cosas se tuercen la sangre se desborda, y las aguas beatíficas se tiñen de rojo como resultado de la violencia.