La terrible historia real del asesino en serie iraní Saeed Hanaei ha interesado al cine desde que fuera ejecutado en la horca hace veinte años. Primero fue el documental de Maziar Bahari ‘Y llegó una araña’ (2002), que contenía un entrevista con el feminicida en persona. Y, más recientemente, se estrenó la ficción de Ebrahim Irajzad ‘Killer Spider’ (2020), para llegar hasta la definitiva y mayor trascendencia internacional de ‘Holy Spider’ (2022), ganadora en Cannes del premio a la Mejor Actriz para Zar Amir-Ebrahimi, que también repitió honores en el festival de Sevilla. Quien la dirige es el cineasta de origen iraní Ali Abbasi, afincado en Dinamarca, país que ha seleccionado este su tercer largometraje para competir por el Óscar.
Por razones obvias Abbasi no pudo rodar en los escenarios originales de la ciudad sagrada de Mashhad, segundo centro poblacional de Irán cercana a la frontera con Afganistán. Como tampoco pudo contar con una actriz de dentro del país, habiendo de recurrir a la galardonada Amir-Ebrahimi, que está exiliada en París desde 2008. La situación temporal si se respeta, dada la importancia que adquiere el hecho de que los crímenes tuvieran lugar en el mismo año 2001, de los ataques del 11-S. Hanaei había llegado a matar a 16 mujeres, protegido por su identidad de padre de familia y obrero de la construcción.
Pero fue militar durante la guerra con Irak, ofreciéndose como voluntario. Argumentaba que su misoginia le venía de los malos tratos sufridos durante la infancia por parte de su madre. Se vendía como un justiciero, cuya misión era acabar con la prostitución y el pecado, eliminando a prostitutas y mujeres de vida nocturna.
Precisamente, la periodista de Teherán que investiga el caso en la ficción, choca con el silencio cómplice de la policía local y las autoridades, que defienden las actuaciones supuestamente purificadoras del psicópata. Un sucio y duro thriller criminal que recuerda el estilo oscuro de David Fincher.