Aritz Intxusta
Redactor de actualidad

Nafarroa: La ley D’Hont no penaliza a una derecha dividida, los cortes sí

La división de Navarra Suma, aplicando la normativa electoral a la realidad política de la comunidad foral, conlleva más riesgos para la derecha en ayuntamientos que en el Parlamento. Con su decisión, Javier Esparza debilita al partido en aquellos lugares donde conserva el poder. 

García Adanero y Javier Esparza se sentaban uno junto al otro la legislatura pasada.
García Adanero y Javier Esparza se sentaban uno junto al otro la legislatura pasada. (Jagoba MANTEROLA)

La ley D’Hont favorece a las fuerzas mayoritarias en detrimento de las menos votadas. Y, ciertamente, este sistema de asignación de escaños favoreció a Navarra Suma en 2019, aunque quizá no tanto como cabría pensar.

Que la derecha concurra todos a una o lo haga por separado tiene muchas implicaciones, no solo la aritmética. La principal, quizá, sea la expectativa de éxito. En las últimas elecciones, Javier Esparza supo trasladar que su jugada tenía posibilidades en mucha mayor medida que ahora.

Navarra Suma aglutinó a las fuerzas de derecha (UPN, Ciudadanos, PP). Los resultados fueron buenos: 20 asientos de los 50 que tiene el Parlamento. Sacó un diputado más que el conjunto de fuerzas que habían gobernado la legislatura anterior (Geroa Bai, EH Bildu, Podemos en I-E).

Esta plataforma obtuvo, pese a todo, menos votos que la suma de estos cuatro partidos. Fueron 127.346 papeletas de Navarra Suma frente a 137.944.

¿Resultó, entonces, esta unión trascendente? Es cierto que NA+ fue primado con un escaño más que los que le corresponderían en un sistema proporcional (recibió 1,11 escaños de más). Ese asiento se restó de EH Bildu, Podemos e I-E, las tres formaciones con redondeos a la baja.

Esta gratificación no parece deberse a la unión. Aun en caso de haber concurrido en solitario, UPN hubiera seguido siendo la fuerza principal y la ley D’Hont también la habría regalado un escaño. Es fácil estimarlo.

Navarra Suma realizó un reparto interno de la lista según las proyecciones que les daban las encuestas. De modo que, de esos 20 escaños de Navarra Suma, 15 fueron para UPN, 3 para Ciudadanos y 2 para el PP.

Puede hacerse, en consecuencia, el ejercicio de repartir los votantes que recibió Navarra Suma según esta proporción. Quedarían de este modo: 95.509 votantes de UPN, 12.734 del PP y 19.101 de C’s.

Si se rehacen los resultados con la ley D’Hont y la derecha partida de esta forma, no pierden nada. UPN obtendría 15 asientos, siendo primado con un escaño más, C’s 3 y el PP 2. Eso sí, EH Bildu hubiera estado más cerca de arrebatar un parlamentario al PP.

Por tanto, en lo que se refiere a la Ley D’Hont, ir todos a una no resultó determinante, pues al ser UPN la fuerza mayoritaria en solitario, también se hubiera llevado ese parlamentario de más.

La asignación de escaños y el de ediles están sujetos a otra complejidad que influye tanto o más que el sistema D’Hont: el porcentaje mínimo de corte. Javier Esparza, en varias ocasiones, está subrayando que fueron «muy generosos» entonces con el PP. El líder de UPN afirma estos días que, con las encuestas que manejaba en 2019, el PP corría riesgo de quedar fuera del Parlamento cayendo por debajo del 3%.

Desde este ángulo, ir unidos les garantizó que los votos del PP no se perdieran. La derecha solo dejó de computar los apoyos de Vox, que recibió el 1,31% de los votos.

Este mínimo de corte es más relevante en los ayuntamientos. Ahí el requisito está más alto: en el 5%.

Por eso si se recalculan los resultados de Iruñea, la estrategia les fue de fábula.

Obtuvieron 13 concejales, con el siguiente reparto interno: 10 UPN, 2 Ciudadanos y 1 el PP. Distribuyendo votos en esta proporción, el PP no hubiera entrado al reparto de concejalías (al igual que les ocurrió a Podemos, I-E y Aranzadi, que no pudieron cerrar alianzas). Y Ciudadanos, de haber conseguido entrar, hubiera sido la menos votada.

Ir unidos les valió, por tanto, entre uno y tres asientos en Iruñea. Y cada acta de concejal en la capital vale casi el doble que la de un parlamentario, pues son 27 ediles frente a 50 parlamentarios.

A partir de aquí, puede adelantarse que la fragmentación en dos fuerzas de lo que hasta ahora ha sido Navarra Suma (Ciudadanos está fuera de juego ya) no va a causar mucho impacto en el reparto del parlamento. UPN seguirá con su escaño de más, si queda primero. Otra cosa es de cara el convencer a sus votantes para que vayan a votar, así como el daño que puedan hacerse en campaña los unos a los otros.

En contraposición, en los ayuntamientos donde el PP presente candidatura solvente y divida el voto, sí que se amplificará el riesgo.  

La división, además, no solo les penalizará en el reparto de concejales. Pues cabe subrayar que, en caso de no haber acuerdo para investir alcalde, la lista más votada se queda con la vara de mando de forma automática.

El perjuicio de la partición en las municipales, por tanto, es doble: menos ventaja con el resto de formaciones a la hora de ser el más votado y menos ediles.

El principal poder institucional de UPN reside hoy los tres ayuntamientos más poblados de Nafarroa: Iruñea, Tutera y Eguesibar. Quizá no les quede otra alternativa, pero están arriesgando casi lo único que les queda.