El título recuerda al libro de Kenneth Anger sobre los entresijos de la industria de Hollywood, pero el cineasta Damien Chazelle tiene su propia visión de lo que fue la decadencia de los grandes estudios de la época del mudo, con la intención de convertir los escándalos de sus estrellas y las orgiásticas fiestas en las que participaban en un espectáculo visual de excesos.
El problema es que los Óscar que ha ganado no juegan a su favor, debido a que ponen en sus manos presupuestos millonarios que le llevan a ser más ambicioso de lo que le convendría a su estilo. Para hacer ‘Babylon’ (2022) ha contado con 80 millones de Paramount, lo que le ha permitido contar con un reparto rutilante y unos medios gigantescos.
El resultado es una película desproporcionada, que sigue la línea de Tarantino en ‘Érase una vez en Hollywood’ (2019) y de David O. Russell en ‘Amsterdam’ (2022), con el agravante de que cuando Chazelle se sale del género musical que domina con tanta maestría, no es el mismo. Ya le ocurrió con la película sobre la carrera espacial ‘First Man’ (2018). Ha sabido sacar mayor rendimiento de su experiencia personal, y de ahí que ‘Whiplash’ (2014) sea su obra más creíble y mejor concretada.
Sorprende de entrada el protagonismo de un inmigrante mexicano, ya que en los años 20 la inmigración a Hollywood procedía del viejo continente. Parece ser que es una respuesta a las acusaciones que se vertieron en su contra a cuenta de ‘La La Land’ (2016), que a pesar de transcurrir en Los Angeles se olvidaba de la población latina. El recién llegado del otro lado de la frontera serviría como introductor para el espectador en el nuevo mundo que descubre, y que le sobrepasa.
Un ambiente de locura en el que el personaje de Brad Pitt se mueve como pez en el agua, y que estaría inspirado en el actor John Gilbert y su relación con el productor Irving Thalberg.