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Pablo González denuncia sus condiciones de detención ante el Defensor del Pueblo polaco

El periodista Pablo González ha denunciado ante el Defensor del Pueblo polaco las condiciones en las que le mantienen preso desde hace 11 meses. En la queja ha detallado el trato que está recibiendo.

Pablo González, en una imagen de archivo.
Pablo González, en una imagen de archivo. (EUROPA PRESS)

La Oficina del Defensor del Pueblo de Polonia ha confirmado haber recibido una queja sobre las condiciones «inhumanas» en las que se mantiene en prisión preventiva al periodista vasco Pablo González.

En la queja, dirigida al Defensor del Pueblo, González indica que desde el principio se le mantiene bajo la categoría de «recluso peligroso». Según explica el periodista, por su estatus de «peligroso» está siendo tratado con procedimientos «denigrantes».

Así, detalla que le esposan las manos cada vez que va a salir de su celda, incluso en presencia de su abogado y durante las llamadas telefónicas, y es objeto de frecuentes registros en su celda, que está vigilada 24 horas al día, siete días a la semana. González señala que asignarle la condición de preso peligroso carece de fundamento, ya que «no se han producido hechos que justifiquen dicho trato», según escribe en su denuncia.

El periodista apunta que, en 2012, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo dictaminó que Polonia asignaba con demasiada frecuencia y de forma precipitada el estatus de «recluso peligroso». En su escrito, González denuncia problemas en su celda, como que las ventanas están cubiertas con papel de aluminio que impide la entrada de luz natural y que tiene una circulación de aire limitada debido a la ventana cerrada.

«La imposibilidad de abrir la ventana provoca la acumulación de humedad y, como consecuencia, se forma moho en las paredes. Estoy encerrado en una celda sin ventilación. En verano, el plástico pegado al cristal y la falta de ventilación provocan un efecto sauna», explica.

Indica, además, que el estrés, el aislamiento y su situación poco clara, a la que se suman una alimentación insuficiente en la cárcel, le han causado una importante pérdida de peso y un deterioro de su salud. «Después de haber pasado meses en estas condiciones, dudo que salga del centro de detención en un buen estado de salud», escribe.

La comunicación de González también sigue limitada: salvo una visita de dos horas que recibió en noviembre, el periodista solo puede llamar a su abogado y enviar y recibir cartas, que se retrasan; además, su correspondencia es revisada y copiada. González remitió su caso en septiembre también al Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo.

El periodista fue detenido la noche del 27 al 28 de febrero del año pasado en Przemyśl, donde estaba cubriendo la crisis de refugiados en la frontera polaco-ucraniana, tras el inicio de la invasión rusa de Ucrania. La detención fue llevada a cabo por la Agencia de Seguridad Interior, el servicio de contrainteligencia polaco, que acusa a González de actividades de espionaje para la inteligencia militar rusa GRU.

González fue detenido inicialmente por tres meses, pero desde entonces la detención se ha ido prorrogando, de momento hasta el 23 de febrero, lo que significará que habrá pasado al menos un año privado de libertad.