Adriana Moscoso del Prado ha acudido este lunes a Donostia a dar cuenta de las novedades del Estatuto del Artista a los agentes culturales vascos. Un centenar de artistas y profesionesl culturales ha participado en la jornada desarrollada en Koldo Mitxelena Kulturunea, donde ha comparecido la directora general de Industrias Culturales y Propiedad Intelectual del Gobierno de Madrid. Moscoso ha estado acopañada por la diputada de Cultura María José Telleria y el delegado del Gobierno Denis Itsaso.
El Estatuto del Artista es un compromiso adquirido por el Gobierno español derivado del informe que el Congreso de los Diputados aprobó por unanimidad –«como pocas veces», ha recalcado Moscoso– el 6 de setiembre de 2018 y una reclamación de los profesionales del sector de la cultura de Euskal Herria. Su objetivo es adaptar la normativa fiscal, laboral, de seguridad social o educativa a la singularidad del sector, marcada por la intermitencia laboral.
El Estatuto es un compendio de diferentes documentos, no una única ley. Conlleva diferentes reformas. Quiere poner solución a una realidad marcada por la precariedad, la inestabilidad, la vulneración de derechos y la desproteccion legal en en un ámbito laboral que tiene como características propias la intermitencia de la actividad y la heterogeneidad de los profesionales.
Incorporación de técnicos
Moscoso ha reconocido que «tras la pandemia quedó patente la necesidad de acometer el mandato de 2018». También vieron la importancia de incorporar a los técnicos, olvidados hasta ahora, quienes protagonizaron una serie de movilizaciones en Euskal Herria en denuncia por la situación de ‘alerta roja’ que vivían.
El primer paquete de medidas fue aprobado en mayo de 2022. Se adaptaba el régimen de la relación laboral de carácter especial de las personas dedicadas a las actividades artísticas, así como a las actividades técnicas y auxiliares necesarias con el refrendo de una amplia mayoría de las fuerzas políticas con respresentación en las cortes españolas.
Se creó un nuevo contrato laboral teniendo en cuenta la intermitencia, eliminando el concepto desfasado de ‘artistas en espectáculos públicos’, que fue sustituido por el concepto de ‘actividades culturales en el ámbito de las artes escenicas’. «Se renovó la relación laboral del artista y permitió detectar otras necesidades», ha recordado Moscoso en su intervención de hoy.
El segungo paquete de medidas se aprobó en enero de este año. «Fueron medidas inéditas, fruto de una escucha y una participacion sin precedentes», ha subrayado Moscoso.
El real decreto ley prevé la prestación por desempleo para el sector cultural. Rebaja a la mitad los requisitos de días cotizados para que artistas y técnicos puedan acceder al subsidio. Hay dos vías para acceder a ello. La primera es que justifiques que en los últimos seis años has cotizado 180 días. La segunda vía es que en los últimos 18 meses hayas tenido 60 actuaciones.
La adaptación de la prestación del paro a la intermitencia, característica específica del sector, era una reclamación de los trabajadores culturales de Hego Euskal Herria. Los artistas y técnicos de Ipar Euskal Herria cuentan con ello desde hace años.
«Lo consequido es un hito. Se trata de una gran reivindicacion del sector. Hemos estado mirando a países como Francia o Bélgica todos estos años. Son avances de gran calado no solo por cuestiones prácticas sino por reconocer la especificidad del trabajo creativo», ha indicado Moscoso.
Además, se prevé la cotización de artistas autónomos con ingresos bajos, aspecto que fue aplaudido por el sector, aunque consideran que una cuota mensual de 161 euros es excesivo. «A los artistas autónomos que ganen 3.000 euros o menos al año se les aplicará una cuota especial de 161 euros al mes, cuota que como favor supone una carga de 1.932 euros al año. Si le quitamos esa cantidad, gana 1.068 euros netos el que acaba de incorporarse al mundo del trabajo cultural o el que, aunque no sea tan joven, ocasionalmente realiza trabajos de muy baja remuneración, es decir, 89 euros al mes», criticaron desde Lanartea en enero pasado.
Moscoso ha señalado este lunes que la comisión creada a tal efecto está trabajando para ahondar en este punto.
Otra de las cuestiones que contempla el decreto ley de enero es que se podrá compatibilizar la pensión de jubilación y la actividad creativa. Hasta ahora sí se cobraban los derechos de autoría generados pero no se podía desarrollar un trabajo artístico.
«Además, tambien hay un avance tímido en el ámbito fiscal. Existe la firme voluntad de abordar cuestiones que requieren más trabajo, como el IRPF e IAE. Dado el sistema fiscal vasco habria que adaptarse a él», ha manifestado.
Moscoso ha recalcado las políticas de transversalidad que están aplicando en todo el proceso. «La Comision Interministerial creada está siendo indispensable, ya que ninguna medida aprobada es competencia del departamento de Cultura», ha afirmado. Se ha mostrado esperanzada. «Hemos conseguido plantear respeto y admiracion por el sector. Es un proceso dinámico en permanente avance y negociación. El camino a recorrer juntos, gobierno y sector, es largo».
Reacción de asistentes
Fernando Bernués, director de teatro y fundador de la compañía Tanttaka ha mostrado su cautela tras la presentación de este lunes. «Las medidas concretas ya veremos cómo van afectando. Escuchar cifras de un paro de entre 400-500 euros, que casi no está a la altura del RGI, es una noticia relativamente buena. Sí es cierto que hasta ahora era muy difícil tener la suficiente cotización para poder cobrar el desempleo. Y es verdad que el encuentro de muchos departamentos ministeriales reflexionando sobre el sector cultural y relacionándose con el sector no deja de ser una buen noticia. El alcance de la alegría, pues no estoy seguro, yo creo que hay que ser cautos», admite. La cuota de autónomos está por ver cómo repercutirá, en algunos casos mejorará y en otros empeorará las condiciones actuales. Pero es verdad que están pasando cosas y siempre es de celebrar».
Aiert Beobide, fundador de la compañía de danza Haatik, opina que «parece que las medidas previstas constituyen un avance para los artistas, nos empiezan a tener en cuenta como profesión y motor económico. Está por ver cómo se plasmará. No es una ley como tal, sino un Estatuto compuestos por diversas leyes y planes. Hay que llevar a la práctica todo esto. Las condiciones que tienen que ver con la intermitencia se han quedado cortas con respecto a otros países, pero este primer paso es de agradecer».
«En el sector de la danza, el profesional que ofrece 60 actuaciones en año y medio está de enhorabuena», ha reconocido sonriendo, «ya que nuestro sector está muy precarizado. Para subsistir nos vemos obligados a compatibilizar con otras labores».
Gari Otamendi, miembro de la asociación Dantzan, se lamenta de las dificultades que tienen hoy en día los grupos de danza de Euskal Herria para gestionar la actividad económica generada. «Los avances no han llegado a este punto, y para facturar cualquier actividad llevada a cabo tenemos muchos problemas, dado que no son empresas ni trabajadores autónomos. En muchas ocasiones el dinero no va a nuestro bolsillo –en caso de que sí fuera estaríamos en la misma situación– y tenemos verdaderas dificultades para cobrarlo».
El músico y cantante Mikel Markez todavía no se ve capacitado para realizar una valoración de las medidas adoptadas por el Gobierno español. Sí comparte la siguiente reflexión: «Lo que vemos a nuestro alrededor es que muchos creadores no están en disposición de dedicarse a una actividad al 100%; necesita poner dos o tres sartenes al fuego, y eso dificulta todo esto».
El escultor Koldobika Jauregi tampoco se atreve a valorar los paquetes de medidas anunciados. «Tenemos muchos problemas en el día a día relacionados con la propiedad intelectual. En nuestro sector se da la circunstancia de que realizas una exposición y pasan dos años hasta la siguiente, aunque continuamos trabajando. ¿Cómo se plasmara esta realidad?», se pregunta.
Los artistas plásticos no cuentan con ninguna asociación en Euskal Herria que luche por sus intereses, por lo que la situación que viven es todavía peor que la de profesionales de otras disciplinas artísticas.