Esta vez la temporada regular sirvió como termómetro para lo que se venía. Los dos mejores equipos, Kansas City Chiefs y Philadelphia Eagles, ambos con 14 victorias y 3 derrotas, se plantan esta noche en el State Farm Stadium de Glendale (Arizona) para disputar la Super Bowl LVII. El choque comenzará a las 00.30, horario de Euskal Herria.
Kansas suma un lustro surfeando en la cresta de la ola. De la mano de Andy Reid, esta será su tercera final en cinco años, en los que como mínimo siempre ha llegado hasta la final de la Conferencia Americana (AFC). El único título de este ciclo, hasta ahora, lo conquistó hace tres años ante San Francisco Niners (31-20). Su anterior trofeo Vince Lombardi databa de 1970.
Los Chiefs llegan al partido decisivo tras dos convincentes victorias en play offs. La primera ante Jacksonville Jaguars, un partido que tuvo algo de incertidumbre cuando el quarterback Patrick Mahomes se lastimó un tobillo. Pero ni así. La segunda ante Cincinatti Bengals, tomándose cumplida revancha de la final de Conferencia del año pasado.
El ataque de Kansas ha sabido sobreponerse a la ausencia de su receptor estrella, Tyreek Hill, que se marchó a Miami Dolphins. Mahomes ha sumado 5,250 yardas aéreas y 41 pases de touchdowns, siendo nuevamente el más productivo de la NFL.
Hermanos enfrentados
Para ello ayuda mucho tener en el equipo a un jugador como Travis Kelce, el tigh end más diferencial del campeonato, con 1,338 yardas y 12 touchdowns. Será la primera vez que dos hermanos se enfrenten en una Super Bowl, ya que el mayor, Jason, es el center de la línea ofensiva de los Eagles. Así que no coincidirán juntos sobre el emparrillado.
Por tierra, el novato Isiah Pacheco ha aprovechado los problemas físicos de Clyde Edwards-Helaire para acumular protagonismo, bien secundado por un veterano con apellido ganador, Jerick McKinnon.
Enfrente estará una defensa que es la que más sacks sumó en temporada regular (70) y la que menos yardas concedió en el juego aéreo (3.057). Buena parte del título puede estar ahí, en la capacidad de unos de proteger a Mahomes frente a la capacidad de los otros de atosigarle sin descanso.
Philadelphia ganó su primera y única Super Bowl en 2018, con aquel cuento de la Cenicienta protagonizado por el QB suplente Nick Foles tras la lesión del titular Carson Wentz. Pero de aquel equipo campeón solo quedan cuatro integrantes.
Segundo año de Siriani
Es la segunda campaña de Nick Siriani como entrenador principal, tras ejercer como coordinador ofensivo en Indianápolis Colts. En la primera ya se metió en play offs, con un balance de 9-8, para caer en primera ronda ante Tampa.
En estas eliminatoria han dejado fuera con suficiencia primero a New York Giants y luego a San Francisco 49ers, que tuvieron que jugar casi todo el partido con su cuarto quarterback, después de una grave lesión en el codo de ‘Mr. Irrelevant’ Brock Purdy, uno de los nombres propios de esta campaña. Veremos si su gloria ha sido efímera o vuelve a tener otra oportunidad cuando se recupere.
Los Eagles cuentan con las trincheras más poderosas del campeonato, en opinión de numerosos analistas. En ataque son el octavo equipo en yardas conseguidas por aire y el quinto por tierra.
Jalen Hurts es uno de esos quarterbacks capaces de pasar o correr, y ha firmado por tierra 736 yardas y 13 touchdowns. Por su parte, Miles Sanders ha sumado 1.269 yardas y 11 touchdowns. Por aire destacan dos nombres propios, los receptores A. J. Brown y DeVonta Smith.
Rihanna, alitas de pollo y teles gigantes
La SuperBowl es un evento que trasciende lo deportivo y que mueve cifras estratosféricas. La protagonista del show musical del descanso será la cantante Rihanna. La de Barbados rechazó tomar parte de este espectáculo en 2018, en solidaridad con Colin Kaepernick, el quarterback de los Niners vetado por sus protestas contra el racismo y la brutalidad policial, pero esta vez ha dicho que sí.
Además de esta actuación principal habrá otras antes de que comience el partido. Están anunciados Sheryl Lee Ralph, Kenneth ‘Babyface’ Edmonds y el artista country Chris Stapleton, que se encargará de interpretar el himno de Estados Unidos.
Pese a que el State Farm Stadium tenga aforo para 63.400 aficionados, se estima que 150.000 personas viajarán a Arizona este fin de semana. Los estadounidenses gastarán 115 dólares de media por persona para ver el partido y se consumirán más de 1.450 millones de alitas de pollo, por no hablar de hamburguesas, refrescos o cervezas.
Entre los récords que se establecerán está el astronómico precio de los anuncios por televisión, nunca tan caros. Si el año pasado las marcas invirtieron 6,5 millones de dólares para sus anuncios, este año se pagan 7 millones para unas promociones de 30 segundos.
La tremenda expectación por el evento también beneficia a las tiendas de televisores, que preparan campañas de marketing específicas. ‘Big TVs for the big event’ (Grandes televisiones para el gran evento) es uno de los eslóganes que se usan. «Hacemos descuentos especiales y existe mucha demanda para pantallas de las 75 a las 85 pulgadas», cuentan desde la tienda ‘Best Buy’.