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Roald Dahl sigue en el ojo del huracán: Unos lo ‘retocan’, otros hablan de censura

La reescritura de los libros de Roald Dahl, a los que se le han modificado algunos párrafos «para no herir sensibilidades» en Gran Bretaña, no serán retocados en sus ediciones en castellano o francés, según fuentes de las editoriales que tienen sus derechos, Gallimard Jeunesse y Alfaguara.

Roald Dahl, firmando libros en Amsterdam en 1988.
Roald Dahl, firmando libros en Amsterdam en 1988. ( Rob Bogaerts | ANEFO | WIKIMEDIA COMMONS)

El diario británico conservador británico ‘Daily Telegraph’ levantó la liebre el pasado viernes: los titulares de los derechos de las obras del escritor británico Roald Dahl (Gales, 1916 - Londres, 1990) se han comprometido a suavizar el lenguaje de todas las novelas infantiles del autor, seguido por lectores de varias generaciones.

Puffin Books, del grupo Penguin Random House, llevará ahora a cabo una revisión para asegurar que los libros son aptos «para el disfrute de todos los menores», de tal forma que las nuevas ediciones se han eliminado o alterado expresiones consideradas potencialmente ofensivas.

La decisión ha levantado ampollas, con declaraciones a favor o en contra. Aunque no es un debate nuevo. En castellano y francés, no se realizarán cambios, según han confirmado las editoriales que tienen sus derechos de autor. En euskara, solo hay una traducción: ‘Ixtorio hautatuak’ (Elkar, 2001), a cargo de Luis Berrizbeitia.

Fuera adjetivos

En inglés, la revisión ha implicado la eliminación de referencias consideradas polémicas en torno al peso o la apariencia física de los personajes (erradicando adjetivos como ‘gordo’ o ‘feo’), a la salud mental, a la violencia, al género y la raza en las historias del autor de libros como ‘Charlie y la fábrica de chocolate’, ‘Las brujas’ o ‘Matilda’.

«Cuando se reimprimen libros escritos hace años, no es inusual revisar el lenguaje utilizado y actualizar otras cosas como la portada y el diseño», en palabras del portavoz de la empresa que gestiona el legado del autor, la Roald Dahl Story Company. Una firma que, por cierto, ahora pertenece a un gigante cultural, la plataforma estadounidense Netflix, conocida por su preferencia por la llamada ficción ‘inclusiva’. 

Pero la polémica no se ha hecho esperar y sobre el asunto se ha pronunciado incluso el primer ministro británico, Rishi Sunak, quien ha criticado la medida a través de un portavoz oficial: «Es importante que las obras de literatura y los trabajos de ficción se preserven y no se editen. Siempre hemos defendido el derecho al libre discurso y expresión», observó.

También el autor Salman Rushdie ha criticado en Twitter la medida y señala que aunque Roald Dahl no era «ningún ángel», esto es una «censura absurda».

Alfaguara, que tiene los derechos en habla hispana, ha anunciado que no se cambiará las traducciones y se mantendrán así las ediciones de las novelas infantiles escritas por el popular autor británico, fallecido en 1990. Otro tanto sucede con Gallimard Jeunesse, que ostenta los derechos en francés de la obra de Dahl. «Nosotros no tenemos en proyecto hacer ninguna modificación», ha declarado un portavoz a AFP.

¿Es censura?

Menos conocido por el gran público francés que en el mundo angloparlante, este autor es, sin embargo, un clásico muy popular en el Estado francés, donde todos sus títulos infantiles están disponibles en la colección Folio. «Una novela de Roald Dahl reescrita ya no es una novela de Roald Dahl», ha dicho la traductora y columnista Bérengère Viennot en el digital ‘Slate’.

En el Estado francés, la cultura literaria suele criticar duramente las alteraciones en obras ya publicadas. Por ejemplo, hubo polémiac por la eliminación de títulos de novelas que contenían la palabra nigger; algo que, en su momento, no fue bien recibido.

Sucedió con Agatha Christie en 2020 y con Joseph Conrad en 2022, cuando sufrieron un destino similar: dos de sus títulos se descartaron en favor de otros, elegidos durante la vida del autor para su publicación en los Estados Unidos, donde el término estaba prohibido por su connotación racista.

Titulada originalmente ‘Ten Little Niggers’, y modificada posteriormente por las connotaciones peyorativas de la palabra, en francés la novela de la escritora inglesa pasó de llamarse ‘Dix petits nègres’ a ‘Ils étaient dix’. En castellano es ‘Diez negritos’.

Otro tanto con Conrad. Aquel ’The Nigger of Narcissus’ pasó a titularse, en francés, ‘Les Enfants de la mer’ (Los niños del mar).  En castellano es ‘El negro del Narciso’.

Por su parte, el humorista y escritor infantil Miguel López, conocido como El Hematocrítico, indica en declaraciones a Efe que a él no le gustaría que alguien en el futuro modificara sus palabras por las razones que fueran: «No me importaría que hubiera una explicación que dijera en el futuro, por ejemplo, que en mis libros los animales hablaban porque se permitía».

«Modificar el cuerpo de la obra es una política que se repite de vez en cuando. Cuando se reestrenó ‘ET’ le quitaron las pistolas a los policías digitalmente. Es algo muy jugoso porque vivimos en una guerra cultural perpetuamente», dice López, que señala que la obra de Dahl «muchas veces es áspera y dura» porque lo que intenta es «impactar».

No solo Dahl: También Agatha Crhistie, Conrad...

La familia del Roald Dahl pidió a finales de 2020 disculpas públicamente por las declaraciones antisemitas que este expresó durante su vida, «por el daño duradero y comprensible que causaron». Dahl hizo numerosos comentarios antisemitas a lo largo de su vida, como en una entrevista con la revista ‘The New Statesman’ en 1983, cuando dijo que «hay un rasgo en el carácter judío que provoca animosidad, quizá sea una especie de falta de generosidad con los no judíos. Siempre hay una razón para que broten los ‘anti-algo’. Hasta un canalla como Hitler no los acosó sin razón», dijo.

Y tampoco es la primera ocasión en la que se plantea el debate sobre la posible modificación o prohibición de antiguos libros de literatura infantil y juvenil, como ocurrió en 2021 con la quema de casi 5.000 libros en escuelas de Canadá, entre ellos cómics de Tintín, Astérix y Lucky Luke, por considerar que propagaban estereotipos sobre los indígenas.

Los cómics de Astérix han experimentado modificaciones en la representación de personajes negros (rebajando el color y el tamaño de sus enormes labios rojos) al ser reeditados en EE. UU. en 2020, según afirmó la editorial Papercutz. Y ‘Tintín en el Congo’ fue llevado a los tribunales en Bélgica por un ciudadano congoleño que reclamó, sin éxito, restricciones a la distribución de la obra.

También ante la queja de lectores de ‘¿Donde está Wally?’, del británico Martin Handford, por una de las imágenes de finales de la década de los 80 en la aparecía una mujer en la playa en topless, años después, la edición de 1997 fue cambiada y ya en ella la señora lucía un vistoso corpiño.

Fue corregida asimismo la célebre saga literaria ‘Los Cinco’, de Enid Blyton, en la que se retiraron expresiones racistas y sexistas para adaptarse a las nuevas generaciones de lectores. En esta línea han surgido personajes como un príncipe rosa, un lobo no feroz o una bruja rubia como una deconstrucción de los cuentos tradicionales.

En 2019, las autoridades de Turquía consideraron ‘obsceno’ y solo apto para mayores de 18 años el libro infantil ‘Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes’, un superventas internacional, de las autoras italianas Francesca Cavallo y Elena Favilli, una colección de cien biografías de mujeres históricas, desde Cleopatra hasta Malala Yusufzai, pasando por Coco Chanel y Frida Kahlo.

Ese año también medio millar de libros fueron ‘cuestionados’ en las bibliotecas, escuelas y universidades de Estados Unidos, una censura de la que no se libró ni la saga de Harry Potter. Pero Gallimard es una editorial conocida por no tener miedo a la controversia. Preguntada sobre los llamamientos a hacer boicot a la creadora de Harry Potter, JK Rowling, por sus posiciones sobre la teoría de género, la directora de Gallimard Jeunesse, Hedwige Pasquet, declaró en junio de 2020: «Como editorial, la libertad de expresión es nuestro credo. Es nuestra principal prioridad».