La desgarradora interpretación estelar de la gran actriz Andrea Riseborough se suma a la antología de los personajes dependientes en el cine, y más en concreto de los alcohólicos. Ella lo borda, y por eso está nominada este año al Óscar de Mejor Actriz, mérito suficiente para que una modesta producción independiente como ‘To Leslie’ (2022) se haya colado entre las favoritas de los premios anuales. Y eso que es obra de un debutante, un Michael Morris que ha hecho muy bien en confiar en el talento de la Riseborough para contar esta historia sobre el espectro social al que en los Estados Unidos denominan ‘white trash’, porque se sitúa en lo más bajo del escalafón de clases a pesar de pertenecer a la raza que tiene el poder.
Los títulos de crédito iniciales muestran fotos que parecen sacadas de cualquier grata comedia familiar, toda vez que ilustran el pasado teóricamente feliz de la protagonista. Leslie posa como una mujer casada y madre de un hijo, a la que la vida le sonríe al tocarle el premio gordo de la loteria. Unas imágenes llenas de alegría que se revelarán crueles por la dureza del relato que sigue a continuación.
Leslie es echada del pobre motel donde pernocta, y al verse en la calle, sin recursos, trata de pedir ayuda a su hijo James (Owen Teague), un joven de 19 años que le pone como indispensable condición para que se pueda quedar en su apartamento de la ciudad que deje de beber. Pero Leslie tiene ya una dependencia insuperable, mientras su vida se desmorona por un precipicio sin fondo. Derrochó los 190.000 dólares en juergas y en la bebida, hasta arruinarse por completo. Del mismo modo que no puede recuperar la relación maternofilial, tampoco la que tuvo con su mejor amiga Nancy (Allison Janney) o con su buen amigo Dutch (Stephen Root). Nadie confía ya en ella y decepciona a todos, menos a Sweeney (Marc Maron), el gerente de un hotel que se identifica con su problema y le ofrece alojamiento, manutención y un trabajo. Leslie no entiende de segundas oportunidades.