Pueblos inundados por las aguas del pantano de Itoitz, rescatados del olvido
Hace veinte años, siete pueblos desaparecieron bajo las aguas tras el llenado del pantano de Itoitz. Una exposición de maquetas que puede verse en la Casa de Cultura de Agoitz los ha rescatado del olvido.
Hace casi veinte años se produjo el llenado del embalse de Itoitz, lo que supuso la desaparición de siete pueblos de los valles de Longida y Artze bajo las aguas. Todos ellos permanecen en un recuerdo cada vez más difuso en la memoria de los vecinos de la zona. Se trata de un entorno que las generaciones más jóvenes han conocido ya inundado. La exposición que los maquetistas Toño Villanueva y Juan Jesús Leache inauguraron el viernes en la Casa de Cultura de Agoitz busca rescatar del olvido a esos siete pueblos. La muestra, titulada ‘Pueblos que fueron’, se completa con los paneles elaborados por Alfredo León, que aportan datos sobre los pueblos y recogen testimonios de sus habitantes, además de ofrecer una cronología del proceso de construcción del pantano. Estará abierta hasta el 14 de abril, de 18.00 a 20.00.
«Llegaron a nosotros fotos de pueblos de la comarca y había algunos que ya no estaban materialmente. Nos planteamos hacer unas maquetas de los pueblos para que el recuerdo de toda esa gente que ha vivido ahí permanezca y para que la gente joven que no ha conocido esto sepa que debajo de ese pantano, de esas aguas, estaban estos pueblos», explica Villanueva.
Siete pueblos, en una sala
Los siete pueblos están colocados en una sala de la Sala de Cultura de Agoitz en el lugar que ocupaban. El primero de ellos es Itoitz, situado en lo que eran la confluencia de los ríos Irati y Urrobi. Los dos ríos están marcados en el suelo y en sus orillas se sitúan las maquetas de Artozki, Muniain y Nagore, que pertenecían al valle de Artze, y Ezkai, Gorritz y Orbaitz, que junto a Itoitz, pertenecían a Longida.
Villanueva y Leache tienen ya una larga trayectoria como maquetistas. En la misma Casa de Cultura de Agoitz se puede ver la que realizaron de cómo era esta localidad en 1929, tomando como referencia la fotografía aérea de Julio Ruiz de Alda, y de lo que fue el desaparecido aserradero de Ekai.
Destacan que los anteriores trabajos tuvieron un componente emotivo, que en el caso de los pueblos desaparecidos, ha sido aún mayor. Aunque en la elaboración de las maquetas, la base son los planos del catastro, con los que ven dónde se ubicaban las casas, y las fotografías de la época, los testimonios de quienes vivieron en esos pueblos sirve para enriquecer los detalles. De este modo, han podido conocer cómo eran la parte trasera de las casas, la que no sale en las fotografías, o cómo eran las ventanas. «Ha habido gente que nos ha explicado que en la parte de atrás de su casa había un balcón, una ventana o una puerta. Lo que no se veía en las fotos lo hemos sacado así. El objetivo de toda la información que hemos recopilado es que las maquetas se parezcan lo más posible a la realidad», explican.
«Seguro que nos encontramos con gente que nos dice que lo que hemos hecho no era realmente así. Nos ha pasado. Cuando hacemos una maqueta de algo que ya no está, hay personas que nos dicen que lo recordaban de otra manera. Y viene una personas y dice otra cosa. A veces el recuerdo de una persona no coincide con la que era la realidad», explican.
Un problema al que se han tenido que enfrentar ha sido el del relieve de los pueblos. No han encontrado mapas de este tipo, ya que toda la zona anegada por el embalse de ha borrado oficialmente. Las fotografías han sido la base para la recreación, pero han tenido que introducir correcciones. «Artozki lo hicimos como si el pueblo fuera llano. Luego ha venido gente que lo ha visto y nos ha comentado que la zona de la iglesia era un pelín más alta que el resto de las casas. Y hemos tenido que retocar todo eso», explican.
La desaparición de la zona de los mapas de Sitna, el Sistema de Información Territorial de Nafarroa, les ha obligado a recurrir a esos viejos mapas murales del herrialde o de Euskal Herria en plástico y en relieve que existían antes en oficinas y en bares. Esta ha sido la base de la maqueta que ubica los pueblos en los valles en los que se encontraban.
Cuatro años de trabajo
Para realizar la exposición comenzaron a trabajar hace cuatro años. En este periodo, tuvieron también la pandemia, que condicionó sus labores. En cualquier caso, destacan que no se dedican en exclusiva a la elaboración de maquetas, sino que es un hobby al que dedica el tiempo libro que les dejan sus ocupaciones. Tampoco tenían una fecha límite para elaborar la exposición, lo que les permitió trabajar sin prisas. De hecho, primero hicieron las maquetas y luego concibieron el modo de presentarlas ante el público.
La recopilación de la información ha sido relativamente sencilla en lo que se refiere a pueblos como Itoitz o Artozki, donde vivía un número considerable de gente cuando se produjo el llenado del pantano. Se han realizado numerosas entrevistas. «Ezkai y Gorritz estaban ya despoblados en esa época, por lo que la recopilación de testimonios ha sido más compleja. Hemos recurrido a hablar con gente que iba a Ezkai a pasar la tarde, por ejemplo. El vínculo con estos pueblos era más difuso. En el resto, no. En el resto había mucha gente que nos ha contado cosas», explica León.