Kazetaria / Periodista

«Estamos totalmente rodeados de criminales»

Los baluches recuerdan el 75 aniversario de la anexión forzosa de una parte de su tierra por parte de Pakistán, y también que ayatolás y talibanes ocupan el resto. Apuestan por un proyecto «secular y democrático».

Shahzavar Karimzadi, durante su participación en la conferencia de Hamburgo el fin de semana.
Shahzavar Karimzadi, durante su participación en la conferencia de Hamburgo el fin de semana. (Gilad SADE)

Un hotel a las afueras de Hamburgo. Su sala de conferencias se reservó el pasado sábado para recordar un evento histórico que pasa siempre desapercibido para el resto del mundo: ocho meses después de declarar su independencia, Baluchistán oriental fue anexionado por Pakistán. Se cumplen 75 años desde aquel 27 de marzo de 1948.

El Movimiento por un Baluchistán Libre organizaba una conferencia para la que se contó con la participación de expertos y agentes políticos y sociales, tanto baluches como foráneos. Tras las presentaciones, se cedía la palabra a Martin Axmann, doctor en Ciencias Políticas y autor de “Back to the Future” (Oxford, 2008). Se trata de uno de los libros recientes más referenciales sobre la cuestión baluche, uno que busca, en palabras del autor, probar de forma científica que los baluches son una nación, con una lengua y un territorio propios.

«No acabo de entender cómo un territorio dividido por las fronteras de Irán, Pakistán y Afganistán es tan desconocido para el resto del mundo; no me viene a la mente otra nación sin Estado que reciba tan poca atención como los baluches», lamentaba el alemán.

Luego está la miseria más atroz. 75 años después de su ocupación, Baluchistán Oriental sigue siendo la provincia más grande del país, pero también la más despoblada; la que tiene las tasas más altas de analfabetismo y de mortalidad infantil; la más castigada por la violencia; la más rica en recursos, pero también esa en la que se cocina con estiércol de camellos que, paradójicamente, caminan sobre enormes reservas de gas.


«No acabo de entender cómo un territorio dividido por las fronteras de Irán, Pakistán y Afganistán es tan desconocido para el mundo; no hay otra nación sin Estado que reciba tan poca atención como los baluches»

Axmann, no obstante, pide no echar toda la culpa al ocupante. «Los baluches siguen sufriendo una falta de unidad y de un liderazgo aceptado por una mayoría en un territorio que, a la vez, es diverso y transfronterizo», esgrime. La falta de apoyo internacional tampoco ayuda. Según Axmann, los baluches no tienen amigos en la arena internacional. Pesa «el miedo a perder apoyos por apoyar».

«¿Por qué no llegan las noticias de Baluchistán a los periódicos?», pregunta alguien. También desde el público, responde Habib Baloch, un periodista baluche exiliado en Alemania: «A los periodistas extranjeros se les prohíbe la entrada y se les deporta si violan el veto. Los informadores locales recibimos una llamada incluso antes de que se publique nuestro artículo».  «Tienes un hijo de cinco años, ¿quieres que siga con vida?», recuerda Baloch que le soltaron por teléfono. Optó por abandonar el país porque sus colegas asesinados se cuentan por docenas. Reporteros Sin Fronteras habla de «uno de los lugares más peligrosos del mundo para los periodistas».

El modelo de Rojava

Llega el turno de Kawa Fathi, un kurdo de Rojhelat (Kurdistán bajo control de Teherán), en representación del movimiento de liberación kurdo.

«‘Mujer, vida y libertad’ se ha convertido en el lema de la protesta, pero no olvidemos que la primera vez que se coreó fue en Kurdistán Norte (bajo control de Turquía) hace ya diez años», recuerda el joven. Kurdos y baluches, añade, «se han convertido en punta de lanza del movimiento contra los clérigos», algo que corroboraría el gran número de víctimas de ambos pueblos desde que estalló la protesta en septiembre. Fathi también subraya el peligro que plantea la división en la protesta entre «los nostálgicos de la monarquía y las minorías como kurdos o baluches, que buscan la descentralización y democratización del país».

«¿Han renunciado los kurdos a su independencia en favor del confederalismo democrático del que siempre hablan? ¿Se puede trasladar ese modelo a Baluchistán?», preguntan. «Ahí está el modelo de Rojava», responde el kurdo. En cuanto a la independencia, «no se renuncia a nada».

Cierra la sesión Shahzavar Karimzadi, antiguo preso político de Baluchistán Occidental, profesor de Economía en la Universidad de Herdfordshire (Inglaterra) y vicepresidente del Movimiento por un Baluchistán Libre. Habla de Irán y Pakistán como «proyectos sin identidad nacional, pero que sirven para implementar la estrategia de agresión colonial de persas y punyabíes».

Dice que ese es el problema. «Estamos rodeados de criminales: los talibanes en el norte; los punyabíes en el oeste y los clérigos en el este, eso sin contar a los árabes del Golfo…», desgrana el baluche, frente a un mapa de la región proyectado sobre una pantalla. Luego pide esperanza y unidad, y que esta se articule en torno a un proyecto secular y democrático para su pueblo.

«El siglo XXI es el de las mujeres, los kurdos y los baluches», remata.