Koldo Landaluze
Especialista en cine y series de televisión

‘Josephine Baker’, reivindicaciones universales al compás de una danza salvaje

Publicada originalmente en francés en 2016, ahora aparece en castellano ‘Josephine Baker’ (Salamandra Ediciones), una voluminosa novela gráfica de 500 páginas de José-Louis Bocquet y Catel Muller que aborda la fascinante vida de una mujer que fue mucho más que la vedete que enamoró a París.

Viñeta de la novela gráfica ‘Josephine Baker’.
Viñeta de la novela gráfica ‘Josephine Baker’. (SALAMANDRA EDICIONES)

Joséphine Baker subvirtió por completo el imaginario racista que la había convertido en una famosa artista para consagrarse como mujer negra y libre y heroína de la resistencia francesa.

La que fue conocida como ‘Venus de ébano’ sobrevivió a sus orígenes en Misuri, marcados por el racismo y la extrema pobreza, y se convirtió en una aclamada diva del music-hall que, entre bambalinas y sobre el escenario, observó detenidamente los movimientos del ejército alemán tras unirse al servicio de contraespionaje durante la Segunda Guerra Mundial.

Entre los ajetreados capítulos de su vida, también hubo renglones dedicados a su lucha internacional contra el racismo y los doces niños de diferentes razas que adoptó.

Sin sus características plumas ni lentejuelas, sino vestida con el uniforme de la Francia Libre, habló tras Martin Luther King aquel histórico 28 de agosto de 1963 cuando pronunció en Washington su célebre discurso ‘I have a dream’, una secuencia que para Baker se convirtió en «el día más feliz de mi vida».

Todo ello tiene cabida en la voluminosa novela gráfica de José-Louis Bocquet y Catel Muller titulada ‘Josephine Baker’.

Publicada originalmente en francés en 2016, ahora contamos con una edición a cargo de la editorial Salamandra en la que, a través de sus 500 páginas, recorre su intenso periplo vital.

Bananas, espionaje y reivindicaciones universales

Tras un fugaz paso por Broadway, el 2 de octubre de 1925 la bailarina afroamericana se convirtió en la vedete de la ‘Revue Nègre’ (‘La Revista Negra’) en el teatro de los Campos Elíseos y aceptó con reticencias aparecer con los pechos desnudos.

Sobre el escenario interpretó su ‘danza salvaje’, un extraño charlestón espoleado por redobles de batería de jazz que acompañó con una inmensa sonrisa. Según la propia Baker, «recuerdo que me sentí impulsada por fuerzas oscuras que desconocía, improvisé, embriagada por la música, el teatro recalentado y lleno hasta los topes bajo el calor de los focos». El público se sorprendió al descubrir a aquella mujer negra que jugaba con los fantasmas coloniales.

En 1927, la artista brilló en el escenario del ‘Folies Bergères’ vestida con un simple cinturón de bananas, acompañada de una pantera viva. «Si quiero convertirme en una estrella, tengo que ser escandalosa», dijo en cierta ocasión.

En 1937 se casó con el empresario Jean Lion y se nacionalizó francesa. Como mujer negra y casada con un judío, se convirtió en objetivo para los nazis. Desde entonces, su compromiso político pasó a ser fundamental.

Cantó para los soldados en el frente y se convirtió en agente para el general Charles De Gaulle, obteniendo, entre otras cosas, informaciones sobre las intenciones de Mussolini. La subteniente Joséphine Baker hizo llegar a Londres informes escritos con tinta invisible en sus partituras, lo que le valió la Cruz de Guerra.

Con el paso del tiempo, se convirtió en militante por los derechos civiles de la comunidad negra en Estados Unidos, se sumó a la Liga Internacional contra el Racismo y en 1966 participó en la conferencia Tricontinental celebrada en Cuba.

Adoptó doce niños de diferentes lugares del mundo y junto a ellos –a los que llamó ‘tribu arcoíris’– se instaló en el castillo de Milandes, en el sur del Estado francés, donde fundó su ‘capital de la fraternidad’.

Para llevar a cabo su novela gráfica, José-Louis Bocquet y Catel Muller contaron con la ayuda de uno de los hijos de la artista, Claude Bouillon-Baker, el cual dijo durante la presentación que «lo que más tengo presente de esta mujer tan activa es su imagen global. No puedo separar su papel en la lucha a favor de los derechos civiles de su papel como artista o madre. Pero, sobre todo, lo que quiero destacar de Josephine es ese gran amor que ella sentía, no solo por los niños o los animales, sino por todos los seres vivos. Siempre lucho por la dignidad de todo ser vivo».