Nerea Lauzirika
Gernika

Olvido y reconocimiento en favor de la convivencia

Desde ayer y hasta este miércoles, están celebrando en Gernika las XXXIII Jornadas de Cultura y Paz. En la primera jornada, Jovito Rêgo de Jesus Araújo, Daniel Nina y Pablo Díaz tomaron parte en una mesa redonda sobre las Comisiones de la Verdad, de las que hablaron desde sus propias experiencias.

Nina, Araújo, González Posso y Díaz, en las jornadas.
Nina, Araújo, González Posso y Díaz, en las jornadas. (Aritz LOIOLA | FOKU)

La mesa redonda ‘‘Comisiones de la Verdad. Sudáfrica, Timor Leste y Argentina’’, presentada por Camilo González Posso, trajo ayer a Gernika las experiencias de Jovito Rêgo de Jesus Araújo, Daniel Nina y Pablo Díaz en el marco de las XXXIII Jornadas de Cultura y Paz que, organizadas por Gernika Gogoratuz, el Ayuntamiento y el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), dieron comienzo ayer en la villa foral. Mientras Araujo explicó el desarrollo de la comisión de la verdad de Timor Leste, de la que formó parte, Nina analizó el efecto de la de Sudáfrica, de la que fue comisionado, y Díaz, narró en primera persona lo ocurrido durante la dictadura de Videla en Argentina, de la que fue víctima y uno de los testigos participantes en la comisión de la verdad de su país.

González Posso, presidente de Indepaz, abrió el coloquio recordando no solo a las víctimas de conflictos del pasado, sino a las que están sufriendo bombardeos hoy en día. Afirmó, asimismo, que es posible la reconciliación, incluso cuando se han llevado a cabo atrocidades. Pablo Díaz es uno de los integrantes del grupo de estudiantes adolescentes que fueron secuestrados y torturados por la dictadura cívico-militar de Argentina (1976-1983) durante el operativo conocido como ‘La Noche de los Lápices’, por lo que testificó en la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas en Argentina (Conadep). Explicó como era su día a día cuando se produjo su detención, en 1976: «La mayoría éramos adolescentes de clase media y con la migración de campesinos del medio rural nos convertimos en sus alfabetadores».

Contó que fue así como conocieron la pobreza. Relató que esta experiencia les llevo a organizarse y luchar por la consecución de un pase estudiantil de transporte gratuito, con el que buscaban reducir los costes que suponía estudiar y garantizar así que sus compañeros no dejaran los estudios. Subrayó que en la ficha de Claudia Falcone, detenida en el mismo operativo y desaparecida, se señalaba que era poco peligrosa, aunque con capacidad organizativa y pensamiento crítico, «eso era lo que les preocupaba».

Díaz fue el único que sobrevivió a ese operativo y quedó en libertad tras permanecer en prisión desde los 17 hasta los 21 años. «Mi padre pagó por mi salvoconducto, como en una extorsión», aseguró.

Justicia para reparar

El resto de los jóvenes detenidos en aquella operación fueron desaparecidos. Díaz quiso poner sobre la mesa lo que eso conlleva para sus seres queridos: «A las madres les decimos que un desaparecido es un asesinado, pero no han podido velarlo».

Puso en valor la importancia de recordar lo sucedido, «la memoria es para nunca más», así como la justicia. «En el alma me faltan mis compañeros y en el cuerpo me duelen las torturas, por eso la violencia y el odio me provocan llanto y angustia», reconoció Pablo Díaz.

El padre Jovito Rêgo de Jesus Araújo, cura católico, fue comisionado de la Comisión de Recepción, Verdad y Reconciliación de Timor Leste y es miembro del Consejo de Administración del Centro Nacional Chega y del Instituto Público de Memoria. Relató que tras la Revolución de los Claveles en Portugal se dio a las colonias la opción de decidir su futuro. Sin embargo, estalló una guerra civil que propició la invasión de Timor Leste por parte de Indonesia, durante la que uno de cada cinco habitantes resultaron muertos, según explicó González Posso. En 1999 se llevó a cabo un referéndum en el que el 87% de la población votó a favor de la independencia.

Durante su intervención, Araújo detalló que la comisión de la que formó parte tenía tres objetivos: sacar la verdad a la luz, promover la reconciliación y la reparación de las víctimas. Sin embargo, subrayó que este último objetivo no se ha cumplido.

Daniel Nina, facilitador de procesos de transformación de conflictos, participó en la mesa en calidad de experto en la Comisión de la Verdad de Sudáfrica y centró su análisis en la eficiencia de las comisiones de la verdad. Respecto a la sudafricana, planteó: «¿Valió la pena? Sí, para algunas cosas; no, para todas».

Quiso dejar claro que, aunque el apartheid se ha superado, existe «un capitalismo neoliberal horrible, que hace que un país que puede ser autosuficiente en todo tenga cortes de electricidad». Sentenció, por lo tanto, que la comisión no ha sido capaz de solucionar la base de la desigualdad.

Del mismo modo, diferenció el proceso de Sudáfrica del resto. Explicó que, en este caso, se priorizó la convivencia, por lo que muy pocos cumplieron penas de cárcel, «prefirieron otras rutas»: «Se levantaron nuevos monumentos, sin tirar los que había». Expuso que, debido a la cultura sudafricana, «que no es judeocristiana», escogieron el camino de «olvidar y repensar para convivir».