El Estado español amanece este lunes bajo la lupa global por la denuncia de racismo generalizada por el futbolista del Real Madrid Vinicius, en estos términos: «Lo siento por los españoles que no están de acuerdo, pero hoy, en Brasil, España es conocida como un país de racistas».
Podría tomarse como la pataleta de un multimillonario de 23 años ofendido por un cóctel de insultos, derrota y tarjeta rota, pero el presidente Lula le ha dado proyección internacional nada menos que desde el G7 que se celebra en Japón: «Quiero hacer un gesto de solidaridad con Vinicius, un joven que sin duda es el mejor jugador del Real Madrid, y que sufre reiteradas agresiones. Espero que la FIFA y otras entidades tomen medidas para evitar que el racismo se apodere del fútbol», ha indicado el mandatario de izquierdas.
Ya tras el polémico Valencia-Real Madrid de este domingo, marcado por el protagonismo corrosivo de Vinicius, el entrenador del equipo blanco, Carlo Ancelotti, presentó los insultos racistas como algo general y masivo, asegurando primero que desde las gradas de Mestalla se había gritado generalizadamente «mono» y cambiándolo luego a «tonto», después de que los periodistas lo desmintiesen.
Vinicius ha insistido esta noche en redes sociales: «No era la primera vez, ni la segunda, ni la tercera. El racismo es normal en LaLiga. La competición cree que es normal, la Federación también y los adversarios la alientan. Lo siento. El campeonato que alguna vez fue de Ronaldinho, Ronaldo, Cristiano y Messi hoy es de los racistas»
Una frase tomada como «injuria» por el presidente de la Liga, Javier Tebas, quien ha revelado que Vinicius ha reclamado una reunión para hablar del tema pero luego no ha acudido a las dos citas ofrecidas. El delantero no se calla nunca y le ha replicado: «No soy tu amigo para hablar de racismo. Por más que hablas y finges no leer, la imagen de tu campeonato se estremece».
Entre las que se han revuelto rápidamente ante la acusación está la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que ha afirmado: «España no es un país racista. Esto mismo ocurre también con las ofensas contra el rey y contra otras muchas personas» en los estadios.
Por contra, la denuncia del racismo ha sido masiva por parte de dirigentes políticos, comenzando por el presidente español, Pedro Sánchez, y jugadores de fútbol. Incluido el jugador del Athletic Iñaki Williams, cuyo caso como víctima en Cornellá fue el primero que motivó un expediente judicial en el Estado español, aunque tuvo muchísimo menos eco que este caso de Valencia.
El racismo es inadmisible en cualquier circunstancia, en el fútbol y en la sociedad. Acabemos con esto.
— IÑAKI WILLIAMS (@Williaaams45) May 22, 2023
NO AL RACISMO.
✊✊✊✊✊
Las dos caras de Vini Jr.
Leído todo esto, podría concluirse que este futbolista crecido en las favelas de Río de Janeiro es un activista de primer orden contra el racismo, capaz de, como hizo en Mestalla, encararse con un aficionado de la grada para reprocharle su actitud. Pero las cosas son mucho más complejas, porque en el mismo partido Vinicius insultó «hijo de puta» al público, hizo gestos –antes y después del incidente– deseando el descenso del Valencia a Segunda y acabó expulsado tras un golpe en la cara a un rival (que antes le estaba agarrando del cuello).
Esta dualidad ya apareció en la final de Copa ante Osasuna, hace dos semanas en Sevilla. Allí no hubo insulto racista alguno, pero Vinicius se mofó en la cara de Lucas Torró cuando el Madrid se adelantó 2-1 y antes se fue al vestuario en el descanso intentando ridiculizar a sus rivales con la expresión «no vais a ganar la Copa, sois un equipo pequeño». Muchos concluyen que, con o sin ofensas, el delantero brasileño es un provocador de manual.
Madrid y Tebas, algunas paradojas
No es la única contradicción. El Real Madrid, que ahora se presenta como abanderado contra esta lacra, fue el equipo franquista por excelencia y tuvo como estandarte de su hinchada al grupo Ultra Sur, conocido por sus posiciones de ultraderecha, antivascas y anticatalanas.
En cuanto al presidente de la Liga, que defiende sus protocolos antixenófobos, militó en su día en Fuerza Nueva y se ha reconocido como votante de Vox.