Ibai Azparren
Aktualitateko erredaktorea / redactor de actualidad

La lucha por un techo: Irlanda y su crisis habitacional

Irlanda enfrenta una grave crisis habitacional con escasez de viviendas, precios desorbitados y desafíos para los inquilinos. La vivienda es la principal preocupación de los y las irlandesas y germen del terremoto político que puede experimentar la isla tras décadas de gobiernos conservadores.

El porcentaje de personas que viven en viviendas públicas ha disminuido, mientras que el sector privado de alquiler ha experimentado un crecimiento significativo.
El porcentaje de personas que viven en viviendas públicas ha disminuido, mientras que el sector privado de alquiler ha experimentado un crecimiento significativo. (GETTY)

Hasta hace poco, Irlanda ostentaba uno de los índices de propiedad de vivienda más altos del mundo, alcanzando casi el 80%. Al tiempo, el sector privado de alquiler era limitado y volátil. En la actualidad, el país se enfrenta a una grave crisis habitacional. El número de propietarios ha disminuido, y los desahucios y el número de personas sin hogar se han disparado. Así, la creciente demanda de viviendas en alquiler ha provocado escasez y el aumento de los precios es tema de conversación diaria en una ciudad infernal para los inquilinos.

Dublín es hoy en una de las diez ciudades más caras del mundo para alquilar. Según un informe del Deutsche Bank de 2019, alquilar un apartamento de gama media en la capital irlandesa costaba 2.018 dólares al mes, un 23% más que en 2014. Desde entonces, los precios no han hecho más que aumentar.

Ante la imposibilidad de alquilar un apartamento entero, incluso con un buen salario, miles de personas optan por alquilar una habitación o incluso compartir una cama doble. Es el caso de Andrés, un estudiante mexicano con trabajo en Dublín. Paga 600 euros al mes por una cama compartida en el centro. «No tenía otra opción, fueron los únicos que respondieron a mis mensajes», afirma. Las inmobiliarias ni siquiera atienden cuando el objetivo es alquilar una habitación, y todo se gestiona a través de grupos de WhatsApp o de Facebook. «Teníamos una habitación libre en nuestro apartamento y publiqué un anuncio en Facebook. En 15 minutos tenía más de 100 mensajes», comenta Carlos, otro inquilino.

El resto de opciones para encontrar una habitación incluyen portales como Rent.ie, Hosting Power o Daft.ie. Sin duda, aquellos y aquellas que han intentado encontrar una habitación habrán recurrido principalmente a este último, aunque la alta demanda haga que los propietarios reciban una avalancha de correos electrónicos, lo que resulta en una tasa de respuesta reducida. En la actualidad, el portal muestra únicamente 1.346 viviendas disponibles para alquilar en toda la isla, junto con un total de 2.152 habitaciones.

Sin embargo, recibir una respuesta por parte del propietario no implica que el trabajo esté hecho. Marie, por ejemplo, fue citada en Cabra, una zona humilde y discreta al norte de Dublín, para ver una de las once habitaciones de un apartamento que contaba con una sola cocina y dos baños. Pedían 800 euros al mes. Al llegar, más de veinte personas aguardaban en fila india para poder entrar y poder ver la habitación en solo tres minutos.

Después de superar ese filtro, frecuentemente es necesaria una entrevista con el propietario, y las normas draconianas que uno se puede encontrar rozan lo absurdo. La letra pequeña de los contratos esconde sorpresas como alquileres solamente de lunes a viernes, la imposibilidad de acceder a la vivienda a partir de las 00.00 de la noche o la prohibición de traer invitados. «Ponen las condiciones que quieran porque saben que, si las rechazas, habrá otra persona dispuesta a asumirlas por desesperación», señala otro inquilino. Es posible que los acuerdos de arrendamiento tengan una duración mínima de seis meses, y la legislación en Irlanda otorga a los propietarios la facultad de desalojar a los arrendatarios en caso de que deseen vender la propiedad, renovarla o proporcionar alojamiento a un miembro de su familia en ese lugar.

Cómo se ha llegado hasta aquí

En la entrada de Oireachtas, el Parlamento irlandés, las concentraciones para exigir a la coalición conservadora del Fianna Fáil, Fine Gael y el Partido Verde medidas contra el aumento del coste de la vivienda son frecuentes. Con en el que era uno de los impuestos de sociedades más bajo de la UE, Dublín acoge a más de mil multinacionales, mientras que el precio por metro cuadrado no deja de aumentar.

Protesta en Dublín en contra del aumento del precio de la vivienda. (Nial CARSON/EUROPA PRESS)

Pero no siempre fue así. Después de que el país obtuviera su independencia en la década de 1920, el gobierno inició una campaña de construcción y vendió numerosas viviendas de propiedad pública a inquilinos. «La propiedad de viviendas se consideraba una forma segura de tenencia, especialmente para la jubilación, y también permitía acceder a préstamos para necesidades educativas o médicas», señala a NAIZ Eoin Ó Broin, una de las caras visibles del Sinn Fein y experto en materia de vivienda.

Sin embargo, durante el Tigre Celta, apodo relativo al destacado auge económico que experimentó el país durante los años noventa hasta 2001 o 2002, la economía fue impulsada por la inversión inmobiliaria, la especulación y los préstamos de alto riesgo y bajo coste. Evidentemente, la compra de segundas viviendas proliferó. «Después, el precio de la vivienda empezó a subir de forma espectacular. Y la capacidad de la gente para comprar su propia casa disminuyó», remarca Ó Broin.

Tras la explosión de la burbuja inmobiliaria, los precios cayeron, pero ya han regresado a niveles anteriores. Desde entonces, el porcentaje de propietarios de viviendas se ha reducido, aunque se mantiene en torno al 69%, acercándose a la media europea. No obstante, el porcentaje de personas que viven en viviendas públicas ha disminuido, mientras que el sector privado de alquiler ha experimentado un crecimiento significativo: de unas 80.000 viviendas de alquiler en 1995 Irlanda pasó a tener a más 300.000 en la actualidad.

Para el parlamentario, lo verdaderamente preocupante es que el porcentaje de jóvenes de entre 20 y 30 años que son propietarios de viviendas ha disminuido drásticamente, lo que plantea preocupaciones de cara al futuro, especialmente en términos de seguridad financiera en un país donde el sistema de pensiones «es malo». «El problema es que los jóvenes no tienen una vía para comprar su propia casa porque los precios son muy altos. Y preocupa que la propiedad de la vivienda siga disminuyendo a medida que esos jóvenes se hacen mayores», insiste.

Así, atribuye el problema de la vivienda en Irlanda a dos factores principales: la falta de oferta de viviendas públicas y la necesidad de regular el sector privado de alquiler. «Nuestro sistema de vivienda pública ronda el 10%. Debería ser el 30%. Además, la vivienda pública es para personas con ingresos muy bajos y no debería ser así, debería ser para un abanico más amplio de personas». Respecto al alquiler, detalla que «necesitamos un sector privado menos volátil y menos caro».

Vivienda y auge del Sinn Féin

El descontento con la coalición conservadora por no haber abordado el tema de la vivienda es manifiesto, y este punto resultó crucial para el triunfo del Sinn Féin en las elecciones generales de 2020, cuando los republicanos se hicieron con el 24,5% de los votos. En las últimas encuestas, el apoyo al partido liderado por Mary Lou McDonald ha aumentado hasta el 32%.

«Cualquier partido, incluido el Sinn Féin, que tenga un plan mejor que el Gobierno actual y que pueda convencer a la gente de que no solo es mejor, sino que además es realizable, se beneficiará de ello. Pero durante su mandato tendrá que cumplir ese plan», dice Ó Broin. La reducción y congelación de los precios de alquiler por tres años y la construcción de 100.000 viviendas públicas fueron las propuestas con las que encaró el Sinn Fein los comicios de hace dos años.

De esta manera, Ó Broin expone tres puntos clave en las propuestas de su partido para abordar la vivienda. Primero, aboga por un aumento significativo de la vivienda pública, tanto en alquiler como en propiedad. En segundo lugar, pretenden regular de manera más efectiva el sector privado del alquiler. Y además, se reconoce la necesidad de viviendas privadas, pero plantea un enfoque diferente al modelo especulativo actual, trabajando con constructores de menor escala.

«El objetivo es dificultar el acceso de los fondos buitre y especuladores de alto costo, mientras se fomenta la inversión responsable. Al ofrecer contratos a largo plazo, se genera empleo para los miembros de la industria de la construcción», remarca. Asimismo, señala que es imprescindible revisar el tratamiento fiscal de los arrendadores. «Si yo soy un inversor institucional que viene del extranjero hoy y compro un bloque de apartamentos y los alquilo, no pago ningún impuesto sobre mi alquiler. Y si vendo ese bloque de apartamentos en cinco o seis años, no pago impuestos sobre las plusvalías. Eso tiene que cambiar», insiste. «Y eso significa que algunos propietarios no querrán operar en el entorno normativo que cree el Sinn Féin. Pero no pasa nada, porque queremos que las personas que viven en esas propiedades no estén en el sector del alquiler privado, sino en viviendas públicas. Sabemos con quién trabajar», añade.

Sorprende que con la demanda que existe hoy día en Irlanda, haya entre 40.000 o 50.000 viviendas vacías. «Para ponerlo en perspectiva, tenemos unos 7.500 hogares sin techo, familias o personas solas. Así que con 50.000 viviendas desocupadas, se puede acabar con el sinhogarismo en cinco años», dice. «Necesitamos devolver a la actividad 4.000 cada año. Y de nuevo, en nuestro plan de vivienda pública, tenemos un objetivo muy ambicioso para intentar asegurarnos de que cada año, de esas 50.000 viviendas vacías, 4.000 sean compradas por nuestros municipios, sean reformadas, algunas se vendan o alquilen a precios asequibles o se alquilen socialmente a familias con bajos ingresos», apunta. «Es un plan caro y bastante radical, pero creemos que dará resultado», sentencia.