El Festival de Jazz de Gasteiz ya está aquí
Arrancaba este lunes en el Teatro Principal de Gasteiz la edición número 46 del Festival de Jazz, que presenta una programación más equilibrada y ceñida al jazz en comparación con la del año anterior.
Este lunes comenzó el Festival de Jazz de Gasteiz. Lo hizo calentando motores, con conciertos únicos en el Teatro Principal para arrancar a partir del miércoles con el horario tradicional de sesión doble, donde Mendizorrotza cerrará la jornada que se inicia a las 17.00 horas en el teatro del centro de la ciudad alavesa.
En el polideportivo, donde se llevan a cabo los conciertos de mayor cartel en sesión doble, podremos ver entre otros al mítico trío de Brad Mehldau, a la gran compositora, arreglista y directora de grandes bandas Maria Schneider, a The Bad Plus con su sonido más funk rock, tal vez la oferta quizás más populista de esta edición y como colofón final, el sábado nueve se subirá al escenario la gran Silvia Pérez Cruz con su versión más intimista.
Mientras tanto, en el recogido y bello espacio que representa el Teatro Principal, la dirección nos propone un cartel donde los nuevos talentos del jazz destinados a mantener viva la escena de la música creativa improvisada, entre los que destacan la frescura de Chelsea Carmichael, los ya habituales del Festival Moisés P. Sánchez y Marco Mezquida en un seguro que interasente duelo de pianistas, el pianista Samora Pinderhughes, hermano de la popular flautista de inconfundible e impronunciable apellido, el grupo Libérica, el guitarrista Yamandú Costa y el concierto con el que daba comienzo esta edición, la presentación del proyecto del pianista mirandés Adrian Royo.
Adrián Royo Trio
Con la puntualidad que se estila siempre en cualquier teatro que se precie, sonaba el timbre de primer aviso a las 20.30 horas en el Teatro principal, y apenas cinco minutos más tarde el doble timbre que avisa a los más remolones que han de apurarse para ocupar su localidad. Tras la presentación del concierto por la ‘voz en off’ salía a escena el trío que habría de tener el honor de dar el pistoletazo de salida a la semana del Jazz gazteiztarra.
De mirandés a mirandés, el batería Gonzalo del Val que presentó en la edición del 2022 su proyecto, parecía salir a escena a lar la alternativa a su paisano, el joven pianista y compositor Adrián Royo. Ambos siguieron la senda de casi todos los músicos que aspiran a formar parte de ese pequeño y un tanto anodino universo del jazz, que es ir a completar los estudios y a tocar en los clubs de Barcelona, donde la mayoría termina por asentarse. Allí les esperaría el tercer componente del grupo, el contrabajista catalán Manel Fortiá, que aprovechando que él ya estaba en Barcelona, se dio una vuelta por la Gran Manzana para completar su formación y hacer el rodaje que le ha llevado a ser uno de los más reconocidos talentos del jazz europeo.
Todos los temas que el trío nos ofreció en la tarde noche de ayer lunes 3 de julio forman parte de la lista de temas del primer trabajo discográfico del pianista, titulado Pangea y editado en el sello Errabal. Como el mismo Adrián explicó en la presentación, Pangea fue un continente único que agrupaba toda tierra emergida sobre el nivel del agua en el plantea hace unos 335 millones de años, antes de comenzar a separarse hasta adoptar la división en continentes que hoy conocemos y que cualquier día de estos comenzarán a juntarse. Esa parecía ser la idea o el deseo que el de Miranda quería expresar, un mundo unido, sin diferencias ni separaciones. Tal vez haya que esperar otros 350 millones de años, pero no para hablar de la música que el trío nos ofreció.
Una propuesta donde a grandes rasgos lo que nos encontramos son melodías y ritmos que engloban esa tendencia musical que yo he dado en llamar mediterránea, y que retoma la improvisación sobre piedra de la historia musical europea, norteafricana y del Medio Oriente, separándose así de la línea más swing y funk que representa la música improvisada norteamericana.
El concierto arrancó con Technology, unos arpegios que se van moviendo sobre un ostinato rítmico, para dar paso a una melodía impresionista y donde unos cierres siempre ternarios nos evocan cierto aire flamenco. En seguida se agradeció la inspiración de un Manel Fortiá al contrabajo, ya que en el formato de trío solo hay dos maneras de descansar del piano. Una es el solo de batería, la otra, solos de bajo. Dependiendo la habilidad del bajista para dibujar melodías improvisadas el concierto se puede hacer muy pesado, pero no es el caso que nos ocupa, ya que la capacidad improvisadora del catalán es un lujo para la audiencia, tanto como su gran trabajo en el papel más importante para el que el bajo se diseñó, que es para dar una nota sobre la que se sostiene el resto de la música.
El concierto arrancó con Technology, unos arpegios que se van moviendo sobre un ostinato rítmico, para dar paso a una melodía impresionista y donde unos cierres siempre ternarios nos evocan cierto aire flamenco
Entre tanto, Adrián expondría en el solo las bases que configuran su estilo, entre las que se encuentra intercalar entre sus improvisaciones citas a otros temas, clásicos del jazz y melodías populares. Algo que a lo largo de la historia se ha hecho mucho pero que últimamente quizás no es tan habitual y la verdad, yo creo que se agradece. También los ritmos ternarios, típicos del mediterráneo y que nosotros terminaremos por relacionar siempre con el flamenco aunque esté en toda la música folk peninsular, probablemente de ineludible herencia sefardí, que la batería de Gonzalo del Val con su hermoso sonido de platos y tambores trabajó incesantemente.
A Technology siguió Bangkok, un tema inspirado en un viaje realizado con su pareja a la ciudad asiática, con una introducción evocadora en la que los músicos comenzaron haciendo sonar sus instrumentos en forma atípica, extrayendo sonidos percusivos, armónicos y otros efectos. El tema se desarrolla entre melodías impresionistas y pasajes rítmicos hasta llegar a los solos y volver en forma circular para terminar desapareciendo de manera atmosférica.
Obarenes, un tema dedicado a los montes cercanos a Miranda de Ebro, ciudad donde comenta Adrián Royo que también hay mucha afición al senderismo. Así transcurre el tema, de aire más clásico y de medio tiempo relajado que invita a disfrutar del espacio sin prisas pero sin ser demasiado meditativo para continuar caminando.
Seguirían con Halcón, un tema dedicado al tío del compositor, el cual se dedicaba a la cetrería y concretamente a tratar de que las palomas no importunaran a los aviones en el aeropuerto de Bilbao. En el tema ocurrió que los solos lo fueron literalmente, es decir, una vez presentado el tema que a su manera querría representar los vuelos y descansos de los halcones y las andanzas del bueno del cetrero, cada músico hizo su parte con total libertad y sin participación del resto. Aquí Adrián nos descubrió dos de sus referentes musicales, ya que en su solo tocó un tema de Metheny y un pasaje al más puro estilo del genial brasileño Egberto Gismonti, antes de dar paso a los solos de sus compañeros, los cuales unieron con el tema Reencuentro.
Adrián nos descubrió dos de sus referentes musicales, ya que en su solo tocó un tema de Metheny y un pasaje al más puro estilo del genial brasileño Egberto Gismonti
En el tema que da nombre al disco, Pangea, sucedió uno de los momentos mágicos de la noche donde el bajista ofreció un solo increíble, pleno de intención, inteligencia musical, inspiración y técnica y que su final arrancó el aplauso de una audiencia habitualmente adormecida cuando escucha jazz en el teatro. Terminaron con el tema Palitos, inspirado en los malos tiempos a los que el autor quiere quitar peso no llamándolos palos que da la vida.
Con el público entregado y encantado de recibir de nuevo su dosis anual de jazz, volvieron los músicos al escenario para tocar Línea 1, un tema de ritmo frenético y cierto aire flamenco con el que terminaba la primera jornada de jazz en su regreso del jazz a los festivales veraniegos de nuestras ciudades. No dejen de escuchar el disco Pangea en sus casas, será cuando menos una buena compañía en algún rato de asfixiante calor.
Esta tarde a las 20.30 horas, estaremos escuchando a la joven saxofonista Chelsea Carmichael, que ya nos visitara el año pasado como ‘sidewoman’.