El verano de 2022 fue el más cálido registrado hasta ahora por Météo France y en ese contexto en el Estado francés se multiplicó por seis la tasa media de pérdida de masa forestal. Las llamas devastaron 72.000 hectáreas, 60.000 personas debieron de ser evacuadas y se contabilizaron 3,3 millones de toneladas de CO2 emitidas a la atmósfera. En lo más cercano, el fuego se apropió durante días de los pinares de Las Landas. De manera previa, dos grandes incendios dejaron consecuencias todavía hoy visibles en la montaña vasca. El fuego calcinó 160 hectáreas de La Pignada, bosque de Txiberta (Angelu), en julio de 2020, y en 2021 el monte Larhun sufrió un incendio devastador, que arrasó 2.000 hectáreas de vegetación.
La decisión de cerrar temporalmente el acceso a las zonas afectadas por el fuego permitió proteger mínimamente esos espacios, a las puertas de un periodo estival en el que la sequía, por una parte, y la afluencia turística o de curiosos, por otra, podrían haberse asociado elevando más si cabe los factores de riesgo.
Lamentablemente esa medida de precaución no impidió que Larhun volviera a arder en otoño, aunque esa vez la intervención rápida de los bomberos y el despliegue de medios aéreos permitió contener el fuego y salvaguardar la biodiversidad en el macizo.
La Prefectura de Pirineos Atlánticos rendía precisamente homenaje a los servicios de protección civil en la presentación de su plan de prevención de incendios para el periodo estival 2023.
«Gracias a ellos no tenemos que lamentar víctimas a causa de esos importantes incendios», dejaba constancia el prefecto Julien Charles en la comparecencia desarrollada en las instalaciones de protección civil, en Senpere.
Los servicios están movilizados desde primavera, a la vista de unas condiciones hidrológicas y climáticas que, aunque han mejorado con las lluvias caídas en las últimas semanas, «no permiten excluir el riesgo de incendio» en este arranque de verano.
Nuevas ordenadas sobre utilización del fuego
En noviembre de 2022 la Prefectura publicó dos nuevas ordenanzas con vistas a mejorar la prevención de los incendios forestales.
La primera estableció una reglamentando del uso del fuego más estricta, «para evitar los accidentes», en no pocas ocasiones ligados a la limpieza de rastrojos y otras prácticas tradicionales de quema de terrenos que desde hace años cuestionan organizaciones ciudadanas como Su Aski en Ipar Euskal Herria.
La segunda normativa se centró en la obligación de garantizar la limpieza y mantenimiento de terrenos, con particular atención a las plantaciones que rodean las viviendas.
Basándose en la experiencia de 2022, los servicios implicados en la prevención de incendios y, a la par de emprender las labores de replantación, los electos locales acordaron un protocolo que permite ordenar el cierre en el macizo de Larhun-Xoldokogaina-Ibardin.
De tal forma que cuando se dan una serie de variables como gran sequía, altas temperaturas o fuertes vientos se podrán reglamentar las actividades humanas en el monte, llegando a la prohibición expresa de desarrollar actividades deportivas o de esparcimiento en la montaña.
«Hay que evitar que Larhun vuelva a incendiarse», se remarca en ese plan de prevención.
Con vistas a garantizar ese objetivo, la base de Senpere acogía, coincidiendo con la visita del prefecto, una reunión de los distintos servicios implicados, desde organismos de preservación forestal, a los de proteccion civil pasando por los expertos del servicio de metereología.
Más recursos materiales y humanos
En lo que se refiere a los medios, se han aumentado en un 40% los recursos de protección civil para contratar a más personal, mejorar su formación y dotar al servicio de medios terrestres y aéreos reforzados.
El Estado apoyará los planes para mejorar los servicios de prevención que adopten las instituciones locales en base a un plan dotado con 150 milllones de euros.
En el caso concreto del departamento que liga a Euskal Herria con Biarno, se ha aprobado ya una partida por valor de 1,6 millones de euros para cofinanciar el plan de equipamiento del servicio de bomberos (SDIS64), lo que le permitirá dotarse, de aquí a 2025, de ocho nuevos camiones cisterna, dos vehículos dedicados a labores de reconocimiento y un nuevo puesto de coordinación.
La Oficina Forestal (ONF) va a contar además con un agente asignado al servicio DFCI de protección de incendios que ejercerá su labor en Ipar Euskal Herria.
La adquisición de nuevos aviones y helicópteros esenciales para apoyar la lucha contra el fuego se sumará a toda una serie de arsenales en tierra.
El departamento dispondrá de un «pelicandromo» -instalación para el reavituallamiento de agua y líquido retardante del fuego por parte de los aviones- que se situará en la zona del aeropuerto de Pau-Uzein (Biarno).
Además de presentar esas mejoras en el dispositivo de prevención y gestión de incendios, el prefecto Charles ha querido recordar que «la prevención de los incendios forestales es un trabajo colectivo en el que cada uno de nosotros tenemos un papel que jugar a la hora de proteger nuestro patrimonio natural y nuestro espacio vital».
Por la acción o la innación humana
Más de nueve de cada diez incendios tienen, de un modo u otro, su origen en las acciones -o inacciones- humanas.
«Una colilla, una barbacoa, un trabajo de bricolaje... cualquier práctica de riesgo, el más mínimo error o despiste puede desencadenar un incendio», advierte el patrón de la Prefectura, para apelar de inmediato a «la máxima vigilancia».
Una campaña informativa servirá para, además de detallar los servicios a acudir en caso de incendio, «aportar una información clara y accesible sobre cómo evitar los riesgos», a fin de que, de manera colectiva y también a título individual, los gestos cotidianos se adapten en función de las previsiones metereológicas diarias en las que se explicitará el nivel de riesgo de incendio.