Aunque las txarangas, el reggaeton y otros estilos musicales que animan a bailar como malditos son los que predominan en las noches sanfermineras, algunos lugares, como la Plaza de la Compañía, ponen un contrapunto ofreciendo un remanso de jazz.
Así sucedió en la que llevó al escenario de ese lugar a Sara Dowlin Quartet, grupo encabezado por la cantante reconocida a nivel internacional que le da nombre.
Su aterciopelada voz estaba acompañada por piano, contrabajo y batería, con unos músicos que demostraron su talento haciendo sus correspondientes solos. Unos alardes que eran seguidos con deleite por el numeroso público congregado en la plaza, que ocupó las sillas distribuidas delante del escenario y que cuando estas quedaron ocupadas se distribuyó por los aledaños.
Lo que más impresionaba era el silencio con el que se seguía el concierto. Algo lógico en circunstancias normales, pero resultaba especialmente chocante cuando, al mismo tiempo, en las calles paralelas todavía estaba de suelta el personal que había acudido a los toros o que estaba disfrutando de una noche de fiestas.
De hecho, los que se acercaban por el lugar terminaban contagiándose de ese solemne silencio, solo roto por los aplausos con los que se premiaba el esfuerzo del cuarteto.
Para quienes busquen una experiencia diferente en el epicentro de la fiesta, este miércoles a las 23.30 horas le llegará el turno a Robert Finley, cantautor y guitarrista de blues y soul, y mañana jueves, subirá al escenario de la Plaza de la Compañía a esa misma hora Minyo Crusaders, una big band de 10 miembros que reinterpretan canciones tradicionales de la clase trabajadora japonesa en clave jazz y con aires latinos y caribeño.