La derecha española fía su futuro al PP más aznariano y ultra de los últimos años
Tras las dos derrotas de 2019, la derecha española lleva años maniobrando para llegar a estas elecciones en las mejores condiciones posibles para ganar. Para ello, tiene claro que necesita volcar el máximo voto posible en un PP que afronta la cita decisiva del 23J con un perfil muy ultra.
Pocas horas después del cara a cara entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, en el que según las crónicas el presidenciable gallego, con diente afilado y armado con un surtido de mentiras de racimo, superó a su rival, se conoció que en la preparación del debate había jugado un papel esencial Miguel Ángel Rodríguez (MAR), un viejo conocido de la política española y fontanero de élite del PP.
La presencia e importancia de MAR en la campaña no es un dato anecdótico, pues sirve para fijar las coordenadas en las que se mueve Feijóo. Director del Gabinete de Isabel Díaz Ayuso, Rodríguez no es solo la persona que susurra al oído de la presidenta de Madrid, es también un personaje estrechamente ligado a todo lo que representa el aznarismo.
Nacido hace 59 años en Valladolid, MAR entró en contacto con José María Aznar cuando este era presidente de Castilla y León, y de su mano fue director de comunicación del PP (1988-1996) y Secretario de Estado de Comunicación. Su paso por la primera línea política fue breve (lo dejó en 1998) pero no estuvo exento de polémica, como recordarán las lectoras y lectores de cierta edad, y sus servicios fueron recompensados con la Cruz de la Orden de Isabel la Católica.
Durante años ha morado en la sombra, pero siempre ligado a los sectores más derechistas del espectro social, político y periodístico español, desde la FAES hasta las tertulias televisivas ultras, hasta que ha vuelto a emerger a la luz, primero como padrino de Ayuso y ahora junto a Feijóo.
Que uno de los delfines de Aznar esté en la sala de máquinas de la campaña echa por tierra la idea, aventada desde algunos sectores, de que estamos ante un PP centrado de la mano del expresidente gallego. Al contrario, todo lo que hemos visto estas semanas apunta en la dirección opuesta y muestra un partido muy escorado. Feijóo ha afilado su perfil para liderar la derecha española, que lleva tiempo maniobrando para llegar en las mejores condiciones tras la derrota de 2019. O derrotas, pues perdió en abril y noviembre.
Ya en los primeros comicios de ese año, cuando el PP, Ciudadanos y Vox obtuvieron el 16,69% (66 escaños), el 15,86% (57) y el 10,26% (24) de los votos, ese sector se dio cuenta de que dividir sus fuerzas en tres siglas diferentes era un suicidio, pero las elecciones de otoño llegaron demasiado pronto, y aunque el PP subió hasta el 20,89% a costa de Cs (6,80%), no fue suficiente. Sin embargo, con la lección aprendida, desde noviembre de 2019 sus medios afines están haciendo todo lo que está en su mano para enmendarse.
La derecha se vuelca con el PP
Desde el primer momento, las encuestas han tratado de asentar la imagen de un PP al alza, en detrimento de las otras opciones, sobre todo Cs. No había pasado ni medio año desde los comicios cuando algunos sondeos ya daban un empate técnico entre el partido de Pablo Casado y el PSOE, aunque en aquellos primeros compases de la legislatura la formación de Albert Rivera todavía mantenía el tipo.
No tardaría en dejar de hacerlo. Tras la ruptura entre PP y Cs en Murcia, con una moción de censura fallida, Ayuso convocó elecciones anticipadas en Madrid el 4 de mayo de 2021. La jugada, con los medios marcando el paso, salió redonda: duplicó sus votos y escaños y, sobre todo, arrasó al partido naranja, que no ha logrado recuperarse del golpe. El primer paso ya estaba dado.
Sin embargo, Casado seguía sin despuntar como candidato y, además, sus encontronazos con su ex amiga íntima Ayuso eran cada vez más frecuentes. La crisis estalló en febrero de 2022, y para sorpresa de nadie, se saldó en favor de la nueva “lideresa”, que contaba con el apoyo, en muchos casos bien regado con fondos del erario madrileño, de los medios y de la vieja guardia de Aznar y cía.
Habría sido muy heavy que Ayuso se postulara entonces, así que llamaron a Feijóo, que con desgana –ya rechazó concurrir a las primarias de 2018– aceptó mudarse a Madrid. Sabe que no puede salirse de la senda aznarista-ayusista, por la cuenta que le trae, y confía en que la operación salga bien.
Los sondeos llevan un año afianzando una candidatura que ahora busca cerrar la pinza sobre Vox. Le favorece la apelación al voto útil y un discurso que no incomoda al votante medio de Abascal. El mismo que en Madrid entrega su papeleta a Ayuso sin dudar.
Este es el PP que llama a la puerta. Abrírsela «para que no entre la ultraderecha» sería una broma de mal gusto; aunque en Euskal Herria hay líderes políticos con un sentido del humor bastante particular.