Pello Guerra

‘Iruña’, ‘Eruña’, ‘Oruña’ o ‘Uruña’, variantes medievales para nombrar la capital del reino

Aunque ‘Iruña’ es la denominación más tradicional para designar a la capital navarra, en la documentación medieval del viejo reino comprendida entre mediados del siglo XI y XII aparecen otras variantes para referirse a la misma ciudad, como ‘Eruña’, ‘Oroña’ o ‘Uruña’.

En la Edad Media, el nombre de Iruñea aparece de diferentes maneras en la documentación de los reyes.
En la Edad Media, el nombre de Iruñea aparece de diferentes maneras en la documentación de los reyes. (GETTY IMAGES)

‘Iruña’, ‘Eruña’, ‘Oruña’ o ‘Uruña’ son algunas de las variantes utilizadas en la documentación medieval para referirse a la capital del viejo reino, según recoge Miguel Larrambebere en un artículo publicado por la revista ‘Fontes Linguae Vasconum’.

Según explica el experto, el topónimo ‘Iruña’ fue incorporado en la documentación del viejo reino emanada de la escribanía regia entre mediados del siglo XI y mediados del XII. Su utilización tuvo como contexto «la progresiva definición de los espacios de soberanía real y de su distinción con respecto al estatus jurídico de la antigua civitas pamplonesa, sede del obispo, que además era el señor temporal de la ciudad».

Es decir, a la capital se le asignaba el término ‘Iruña’, mientras se reservaba el nombre ‘Pamplona’ para aludir al conjunto del reino.

El topónimo en euskara se empezó a utilizar en los diplomas reales en torno al año 1047, con García el de Nájera en el trono. Esa fórmula se fue consolidando durante el reinado de Sancho Garcés IV, el de Peñalén, (1054-1076) y con fuerza en tiempos de Pedro I (1094-1104) y Alfonso I el Batallador (1104-1134), «después de un momento de vacilación con Sancho Ramírez (1076-1094)», añade Larrambabere.

Frente a ese uso en los documentos reales, las escribanías de las instituciones eclesiásticas, como la de la catedral, se aferraron al término ‘Pamplona’, salvo el monasterio de Leire, donde, por sus estrechos vínculos con los monarcas, «tuvo cierto arraigo».

Diversas variantes

Aunque ‘Iruña’ es la fórmula más empleada, los textos «muestran una notable riqueza de variantes en el uso de dicho topónimo», según detalla el historiador. Así, ‘Iroña’ figura en 27 documentos del monasterio de Leire elaborados entre 1083 y 1115, e incluso también aparecen las grafías ‘Irunea’ o ‘Irunie’. Hasta se encuentra la versión ‘Runia’ o ‘Ruina’, variante que ha sido relacionada con el término Runa, con el que ha sido conocido el río Arga.

Una de las más frecuentes en el período indicado es ‘Eruña’, que empieza a aparecer en documentos de García el de Nájera y Sancho el de Peñalén. Vive su momento de más uso en tiempos de Pedro I, con 21 ejemplos en 70 referencias documentales a la ciudad, para decaer su utilización con Alfonso I el Batallador.

‘Oruña’ es otro de los topónimos empleados para referirse a la capital del reino, aunque su uso fue menos habitual y aparece en documentación de Sancho Ramírez, Pedro I, Alfonso I e incluso de García Ramírez (1134-1150).

Estas dos variantes «son desconocidas en los diversos dialectos vascos existentes en la actualidad y tampoco se ha podido hallar testimonio de uso en las últimas centurias», señala el autor del estudio.

En relación a esta última cuestión, destaca el caso excepcional de ‘Uruña’. Está presente en diplomas de Pedro I y Alfonso I, y se da la circunstancia de que este término «ha sido empleado hasta tiempos recientes para designar la capital navarra para los habitantes del dialecto roncalés en su variedad de Uztarroz», explica Larrambebere. Incluso ha localizado una forma derivada de esta y que sería ‘Urruña’.

Según el origen del escriba

Una explicación a estas variantes pasaría por las zonas de origen de los escribas que trabajaban para los monarcas de Iruñea y que, en algunos casos, lo eran también de Aragón. De hecho, en la documentación real «es mínimo el uso de las variantes citadas antes de la unión de los reinos de Aragón y Pamplona», señala el experto.

Varios de esos escribas eran originarios de poblaciones de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza, y es posible que esos topónimos fueran los que se empleaban de manera más habitual en esos lugares para referirse a la capital del reino. Una situación que también se registraría en Lizarraldea o Nájera.

En cualquier caso, estos escribas empleaban las citadas variantes «esporádicamente», ya que utilizaban «con mucha mayor frecuencia la versión ‘Iruña’, más extendida en las tierras estrictamente pamplonesas y arraigada desde tiempo atrás en la escribanía regia», explica el historiador.

Su uso empezó a decaer cuando Sancho VI el Sabio cambió la denominación de sus dominios para empezar a llamarlos Nafarroa. Entonces se evitó la posible confusión entre el nombre de la capital y el conjunto del reino, lo que hizo que se reservara el término ‘Pamplona’ «para denominar a la sede y a la ciudad gobernada por el obispo».