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El agua de Fukushima será vertida al mar desde el jueves, entre críticas de China y Greenpeace

El Gobierno japonés confirma que el vertido de agua tratada de la central nuclear de Fukushima al mar comenzará este jueves, lo que ha provocado protestas ciudadanas en el país, además de la reacción crítica de China y de Greenpeace.

El anuncio ha desatado protestas inmediatas.
El anuncio ha desatado protestas inmediatas. (Yoshikazu Tsuno | AFP)

El Gobierno de Japón ha anunciado que, si las condiciones meteorológicas lo permiten, comenzará este jueves la liberación de agua tratada de la central nuclear de Fukushima, medida que no ha tardado en provocar la reacción de los grupos antinucleares, que ya se encuentran protestando ante la residencia del primer ministro nipón, Fumio Kishida.

Tokio ha tomado esta decisión después de una reunión del jefe de Gobierno con varios de sus ministros y algunas partes involucradas, donde Kishida ha considerado que se puede empezar la liberación porque «la comprensión del plan está progresando tanto en el país como en el extranjero».

Mientras, ciudadanos opuestos a la medida, se han reunido frente a la residencia oficial de Kishida para criticar que el vertido supone una «carga» para el futuro: «Los vertidos en el océano dejarán una carga para las generaciones futuras», ha añadido.

El anuncio tiene lugar dos días después de que el 'premier' visitara la planta nuclear para evaluar 'in situ' la situación de los preparativos del polémico vertido al mar de agua tratada de la central, entre críticas de organizaciones civiles, así como China o Corea del Norte por la posible contaminación que podría causar.

El agua se ha mantenido en tanques después de pasar por un sistema avanzado de procesamiento de líquidos que elimina la mayoría de los radionúclidos excepto el tritio, pero los recipientes de almacenamiento están llegando a su capacidad máxima. Se sabe que el tritio es menos dañino que otros materiales radiactivos, como el cesio o el estroncio.

China: «La gente, lo primero»

Mientras otros países del entorno como Corea del Sur dicen no ver problemas, China ha urgido inmediatamente a Japón a detener la operación.

«El Gobierno chino insiste en que la gente debería ser lo primero, y seguirá tomando las medidas que considere necesarias para salvaguardar la seguridad alimentaria y la salud de los ciudadanos chinos», ha indicado este martes en rueda de prensa el portavoz de Exteriores Wang Wenbin.

Las autoridades chinas también han aseverado desde julio que mantendrán «un alto grado de vigilancia» sobre las importaciones de alimentos procedentes de Japón ante el plan de Tokio.

Desde 2011, China mantiene una prohibición de importar comida desde una decena de las 47 prefecturas que componen la nación insular, entre ellas la de Fukushima, y revisa «de forma estricta» toda la documentación de los alimentos llegados desde otras partes de Japón, especialmente en el caso de productos acuáticos como el marisco.

Si bien múltiples países han retirado muchas de sus restricciones en los últimos años, China solo lo hizo en 2018 en el caso del arroz importado desde la prefectura japonesa de Niigata.

Mientras, el jefe Ejecutivo hongkonés, John Lee, aseguró hoy que el vertido es «irresponsable» y «arriesgado», y pidió a los departamentos gubernamentales de la ciudad semiautónoma que impongan «controles» a los productos acuáticos procedentes de Japón para «garantizar la seguridad alimentaria y la salud» de los hokongeses.

Greenpace: «Evidencia científica»

La ONG ecologista Greenpeace también ha criticado el anuncio diciendo que «ignora la evidencia científica».

«Viola los derechos humanos de las comunidades en Japón y la región del Pacífico y no cumple con el derecho marítimo internacional. Lo que es más importante, ignora las preocupaciones de su pueblo, incluidos los pescadores», publicó hoy la organización en un comunicado.

«Estamos profundamente decepcionados e indignados por el anuncio del Gobierno japonés de liberar al océano agua que contiene sustancias radiactivas y a pesar de las preocupaciones expresadas por los pescadores, los ciudadanos, los residentes de Fukushima y la comunidad internacional», dijo Hisayo Takada, director de proyectos de Greenpeace Japón.

La ONG considera también que el actual sistema para limpiar el agua que será vertida, conocido como ALPS, es un «fallo» y que se trata de un «mito» que este agua deba ser vertida al océano con el fin de desmantelar la central, además de reclamar un «debate honesto» sobre el mismo.

El líquido que se va a verter se compone del agua contaminada durante el proceso de enfriamiento de los reactores dañados y el combustible fundido a raíz del accidente nuclear desencadenado por el terremoto y tsunami de marzo de 2011, así como de filtraciones de agua de lluvia en las instalaciones durante estos más de diez años.

Esta agua se ha estado almacenando en tanques tras someterse a un exhaustivo procesamiento para eliminar la mayoría de los elementos radiactivos, pero los recipientes y el espacio de almacenamiento físico en las instalaciones está llegando a su límite.