Isidro Esnaola
Iritzi saileko erredaktorea, ekonomian espezializatua / redactor de opinión, especializado en economía

BRICS: La desdolarización avanza despacio pero con paso firme

La cumbre de los BRICS en Sudáfrica ha sido seguido con gran expectación, sobre todo, las decisiones relacionadas con la desdolarización de las relaciones económicas internacionales. Los Brics han apostado por fortalecer el uso de las monedas nacionales en el comercio mutuo y la financiación

Posado al inicio de la cumbre de los BRICS en el Sandton Convention Centre de Johannesburgo
Posado al inicio de la cumbre de los BRICS en el Sandton Convention Centre de Johannesburgo (Gianluigi GUERCIA | AFP)

La cumbre que los BRICS ha celebrado esta semana en Sudáfrica ha generado una enorme expectación, sobre todo, por los movimientos relacionados con la desdolarización. A pesar de los escasos detalles que han trascendido sobre la marcha de los debates, la prensa occidental lleva meses tratando el tema.

A principios de verano, unas declaraciones de un funcionario ruso, que dijo que los BRICS estaban trabajando en crear su propia moneda, sirvieron de excusa para preguntar al ministro de Exteriores de la India, Subramanyam Jaishankar, que respondió que su país no tenía planes para unirse a esa moneda y que su objetivo era fortalecer la moneda nacional, la rupia. «Las monedas seguirán siendo un problema nacional durante mucho tiempo», puntualizó Jaishankar. En la respuesta algunos quisieron ver ya entonces el fin del proyecto de una moneda común. En cualquier caso, no es precisamente India quien tiene una posición holgada en esta cuestión. La rupia es solo parcialmente convertible y por esa razón India se ha visto obligada a pagar por el petróleo ruso en yuanes, la moneda de su principal adversario geopolítico, pero quizás tema más la creciente influencia de China.

Más interesado está el presidente de Brasil, Lula da Silva, que en una visita a Shanghai en abril de este año llamó a los socios de los BRICS a encontrar una alternativa al dólar en el comercio internacional. Durante la cumbre ha subrayado que una moneda común «aumenta nuestras opciones de pago y reduce nuestras vulnerabilidades». De hecho, Lula también propone crear una moneda común para Mercosur. Y también Rusia está interesada, sobre todo, después de que haya sido apartada del sistema swift y sus reservas en dólares y euros hayan sido confiscadas.

Un interés similar ha mostrado la veintena de países que han solicitado su adhesión. Entre ellos destaca Argentina, rehén del Fondo Monetario Internacional, que ya ha utilizado las cuenta de intercambio de divisas que mantiene con China para pagar en yuanes al FMI.

El debate sobre la moneda común

Forbes dedicó un artículo al asunto señalando que parece que la idea de Rusia y China es utilizar el oro como base del nuevo sistema monetario internacional. Sería un sistema similar al que se acordó tras la Segunda Guerra Mundial, con la particularidad de que entre el oro y el resto de monedas se coló el dólar como intermediario que dio a EEUU una posición de privilegio. El dominio se acentuó todavía más cuando el 15 de agosto de 1971 Nixon decidió poner fin a esa convertibilidad y el dólar pasó a desempeñar el papel del oro, pero sin las limitaciones de este.
 
En ese, como en otros muchos artículos, se confunde, y parece que de manera interesada, una moneda común con una moneda única, como es el caso del euro. Sobre esta última, el gobernador del Banco Central de Sudáfrica, Lesetja Kganyago, dijo en una reciente entrevista que una moneda única sería un «proyecto político» que implicaría lograr «una unión bancaria, una unión fiscal, una convergencia macroeconómica». Algo muy difícil entre unos países con unas economías tan dispares que además deberían abandonar sus propias monedas nacionales.

Pero esa no parece ser la idea que defienden la mayoría de miembros de los BRICS. Su apuesta es crear una moneda común que sirva de referencia general para el intercambio comercial entre todos los que quieran usarla. En la actualidad los derechos especiales de giro que emite el Fondo Monetario Internacional serían una moneda de este tipo. Su valor se obtiene de una cesta de cinco divisas (dólar, yuan, yen, euro y libra esterlina), sin embargo, su uso está restringido a servir solamente como reserva de valor de los bancos centrales, por lo que carece de influencia práctica en el comercio o las inversiones internacionales.

Hace algunos años Zhou Xiaochuan, actual gobernador del Banco Popular de China, apuntó en un artículo que «una moneda de reserva internacional primero debe anclarse a un punto de referencia estable y emitirse con un conjunto claro de reglas... [Sus] ajustes deben estar desconectados de las condiciones económicas e intereses soberanos de un solo país». La idea apunta a crear una moneda para uso común y para ello lo importante no es si está anclada al oro o no, sino el conjunto de instituciones que regulan su funcionamiento. Es evidente que alcanzar un acuerdo de estas características no es sencillo y exige tiempo.

En este sentido, el vicepresidente de la Duma rusa, Alexander Babakov, señalaba en una entrevista reciente que «no estamos hablando de cambiar de monedas. Las monedas nacionales seguirán existiendo durante mucho tiempo» y recordaba que reemplazar el dólar por otra moneda no funcionará «si no se forma un nuevo sistema, con nuevas reglas, con un nuevo procedimiento de préstamo, acompañando ese préstamo con las herramientas necesarias».

Las decisiones de la cumbre

En este contexto, los BRICS han decidido fortalecer el uso de sus monedas en el comercio mutuo. Para ello han encargado a los ministros de finanzas y a los gobernadores de los bancos centrales que desarrollen instrumentos y plataformas de pago que faciliten el uso de sus divisas locales en el comercio mutuo. En la importancia de esta decisión coincidieron todos, incluido el representante indio: el secretario de Exteriores, Vinay Kwantra, que reconoció en rueda de prensa que el sistema de pagos alternativos era un «área prometedora».

La otra decisión está relacionada con el impulso al Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) que dirige la expresidenta de Brasil Dilma Rousseff. La institución plantea aumentar los préstamos en monedas locales para reducir la vulnerabilidad a las fluctuaciones de los tipos de cambio. De momento, solamente un tercio de sus préstamos cumple este requisito. Otro aspecto crucial para el desarrollo del banco es que, a diferencia de la práctica del FMI, el NBD no establece condiciones adicionales –como recorte en el gasto social o reformas fiscales– a la hora de aprobar la financiación de un determinado proyecto.

Los pasos más enérgicos

Los resultados de la cumbre puede que sean limitados, sin embargo, no conviene olvidar que los pasos más firmes hacia la desdolarización de las relaciones económicas los ha dado Washington. El principal, cuando decidió congelar las reservas rusas y expulsar de facto al país del uso del dólar. Resulta tremendamente contradictorio pretender que la moneda propia sea utilizada como dinero mundial y al mismo tiempo prohibir su uso a discreción.

La decisión de EEUU puso en alerta a muchos países que comparten la preocupación de China sobre el uso de las sanciones financieras por parte de Washington. Incluso el Financial Times ha subrayado que ese temor se ha extendido a potencias intermedias e incluso a países como la India, con los que EEUU mantiene buenas relaciones.