Amalur Artola
Amalur Artola Kulturako koordinatzailea / coordinadora de Cultura

Campillo: «Cuando uno piensa en colonialismo piensa en masacre, pero hay muchos detalles»

‘L'île Rouge’, de Robin Campillo, nos traslada al Madagascar de los años 70 para hacernos partícipes de las consecuencias de la colonización francesa. El hilo narrativo se centra en la figura de Thomas, un niño que vive dentro de una base militar.

Quim Gutiérrez, Robin Campillo y Nadia Tereszkiewicz.
Quim Gutiérrez, Robin Campillo y Nadia Tereszkiewicz. (Jon URBE | FOKU)

El guionista y director francés de origen marroquí Robin Campillo vuelve a Zinemaldia con ‘L'île Rouge’, tras visitar el festival en 2012 como guionista y montador de ‘Foxfire’ (Sección Oficial). En esta ocasión nos traslada a una base militar francesa en Madagascar, para ser testigos, a través de la mirada de un niño, del día a día de los militares y sus familias. La cinta, mediante detalles sutiles, pone el acento en la colonización, en cómo viven los nativos la supremacía de los franceses.

En rueda de prensa, su director ha explicado que «es un película sobre la violencia oculta». Su intención era la de hacer «un retrato del paraíso» en el que existe «un tipo de violencia que es difícil de definir», y optó por presentarla a través de la mirada de un niño porque «él no está seguro de lo que está viendo. Hay cierto tipo de violencia incluso hacia el personaje de Colette [la madre del niño, interpretada por Nadia Tereszkiewicz], pero nunca se ve de manera clara y, al final, nos damos cuenta de que esa violencia íntima se ejerce contra el pueblo de Madagascar».

De echo, durante el metraje se dan varios detalles sobre las consecuencias de la colonización y el trato que reciben los nativos, pero la historia se centra en la vida interna de la base militar y el colonialismo pasa a ser protagonista en los últimos 20 minutos. «Quería que se mostrara la crueldad del colonialismo y para ello necesitaba que los espectadores se sintieran unidos a una familia agradable, para luego pasar más allá del telón. Uno ve a esas personas, parecen simpáticos, pero sabe que hay algo escondido, y cuando los borras de la mesa ves que hay una revolución, son los habitantes de Madagascar los que llenan la pantalla», ha explicado.

Campillo creció en bases militares, primero en su Marruecos natal, luego en Argelia y también en Madagascar, y ha contado que se ha basado en esos recuerdos de la niñez para construir tanto la historia como los personajes. Ha recordado que vivir en estas bases era «como un cuento de hadas, incluso los mayores eran como niños. De niño, me asombró muchísimo ver a Santa Claus dentro de un avión, y detrás de él un militar que nos daba regalos. Para mí –ha precisado– era la expresión de que el colonialismo era una ilusión detrás de la cual existe una violencia ejercida contra el pueblo de Madagascar, pero también contra mi madre», ha recordado.

Franceses y colonos

En las bases era importante seguir manteniendo el sentimiento de pertenencia al Estado francés, por lo que veían mucho cine francés, ha precisado Campillo. «Era nuestra cultura, necesitábamos estar conectados con el país. Eramos tan tan franceses...», ha recordado, pero también necesitaban sentirse ‘como en casa’, por lo que compraban todo tipo de muebles y enseres locales. «Comprábamos los muebles que se hacían para los colonos, en cierto modo estaban atrapados a hacer siempre el mismo mueble. Y, cuando nos trasladábamos, volvíamos a amueblar el apartamento con muebles de ese lugar». Sobre esa realidad impuesta a los artesanos, ha opinado que «cuando uno piensa en colonialismo piensa en masacres, pero luego están esos pequeños detalles. Cuando eres un niño no te das cuenta, es como vivir en un cuento de hadas», ha repetido.

En la película, ese cuento de hadas está representado por Fantômette, un personaje de cómic francés que el director consumía cuando era niño. «Al principio estuve buscando ubicaciones que se parecieran a los escenarios, pero lo que se describe en los libros ya no está. Es una fantasía», ha detallado el cineasta, lo que enlaza con las vivencias del niño protagonista, puesto que él «no conoce Francia, más bien tiene una fantasía de lo que es Francia».

Por su parte, Nadia Tereszkiewicz y Quim Gutiérrez (el padre del niño), presentes en la rueda de prensa, han hablado sobre cómo han abordado sus personajes. La primera ha explicado que, cuando iniciaron el rodaje, el elenco desconocía lo que quería mostrar el director: «No sabíamos cuál sería el punto de vista. Conocíamos muy bien a los personajes, pero no sabíamos con qué se iba a quedar cuando estuviéramos ante la cámara». La selección del director le «sorprendió muchísimo», ha asegurado, pero cree que ha sido correcta: «Me parece bien no haber sabido nada, porque no lo hubiéramos hecho igual».

Gutiérrez ha hablado de la procedencia española de su personaje que, ha opinado, es uno de los aspectos fundamentales de su personaje, porque también se siente discriminado por no ser francés. «Es alguien que tiene que mostrar un tipo de masculinidad basada en la fuerza, una idealización del hombre que es capaz de defenderse a puñetazos y al mismo tiempo quiere divertirse, ser cariñoso con sus hijos. Era una amalgama de características que me abrieron infinidad de oportunidades».