El punto de partida de ‘Cielo Rojo’ nos desarma por su sencillez y toma como referencia evidente los «cuentos de verano» de Eric Rohmer.

Un grupo de jóvenes se reúnen en una casa cercana al mar y explorarán aspectos del amor y el desamor. Sin embargo, a diferencia del enfoque del Rohmer, Christian Petzold imprime al conjunto una fuerte carga existencial, acorde a su cultura alemana, imprimiendo a este extraño encuentro –salpimentado de desencuentros– un tono mucho más oscuro.

Esto se refleja desde el comienzo en la ventosa playa del Mar Báltico, donde se desarrolla toda la historia, huérfana de la luminosidad del Mediterráneo.

La trama arranca cuando dos amigos llegan a una casa tras superar algunos obstáculos en su ruta. Su automóvil se averió en medio de la carretera, no tienen señal de teléfono para pedir ayuda y se extravían en el bosque mientras intentan tomar un atajo.

Este bosque, lindante a la playa, adquiere un papel muy relevante a lo largo de la película, evocando la mitología alemana y su misterio ancestral.

Ambos llegan a una casa habitada por una joven –con apariencia de ninfa– y es entonces cuando el filme adquiere ciertas resonancias de cuento clásico de hadas, descubriéndonos que en el citado bosque no habitan criaturas fantásticas, sino un gran incendio que amenaza con arrasar con todo, incluso la casa en la que se encuentran los personajes.

El director añade múltiples capas a su relato, creando una obra fascinante en la que el humor brota dentro de un contexto inquietante. A todo ello se suma la gran sutileza con la que el director de ‘Transit’ aborda la ambigüedad erótica y la dinámica del deseo que recorre a sus personajes.