Amaia Ereñaga
Erredaktorea, kulturan espezializatua

François Bourgeon: Fraternidad, libertad, mujeres rebeldes y cómic

«Fraternidad republicana y sororidad femenina van de la mano», proclama François Bourgeon, gran renovador del cómic en los 60 . Cuarenta y tres años después del inicio de su mítica y obra popular ‘Los pasajeros del viento’, Astiberri publica el cierre de la saga.

La Comuna de París, en ‘La sangre de las cerezas’.
La Comuna de París, en ‘La sangre de las cerezas’. (ASTIBERRI)

Por buscar un ejemplo comparable con otros géneros literarios más ‘masivos’, y salvando todas las distancias, es como si Ken Follet cerrase de nuevo la saga ‘Los pilares de la tierra’ o Patrick O’Brian, la de ‘Master and Commander’. Novela histórica, una; de aventuras, la otra. Ambas con versiones en cine y televisión, y ambas también protagonizadas por personajes masculinos.

En este caso, sin embargo, las mujeres fuertes son las protagonistas. Y también hay mucha imagen y movimiento. La publicación de los dos últimos tomos de ‘Los pasajeros del viento’, por el autor  francés François Bourgeon (París, 1945), y que supone el cierre de esta saga histórica más cuatro décadas después de su inicio, es una noticia de primer orden en el mundo del cómic. Y llega en castellano de la mano de la editorial bilbaina Astiberri.

«Había mucha competencia y, sin embargo, la editorial francesa [Editions Delcourt] nos la dio a nosotros, lo que una satisfacción», reconoce Laureano Domínguez Camaño, uno de los socios de esta editorial que, con una trayectoria de más de veinte años, ha conseguido convertirse en  una de las más importantes de mercado en el Estado.

Bourgeon ha concluido así un trabajo de cuatro décadas. (AFP)

 

De hecho, Astiberri tiene publicado todo de este autor al que se puede definir como un clásico y un renovador, porque transformó en su momento el cómic de aventuras en un producto cultural adulto y cuidado, donde la figura femenina desempeña un papel imprescindible. Astiberri ha publicado la integral de ‘Los pasajeros del viento’ (2015), la continuación de dos tomos de ‘La niña Bois-Caïman’ (2016) y ahora acaba de sacar la doble de ‘La sangre de las cerezas’ (2023).

Un recorrido a través de una saga familiar femenina y un viaje histórico con estos tres ejes: en el primer arco (‘Los pasajeros del viento’), la joven y rebelde Isabel de Marnaye embarcaba en un buque de la Armada francesa en el siglo XVIII, con la trata de esclavos como telón de fondo; en el segundo (‘La niña Bois-Caïman’) seguíamos los pasos de Zabo, la biznieta de la protagonista de la saga, en plena guerra de Secesión norteamericana. Y ahora, en este tercer arco (‘La sangre de las cerezas’, tomos 1 y 2), se cruza el destino de dos mujeres, Zabo y su joven protegida Klervi, en el corazón de un París ensangrentado.

Aquí la sinopisis: Casi dos décadas después de la insurrección de las clases proletarias en la sangrienta Comuna de París (1871), que resultó ser la peor masacre jamás perpetrada en París, Zabo y su joven protegida Klervi deciden dirigirse hacia Bretaña. Durante el viaje en tren de las dos amigas, Zabo le cuenta a Klervi los horrores que vivió en París, cómo fue condenada a ser deportada a Nueva Caledonia en 1873 y la larga travesía que compartió con otras mujeres, entre ellas la anarquista Louise Michel, una de las principales figuras de la Comuna de París, y unos 150 presidiarios. Pasó en Numea una década. Ya en Nantes, se abre para las dos mujeres una nueva vida, una vida que por fin han elegido.

Contar las injusticias, contar la ‘otra’ historia y poner a las mujeres bajo el foco es, de alguna manera, el común denominador de esta maravilla minuciosa y tan visual creada por François Bourgeon durante cuatro décadas.

Una reedición, Y otra, y otra...

«A mí es un autor que me enamoró desde desde el principio», reconoce Laureano Domínguez. «Yo me acuerdo que los leí en Barakaldo, cuando era un aficionado a los cómics que trabajaba en un bar en Bilbao. Y aquello era una maravilla. De hecho, le escribí al autor, me contestó y fue una entrevista que publiqué luego en algún medio». ¿Pero qué tenía aquel cómic de distinto y que ha hecho que, pese al paso de los años, siga haciendo que se vendan, una y otra vez, sus reediciones? La serie de ‘Los pasajeros del viento’ ha marcado a generaciones de lectores, ha sido traducida a veinte idiomas y lleva vendidos más de 5 millones de ejemplares. ¿Tal vez sea por el personaje de Isa, esa joven rebelde y atrevida, consciente de su sexualidad, que se disfraza de hombre y vive numerosas aventuras?

Obra capital para entender la modernización del género del cómic, la cuestión es que «en menos de medio siglo François Bourgeon ha construido una obra magistral, que le ha convertido en uno de los maestros incontestables del  cómic». La frase es ni más ni menos que del Musée de la bande dessinée (Museo del cómic) de Angoulême, la Meca del cómic, donde hasta el 5 de mayo de 2024 a este autor se le está dedicando una exposición antológica titulada ‘François Bourgeon y la travesía de los mundos’.

¿Pero quién es François Bourgeon? Meticuloso, casi renacentista, puntilloso en la búsqueda de referencias hasta el extremo... y un autor tan comprometido con la libertad como sus personajes. Hijo de un comunista y resistente, realizó estudios clásicos perfeccionando su dibujo en diversos talleres y en la escuela de artes y oficios, de donde salió con el título de maestro vidriero. A principios de los años 80 contribuyó de manera importante a la creación de una historieta destinada a un público adulto y exigente.

Él lo cuenta así en una entrevista concedida el pasado año al blog del PCF Morlaix... porque Bourgeon vive en Bretaña y tiene el alma bretona: «Empecé a dibujar muy temprano para la revista ‘Lisette’ destinada a niñas. Lo que era solo un medio de vida se convirtió en un trabajo en el que tenía que inventar heroínas para lectoras jóvenes... Entonces llegó 1968, con sus luchas por la emancipación de la mujer. Fue en ese momento cuando tuve la oportunidad de conocer a Jean-Claude Forest, el ‘padre’ de Barbarella, una mujer libre y fuerte. Cuando apareció el primer volumen de ‘Los pasajeros del viento’, en 1979, no premeditado, pero desde entonces he viajado en compañía de las mujeres que se convirtieron en las protagonistas principales de mi historia».

Otra de las viñetas del cierre de la saga. (ASTIBERRI)

Aquel debut supuso su ascenso al estrellato como uno de los grandes autores del mercado francófono, gracias a su sentido de la aventura y la exquisita documentación, pero sobre todo por Isa, la protagonista de la serie, que se convirtió en uno de los mejores personajes femeninos de la BD y toda una rara avis en su época. Tras cinco álbumes dio por concluido ese primer ciclo de la serie, que le valió para hacerse con diversos premios, los principales del sector, que ha ido acumulando estos años.

En ‘Los compañeros del crepúsculo’, cambió la localización temporal pasando a la Edad Media en plena Guerra de los Cien Años, pero seguían presentes el protagonismo femenino y su lucha por salirse del rol que la sociedad les ha marcado. Con la saga galáctica ‘El ciclo de Cyann’, los problemas editoriales provocaron que se prologara durante veinte años y pasara por cuatro editoriales diferentes (Casterman, Vents d’Ouest, 12Bis y Delcourt). Y en 2014 retomó la saga de Isa y sus descendientes.

El puntilloso bretón

Una de las características de la obra de Bourgeon es su minuciosidad a la hora de afrontar sus trabajos, su amor al detalle,  lo que hace que en cada página vemos detalles que demuestran su excelente trabajo de documentación.

Laureano Domínguez lo corrobora: «A mí, Bourgeon me parece uno de los autores más honestos que hay. Ver cómo trabaja es alucinante, porque reconstruye todo: hace esculturas de los personajes para colocarlas con distintas iluminaciones, hace maquetas de barcos, ha hecho maquetas del barrio de París donde se desarrolla parte de la trama, para ver cómo se mueven los personajes y pasan de una casa a otra... no sé, es tremendo. Para que veas hasta dónde llega, no diré la manía, sino la puntillosidad, de él: averiguó cómo estaba la luna a tal hora, de tal día en la época que transcurre la historia y tiene un calendario día a día de las fases lunares. O sea, que si tú ves que la lunes se ve en el cielo por la noche, es porque estaba así realmente».

No es difícil imaginarse a este autor metido, hasta físicamente, en sus historias. «Mi padre rompió con el Partido Comunista en la época del pacto germano-soviético, pero inmediatamente se unió de nuevo a sus camaradas, desde el inicio de la guerra, para organizar la resistencia contra los nazis, en una lucha de carácter universal. Por eso los nueve álbumes se sitúan entre Francia, Estados Unidos, el Caribe, África y los océanos Pacífico y Atlántico, hasta llegar a Nueva Caledonia. Es la historia de una revolución mundial lo que me interesa, por la conciencia política que implica. En lo que repecto a mí mismo, mi shock político llegó de manera trágica el 8 de febrero de 1962, en Charonne, cuando, como enfermero voluntario, comprobé con mis propios ojos la violencia de la represión policial [se refiere a la masacre, en París, en la estación del metro Charenne tras las protestas contra la guerra de Argelia. Hubo 9 muertos y más de 250 heridos]. Nunca olvidaré al hombre que atendimos y que murió a consecuencia de sus heridas unos días después. ¿Con cuántos más pasó? Allí aprendí la lección de que la victoria no es fácil, pero la lucha es permanente», añade.

Hay otra lucha que también le afecta que es la del sector editorial, golpeado en los últimos años por el encarecimiento del papel. Astiberri no se queja, consciente de que ha conseguido abrir una importante brecha, como es la de vender los derechos en el mercado internacional de autores del Estado como Paco Roca (autor de grandes obras como ‘Arrugas’) –«ahora es uno de nuestros puntos fuertes, la venta de derechos», reconoce Domínguez–, o de ver también cómo los medios de comunicación tratan con el prestigio que se merece al cómic: «Que la publicación de ‘La sangre de las cerezas’ o la edición el pasado año del Calvin y Hobbes, de Bill Watterson, puedan llenar una página entera de un diario es una señal de cambio importante».