En una comparecencia en Bilbo, Bildarratz ha restado importancia a la enmienda con el PSE sobre el mantenimiento de los modelos lingüísticos porque está en la exposición de motivos y porque se limita a recoger lo que ya figura en la Ley de Normalización del Euskera.
«La enmienda no dice nada nuevo, los modelos lingüísticos están vivos por la Ley del Euskera y se han ido modificando (durante años) por decisiones de las familias y de los centros para adaptarse a su realidad», ha añadido.
En su opinión, lo «importante» es el artículo 4 del proyecto de ley, que recoge los perfiles «de salida», con un nivel B2 en euskara y español y un B1 en otra lengua cuando se acabe la enseñanza obligatoria.
El consejero ha comentado que en los próximos años los reglamentos de desarrollo de la ley y las decisiones lingüísticas que tomen los propios centros se harán para cumplir con ese objetivo del «perfil de salida», y no por seguir los modelos A, B o D, que ha dicho que se podrían combinar incluso dentro de un mismo centro por la «diversidad» lingüística entre aulas. No obstante, la viceconsejera Begoña Pedrosa ha advertido que se necesitará «tiempo y trabajo» para cumplir esos objetivos.
Para Bildarratz, las diferencias son «pequeñas» y no justifican el actual debate en torno a la ley de Educación, que a su juicio es «fiel» al pacto educativo de 2022. El consejero ha lamentado que el debate esté «focalizado» en los modelos y «no se perciban las potencialidades de sus contenidos» y los «consensos amplios en los elementos fundamentales».
Bildarratz no consideraría un fracaso personal que la ley fuera aprobada solo por los socios del Gobierno (PNV y PSE), aunque seguirá buscan el «mayor consenso posible. Ha sido un proceso modélico, pocas leyes se han gestionado de esta manera», con un debate durante tres años con partidos, ayuntamientos, expertos, agentes educativos y familias, ha argumentado.