Daniel   Galvalizi
Periodista

Sánchez se encamina a ser investido la semana que viene con más votos que en 2020

El pacto con los soberanistas catalanes y vascos harán que el líder del PSOE tenga una investidura con mejores números parlamentarios que hace casi cuatro años. Pedro Sánchez sobrevive de nuevo ante una derecha exaltada. PNV y Coalición Canaria prevén anunciar su posición en las próximas horas.

Pedro Sánchez, tras su elección en 2020.
Pedro Sánchez, tras su elección en 2020. (J. Danae | Foku)

Tras unos días de frenéticas negociaciones que tuvieron momentos de tensión sobre el final, el PSOE y Junts cerraron ayer el acuerdo que permitirá a Pedro Sánchez ser investido, una vez más, presidente del Gobierno español, en medio de un contexto político en la región central convulso y de exaltación impulsado por las derechas.

No podían evitarlo y ambas formaciones, tras sellar su acuerdo en Bruselas (donde eran las reuniones entre el navarro Santos Cerdán y Carles Puigdemont, con intervenciones telemáticas constantes del ministro Luis Bolaños) ya han comenzado a distanciarse: el número 3 del PSOE dice que es un «no es un acuerdo de investidura sino de legislatura», mientras que los soberanistas y sus terminales mediáticas solo hablan de pacto para investir.

Teniendo cada bando una base social distinta, la diferenciación en el aspecto comunicacional es casi obligada, pero lo importante es lo firmado: la amnistía, nudo gordiano del pacto, abarcará desde 2012 a 2023 a todos los encausados por el «procès» y también una mesa de diálogo con un verificador (en argot socialista) o mediador (en argot de Junts). De esa mesa se espera que emane en algún momento la posibilidad de un referéndum pero el pacto del mismo ha sido postergado.

Lo importante es lo firmado: la amnistía, nudo gordiano, y una mesa de diálogo con un verificador (en argot socialista) o mediador (en argot de Junts)

 

Cabe recordar que fuentes tanto de ERC como de Junts habían dicho a NAIZ y otros medios fuera de micrófono que el acuerdo sobre fecha y forma de un referéndum no era condición sine qua non, sino que se buscaba más algún indicio de reconocer cierto derecho a la autodeterminación. La propuesta en su momento de Junts fue que eso sea delegado en el mediador, para que el PSOE no se vea entre la espada y la pared, y finalmente parece que es lo que ha primado.

Ahora lo que queda por verse, tras la ya descontada aprobación de la dirección de Junts del acuerdo (el paso formal necesario) es que ERC analice el proyecto de amnistía, que no ha sido dado a conocer por esa misma razón. Lo único que se ha publicado es el pacto de intenciones en donde se aseguran tanto la amnistía como el sí a Sánchez y que se procurará «la estabilidad de la legislatura». El documento de cuatro páginas está rubricado por Cerdán y por Jordi Turull, secretario general de Junts.

El proyecto de amnistía, trabajado minuciosamente para sortear los tribunales ante la lluvia de recursos que se esperan en su contra, también tendrá que ser avalado por otro actor fundamental en la mayoría: el PNV. La formación jeltzale es la única del llamado bloque plurinacional que no ha dado todavía su apoyo explícito al PSOE. Fuentes del grupo parlamentario del PNV han respondido a NAIZ que «se sigue negociando» con la contraparte socialista y que no creen que el anuncio sea «inminente».

Otro escaño zigzagueante es el de Coalición Canaria. Fuentes de la Ejecutiva canaria han respondido esta tarde a NAIZ que todavía no hay fecha de reunión para fijar posición, pero que será entre el viernes y el domingo. El líder del partido y presidente autonómico, Fernando Clavijo, hacía dicho la semana pasada que consideraban la opción de votar en positivo a Sánchez aunque lo hayan hecho también por Núñez Feijóo en septiembre pasado. Desde el partido están esperando las transferencias presupuestarias pendientes de los presupuestos estatales de 2023, algo prometido por la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, pero todavía no cumplido.

Investidura histórica

Como si fuera el ave fénix castellana, el hombre que era casi dado por (políticamente) muerto en junio, con todas las encuestas en contra y ya varios midiéndose el traje de sucesores, ahora se encamina a ser investido por una mayoría aún superior que en 2020.

Lo de Pedro Sánchez estará sin dudas en los anales de la supervivencia política moderna. En las elecciones generales del 23 de julio, y contra todos los pronósticos, el PSOE obtuvo un millón de votos más y dos escaños más con respecto a la repetición electoral de finales de 2019 (en la que había empeorado un poco con respecto a las de abril del mismo año, claro). No había encuestador, salvo el CIS, que no diera una mayoría a PP y Vox. Sin embargo la última semana de la campaña las cosas cambiaron.

Pedro Sánchez resurge como ave fénix castellana, ahora reimpulsado dándole vuelta a un meme salido de la derecha: Perro Sanxe

Y es ahora cuando el Perro Sanxe (la caricatura que el equipo de comunicación estudió y promovió para mejorar la empatía de su líder con el electorado, aprovechando la broma surgida de un meme de la derecha) cosechará la siembra de julio, sin olvidar dos factores: Euskal Herria y Catalunya. Es gracias a las circunscripciones vascas y catalanas que hoy el líder del PSOE pueda sumar mayoría.

La Mesa del Congreso se reunirá ahora –posiblemente el lunes– para fijar el pleno de investidura, seguramente desde el miércoles. Podría haber sido el domingo si quisieran: Francina Armengol instruyó a que el Congreso esté preparado para cualquier día, inclusive festivos, de aquí al 27 de noviembre.

El 7 de enero de 2020, tras la repetición electoral y el acuerdo con Unidas Podemos, Sánchez era investido por 167 votos a favor (entre ellos el PNV y BNG), 165 en contra y 18 valiosas abstenciones por parte de ERC y EH Bildu. En aquella oportunidad Junts votó en contra, al igual que la CUP, en lo que era el hemiciclo más fragmentado y con mayor presencia soberanista y regionalista de su historia.

La semana que viene, de no aparecer un cisne negro, el líder del PSOE será ungido por tercera vez presidente (la primera fue a través de la moción de censura para echar a Mariano Rajoy) con más apoyos que hace casi cuatro años: 179 votos a favor (PSOE, Sumar, ERC, Junts, EH Bildu, PNV y BNG) y 170 seguros en contra (PP, Vox y UPN). Incluso quizás Sánchez logre la proeza de los 180 votos si acaba convenciendo a CC.

Otro dato: la investidura será con una sola votación y no dos, como las que venimos observando en los últimos años (todas desde la mayoría absoluta de Rajoy, de hecho). La Constitución señala que el candidato a obtener la confianza de la cámara tiene una oportunidad de ser votado con mayoría absoluta (176) y si no lo consigue, con mayoría simple 48 horas después (en donde las abstenciones sí pesan). El pacto con Junts y los votos positivos de ERC y EH Bildu aseguran una investidura con una sesión de día y medio.

La exaltación conservadora

En medio de estas negociaciones de investidura, y sin conocerse el documento, el PP la ultraderecha de Vox y los medios de comunicación conservadores han emprendido una campaña feroz en contra de la amnistía, que en realidad esconde la verdadera frustración, que es que ven muy cerca que se quedan lejos de Moncloa y sin su anhelada repetición electoral de enero.

Con epicentro en Madrid, donde se concentra el poder económico y simbólico del nacionalismo español, ya van cinco noches en continuado de protestas en la sede de Ferraz o en Colón, y hay manifestaciones en muchas ciudades y pueblos del Estado. La estrategia de desgaste será brutal y tendrá también su episodio judicial, como ya lo han demostrado los vocales con mandato vencido del CGPJ.

Sin vergüenza ni pudor, el PP hace llamados públicos a que los diputados electos por Castilla-La Mancha se revuelvan y voten en contra de la investidura, a sabiendas que el líder regional García-Page está en contra de la amnistía (y de Sánchez). Además, Feijóo ha estrenado en septiembre en su discurso de investidura, y lo hizo en su última visita a Gasteiz también, la presión también contra el PNV, a quien le arrebató un escaño en las generales y espera quitarle votos en las autonómicas del primer semestre del 2024.

Se vienen días de convulsión política y judicial y el bloque progresista plurinacional deberá afilar sus dotes de comunicación porque la batalla será sobre todo extraparlamentaria.