El nieto de uno de los seis gudaris que el 8 de julio de 1982 fueron enterrados en una sepultura en el cementerio de Bilbo ha emprendido una campaña de recogida de firmas para que se protejan los restos, que corren el peligro de ser depositados en un osario común. Solicita al Ayuntamiento que paralice la venta de la concesión y a Gogora que la ampare dentro de la Ley de Memoria Histórica.
Unai Zabala, nieto del gudari de Euzko Gudarostea Juan Zabala Loza, ha decidido recabar el apoyo ciudadano a su causa después de que ni los responsables del Consistorio bilbaino ni los de Gogora hayan respondido a su demanda de que protejan los restos de los combatientes que fueron sepultados hace 41 años con todos los honores.
Los representantes municipales, expone, aducen que los servicios jurídicos estiman que no se puede hacer distinción con esta sepultura, cuya concesión venció en diciembre de 2000.
En verano de 1982, los restos de los seis gudaris que permanecían enterrados en el monte Zirardamendi, en Elgoibar, fueron trasladados a Derio. Los féretros de Paulino Beraza Madariaga, Felipe Elorriaga Larrea, Blas Larrazabal Inunciaga, Juan Zabala Loza, Ambrosio Etxebarria Uriarte y José Txintxurreta Zamakona, todos ellos militantes del PNV de Begoña, fueron depositados en el panteón cedido por la familia Pikaza. Al acto, recoge la prensa de la época, acudieron familiares y representantes jeltzales.
Se trataba de seis componentes de la compañía Zubiaur, del batallón Ibaizabal, que perdieron la vida en su bautismo de fuego en la madrugada de aquel 25 de setiembre de 1936 en el frente de San Miguel de Elgoibar, donde Euzko Gudarostea entró por primera vez en combate para frenar a las tropas fascistas. Gracias a que gudaris y milicianos impidieron el avance, se pudo constituir el 7 de octubre de 1936 el primer Gobierno Vasco presidido por José Antonio Agirre.
«Euzkadi no olvida a sus hijos»
En aquel emotivo acto en Derio, el entonces presidente de Euzko Gudarostea, Roberto Candina, manifestó su «agradecimiento en nombre de la patria a estos gudaris que ofrecieron sus vidas por ella. Euzkadi no olvida a sus hijos, los recuerda siempre como nuestra madre y les agradece el haber luchado por su libertad y la paz».
Hace tres años, Unai Zabala comenzó con sus gestiones para tratar de dar «seguridad» a la sepultura donde se encuentra su abuelo. La concesión no era suya y desde el Ayuntamiento se le indicó que no se podían hacer distinciones a pesar de la identidad de los enterrados. Al final, en 2022, logró que se paralizase la extracción de los restos «sine die» y que le permitiesen reparar la lápida donde se indica la identidad de los gudaris que allí reposan.
Zabala sostiene que la Ley de Memoria Histórica ampara su petición y añade que se trata de que el alcalde de Bilbo, como último responsable del cementerio de Derio, atienda la solicitud de amparo. Echa en falta «voluntad política» por parte de Juan Mari Aburto para acabar con esta situación de «vulnerabilidad» y dar «seguridad» a este enterramiento.