El baño de sangre se recrudece entre gestos y llamadas para la desescalada
Docenas de muertos, cientos de heridos, miles de desplazados, el horror y la devastación en Gaza no conoce límites. Sin embargo, no todos los puentes están rotos: Israel y Hamas negocian por intermediación, más voces piden desescalar y nuevos gestos apuntan en ese sentido.
El septuagésimo segundo día de la guerra de Gaza dejó más de lo mismo: docenas de muertos, destrucción por doquier y una sensación de impotencia que crece con el paso del tiempo. Un ataque aéreo mató ayer a 24 personas en Jabalia, norte de Gaza, según confirmo el médico Munir Al-Bursh, director general del Ministerio de Salud. Otras 90 personas habrían resultado heridas y «muchas más que se temían que estaban bajo los escombros de la casa alcanzada por las bombas». «Era la casa de la familia Al-Shihab, que albergaba a familias desplazadas», añadió. «Los cuerpos y los heridos siguen llegando a nuestro punto médico, el único en todo el norte de Gaza».
Mientras tanto, seguían los intensos combates en Khan Younis, en el sur de Gaza, que está siendo asaltada por tierra y bombardeada desde el aire, con decenas de palestinos muertos. Entre ellos, el camarógrafo de Al Jazeera, Samer Abu Daqqa, muerto el pasado viernes. El ejército israelí ha pedido a los residentes de Khan Younis que se trasladen a refugios para desplazados para «garantizar la seguridad», pero con las comunicaciones cortadas por los combates no está claro cuán ampliamente se recibieron los mensajes.
Además, otros cinco palestinos murieron ayer en un ataque con drones contra en el campo de refugiados de Nur Shams (Tulkarem), en el norte de Cisjordania, que ha sido objetivo de decenas de redadas de las tropas israelíes desde que comenzó el conflicto en Gaza el 7 de octubre. Se suman a otros dos fallecidos durante la madrugada. Desde esa fecha han muerto 297 palestinos en toda Cisjordania.
En medio de todo este horror, la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios informó que solo ha podido evacuar a 500 palestinos heridos a Egipto desde que comenzó la guerra, lo que representa sólo el 1% del número estimado de 50.500 heridos. Alrededor de 8.000 requieren intervención médica inmediata que les salve la vida. Israel ha ordenado evacuar más de 20 hospitales en Gaza en las últimas semanas, lo que Amnistía Internacional califica como «sentencia de muerte» para pacientes con heridas o enfermedades graves.
Declaraciones y gestos
Abundan las declaraciones, las filtraciones interesadas y los gestos, supuestamente de buena voluntad, en mitad de este infierno. Así, el Secretario de Asuntos Exteriores británico, David Cameron, y su homóloga alemana, Annalena Baerbock, pidieron un «alto el fuego sostenible» en Gaza, que no un «alto el fuego inmediato». «Debemos hacer todo lo posible para allanar el camino hacia un alto el fuego sostenible que conduzca a una paz sostenible. Cuanto antes llegue, mejor: la necesidad es urgente», escribieron en un artículo conjunto del "Sunday Times", y agregaron que, no obstante, no creen que pedir un «alto el fuego general e inmediato» sea «el camino a seguir», porque «ignora por qué Israel se ve obligado a defenderse».
Según su posición, «un alto el fuego insostenible, que rápidamente desemboque en más violencia, sólo haría más difícil generar la confianza necesaria para la paz» y subrayan que «dejar a Hamás en el poder en Gaza sería un obstáculo permanente en el camino hacia una solución de dos Estados”. A este repecto, cabe recordar que la reciente Asamblea General de la ONU votó a favor de exigir un alto el fuego humanitario inmediato en Gaza, pero tanto Gran Bretaña como Alemania se abstuvieron en la votación no vinculante a favor de la resolución de alto el fuego.
Por su parte, la cadena estadounidense CNN informó que el encuentro entre el jefe del espionaje israelí, David Barnea, y el primer ministro qatarí, Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, celebrado en Noruega para abordar nuevos acuerdos sobre rehenes fue «positiva». A pesar de que Israel y Hamás no se hablan directamente, se oficializó la reanudación de negociaciones indirectas, que cobra una especial trascendencia tras la muerte de tres rehenes israelíes, que ha añadido urgencia.
Israel informó ayer que los camiones de ayuda humanitaria de la ONU empezaran a entrar «temporalmente» a Gaza desde su territorio por primera vez desde el 7 de octubre. Se someterán a controles de seguridad y serán transferidos directamente a la franja a través del cruce de mercancías de Kerem Shalom, uno de los dos cruces fronterizos israelíes donde los camiones eran inspeccionados hasta ayer pero no se les permitía entrar directamente. Los enviaban de regreso a Gaza a través del cruce de Rafah desde Egipto.
Marejada de fondo en Israel
Una decisión que ha avivado más el fuego de la discordia en el seno de la coalición que sostiene a Benjamín Netanhayu. El ultraderechista Itamar Ben-Gvir, ministro de Seguridad Nacional, criticó duramente esa decisión y pidió convocar al gabinete para volver a discutirla. En una carta pública, afirmó que la medida se aprobó sin discusión alguna y sólo mediante consulta telefónica sin votación. «Me opongo firmemente. Sin embargo, incluso quienes la apoyan deben decidir esto sólo tras una discusión sustancial en el gabinete en la que se presente a los miembros todos los datos que respaldan esta decisión».
En esa línea, el ministro de Finanzas, el ultraderechista Bezalel Smotrich, declaró en la emisora pública Kan News. que «Israel necesita asegurarse lo antes posible de que no haya nadie con quien hablar del otro lado». Por su parte, el líder de la oposición, Yair Lapid, pidió la dimisón de Netanhayu, «no puede seguir siendo primer ministro, perdió la confianza del pueblo, perdió la confianza del mundo y perdió la confianza del sistema de seguridad», dijo en una publicación en X, exigiendo la convocatoria de elecciones.
Ante las aguas revueltas que van creciendo en el seno de su gabinete y las manifestaciones cada vez más masivas en su contra, Netanhayu reiteró publicamente que «estamos en una guerra por nuestra existencia». Hablando por primera vez desde que el ejército mató por error a tres rehenes israelíes en Gaza, se reafirmó en que «la guerra debe continuar hasta la victoria, a pesar de la presión internacional y del costo insoportable que la guerra nos está cobrando en nuestros hijos e hijas caídos».
«Hamas muy lejos de alzar la bandera blanca»
Cuando el número de soldados muertos desde el inicio de la operación militar terrestre en Gaza asciende a 121 y los heridos –muchos de ellos en condición crítica– superan el millar, con la muerte por «fuego amigo» de rehenes israelíes que ha levantado ampollas y grandes protestas, particularmente en Tel Aviv, la prensa israelí está cambiando la narrativa. Ayer, el diario hebreo "Yedioth Ahronoth", afirmaba que «la realidad demuestra que Hamas es un ejército infinito». E informaba que «en el ejército israelí, está evaluación está reforzada por el convencimiento de que la guerra continuará durante muchos meses», a la vez que criticaba la propaganda oficial, dando por hecho «que cualquier anuncio de que Hamas será pronto destruida está alejado de la realidad».
Los complejos hechos de este fin de semana –muerte de rehenes israelíes por Tsahal, las Fuerzas de Defensa de Israel–, habrían dejado claro que «no hay lugar para las declaraciones exageradas que se escuchan en ciertos estudios de televisión, como el de que la victoria sobre Hamas es inminente. Estamos en una guerra difícil que requiere tiempo y conciencia de que habrá eventos complejos y victorias tácticas para Hamas, que está muy lejos de alzar la bandera blanca de la rendición».
Todo ello, en una coyuntura en la que el Ejército israelí reconoce que el Mar Rojo es un «escenario de amenaza estratégica», el mismo día en el que la compañía naviera OOCL, con base en Hong Kong, y con sedes en más de 130 puertos del mundo, anunció que «cancela todo trasporte de bienes a y desde Israel», hasta próximo aviso.
Mientras tanto, impertérrito, el primer ministro Benjamín Netanyahu leía ayer una carta en su reunión semanal de gabinete que, según dijo, fue escrita por familiares de soldados muertos. «Tienen un mandato para luchar, no para detenerse a mitad del camino», citó a ellos, respondiendo: «Lucharemos hasta el final»