Las prioridades de la ciudadanía, sin voz propia en el Gobierno de Gabriel Attal
El nuevo Gobierno francés ha celebrado su primera reunión, este 12 de diciembre, bajo la batuta de un Emmanuel Macron que se ha asegurado de que Gabriel Attal conserve a sus ministros de mayor peso. Genera inquietud que Vivienda, Sanidad, Educación o Función Pública no tengan ministerio propio.
El Gobierno de Gabriel Attal ha celebrado este 12 de enero de 2024 su primera reunión, bajo la batuta del presidente francés, Emmanuel Macron, que da cita para la semana que viene a los medios a fin de explicar, más a fondo, la senda por la que transitará el macronismo en un año con dos citas mayores: las elecciones europeas y los Juegos Olímpicos de París.
«A trabajar», ha sido la consigna lanzada por Macron a los miembros de un gabinete, de quienes dice esperar que sean «más revolucionarios que gestores».
Tras la breve arenga, una toma de imágenes y luego el silencio. Escudándose en que el Gobierno no está completo, el jefe del Elíseo, y su hombre en Matignon se han ahorrado la habitual rueda de prensa tras el Consejo de Ministros.
Una tarea que asumirá a futuro Prisca Thenevot, exministra de Juventud a la que Attal rebaja a ministra delegada y da una etérea misión: «La renovación democrática».
A última hora del jueves se avanzaron ya las identidades de 11 ministros así como de tres de los ministros delegados, dependientes del jefe de Gobierno.
En el primer bloque, siete hombres y cuatro mujeres. Un déficit de paridad que es mucho más lacerante si se tiene en cuenta el reparto de carteras.
Los ministerios de Estado serán para ellos
Como resumía NAIZ al hilo de esos primeros nombramientos, Gabriel Attal, al que el presidente francés solicita que, a sus 34 años de edad, insufle energía y dinamismo a la labor gubernamental, ha optado por mantener en su sillón a los pesos pesados del equipo saliente.
El nuevo patrón de Matignon seguirá confiando para Interior en Gérald Darmanin, inspirador de la legislación antimigración avalada por derecha republicana y ultraderecha. En sus manos pone el programa securitario con el que el viejoven premier aspira a plantar cara a la estrella ascendente de Rassemblement National (RN), Jordan Bardella (28 años).
Tras salir vivo de su paso por los tribunales, el veterano Éric Dupond-Moretti seguirá siendo ministro de Justicia.
En el área económica, Bruno Le Maire se afianza, para confirmarse al tiempo como uno de los ministros de Economía más longevos. Además alarga su sombra para ocuparse de programas claves, como los relativos a la Soberanía Industrial y Digital.
Además de esos tres mosqueteros, cabe citar que Sébastien Lecornu seguirá como ministro de Defensa. Sin olvidar otra cartera de peso evidente, hasta ahora ocupada por una mujer, en la que ejercerá una cara nueva, aunque no desconocida, ya que Attal ha elegido para el Ministerio de Asuntos Exteriores a Stéphane Séjourné, suministrador de ideas del macronismo.
Otro signo, que no el único, de la alta dosis de endogamia, y de la adscripción a las élites parisinas, que marca esta remodelación de gobierno.
El informe de penales no importa
El nuevo Ejecutivo se orienta netamente a la derecha, y dentro de ese espectro a su versión más recalcitrante, ya que suma más figuras originarias de la UMP de Nicolas Sarkozy, cuando no de siglas que precedieron a la ideada por un expresidente condenado por los tribunales.
Para el «renovador» Macron ni el informe de penales es un obstáculo a la hora de hacer política con figuras que tuvieron su momento treinta o cuarenta años atrás.
En este sentido, el fichaje más estruendoso es el de Rachida Dati, ministra con Sarkozy, imputada, a su vez, en causas por corrupción, y a la que Attal ha confiado el Ministerio de Cultura. El primer ministro debió defender la presunción de inocencia de Dati en la primera entrevista televisada que concedió, el jueves por la noche a TF1.
Todo un símbolo en el arranque de un nuevo mandato en Matignon.
La arquitectura del gabinete
Con todo, más allá de los nombres, llama poderosamente la atención la arquitectura gubernamental, por lo que muestra, pero sobre todo por lo que esconde.
Al lado de Macron en la protocolaria primera reunión del Consejo de Ministros se ha sentado Catherine Vautrin, exministra con Jacques Chirac, que no ocultó su rechazo a la ley que permite la unión entre personas del mismo sexo y que también es conocida por oponerse a legislar la eutanasia. Ejercerá a la cabeza del nuevo Ministerio de Salud y Trabajo.
Primera luz de alarma. Cuando la situación de la red sanitaria es una de las principales preocupaciones de la ciudadanía, Sanidad deja de contar con una cartera propia.
Pierde visibilidad una preocupación mayor, que se añade al ámbito de Solidaridad y Trabajo.
De querer trazar un vínculo entre salud y trabajo, podría recordarse que en el Estado francés han muerto en los primeros diez días de 2024 diez trabajadores.
Al menos 354 personas murieron en 2023 mientras trabajaban, según un censo que llevan a cabo organismos civiles, ya que el Gobierno francés no tiene a bien aportar cifras al respecto.
«La escuela es la mejor arma para cambiar la sociedad», recordaba Attal al dejar ese Ministerio para asumir las riendas de Matignon.
Sin embargo, ha decidido que Educación no cuente con un Ministerio propio.
Los sindicatos de enseñanza han recibido con incredulidad la opción de Attal de que, en el año de los Juegos Olímpicos de París, Amélie Oudéa-Castera alargue sus competencias para encargarse de Deportes, Juventud y Educación.
Al dibujar ese Ministerio de dimensión olímpica Attal corrobora su intención de seguir manteniendo mando en plaza en Educación. Tras la reunión del Consejo de Ministros, acudía junto a Oudéa-Castera a visitar un centro educativo.
¿Con quién hablará el presidente de la Mancomunidad Vasca?
Con todo, el gran apagón afecta sobre todo al tema de la vivienda. Si una cuestión ha marcado el debate en 2023, tanto a escala territorial como en el legislativo estatal, ese ha sido el de la crisis habitacional que sufre el Estado francés.
Del control del precio de los alquileres a las medidas administrativas y fiscales para poner coto a las plataformas de alquileres turísticos, la cuestión de la vivienda ha sido central.
Así lo atesoran las medidas adoptadas por la Mancomunidad Vasca.
Sin embargo, el nuevo primer ministro ha fulminado la cartera de Vivienda, que ha venido ocupando uno de los ministros salientes, Patrice Vegriete, al que se le encomendaron también tareas en relación a la Transición Ecológica y de Cohesión Territorial.
Esas dos últimas materias se conjugan en la cartera que ostentará otro de los titulares heredados del Ejecutivo anterior, Christophe Béchu.
De ese trabajo entre entidades civiles y políticas en Ipar Euskal Herria, pero también de la interlocución Baiona y París, emanó otra medida, un programa experimental sobre el control de los precios de alquileres, que debería poner en marcha la Prefectura a los largo de 2024.
La falta de un ministro encargado de Vivienda deja, al menos temporalmente, en el aire ese hilo de comunicación con la cima del Estado.
Habrá que esperar a los nombramientos para las secretarías de Estado para saber si en país en el que, según la Fundación Abbé Pierre, hay 3,8 millones de personas que no disponen de una opción habitacional y hasta 12 millones sufren la crisis de la vivienda, esta cuestión social mayor contará con un lugar y un interlocutor identificables en el organigrama gubernamental.
Cerrando el parte de bajas, tampoco habrá un Ministerio que se encargue de la Función Pública, otro motivo de enfado para los representantes sindicales de los 5,6 millones de empleados que prestan sus servicio en las instituciones francesas.