La fortuna de los cinco hombres más ricos se duplica en un mundo cada vez más desigual
Según un informe publicado por Oxfam, la riqueza de Elon Musk, Bernard Arnault, Jeff Bezos, Larry Ellison y Warren Buffet se ha duplicado mientras que casi 5.000 millones de personas se han empobrecido. Una enorme concentración de poder empresarial y monopolístico está exacerbando la desigualdad.
Desde el año 2020, la riqueza conjunta de los cinco hombres más ricos del mundo se ha duplicado. Durante el mismo período, la riqueza acumulada de cerca de 5000 millones de personas a nivel global se ha reducido. Esta es la principal conclusión a la que ha llegado la ONG Oxman Intermón en su informe ‘Desigualdad S.A’ publicado este lunes.
Jeff Bezos es uno de los hombres más ricos que figura en esa lista. Su fortuna, de 167.400 millones de dólares, ha aumentado en 32.700 millones desde el 2020. El magnate viajó al espacio por 5.500 millones de dólares, y agradeció a los trabajadores y trabajadoras de Amazon el haberlo hecho posible. En la empresa, los trabajadores sufren racismo, discriminación y explotación, y Bezos lleva años esforzándose por evitar la sindicalización.
El magnate Elon Musk, Bernard Arnault (empresario francés del sector de artículos de lujo), Larry Ellison (del sector del software) y Warren Buffet (inversor y especulador estadounidense) son los otros cuatro multimillonarios que completan la lista y cuya riqueza conjunta ha pasado de 405.000 millones de dólares a 869.000 millones –un aumento de 14 millones de dólares por hora, apunta Oxfam–. Si cada uno de ellos gastase un millón de dólares diarios, les llevaría 476 años agotar su riqueza conjunta.
De acuerdo con la ONG, la riqueza de los milmillonarios no ha hecho más que aumentar, en concreto en 3,3 billones de dólares (es decir, en un 34%) desde el inicio de esta década de crisis pandémica, inflación y conflictos bélicos cuyas consecuencias ha sufrido sobre todo la clase trabajadora.
En este sentido, el informe señala que la riqueza de aproximadamente 5.000 millones de personas ha experimentado una disminución, lo que implica que, al ritmo actual, se requerirían 229 años para eliminar la pobreza a nivel mundial.
Riqueza y poder empresarial
La riqueza está altamente concentrada en el hemisferio norte del planeta. A pesar de que solo el 21% de la población mundial reside en países del norte, estos territorios poseen el 69% de la riqueza privada y el 74% de la riqueza de los multimillonarios a nivel mundial.
Durante este periodo de crisis, las grandes empresas multinacionales también han sido grandes beneficiarias. Tanto para estas corporaciones como para los súper ricos, las últimas dos décadas han sido extraordinariamente rentables, con un aumento del 89% en los beneficios de las mayores empresas entre 2021 y 2022.
Datos actuales indican que el año 2023 está en camino de establecer nuevos récords como el más lucrativo hasta la fecha. Además, el 82% de estos beneficios van a parar a manos de los accionistas, que mayoritariamente se encuentran entre las personas más adineradas. «Los beneficios de las grandes empresas enriquecen directamente a sus accionistas, a costa de las y los trabajadores y de la inmensa mayoría de la población», señala el informe.
En su informe, Oxfam revela que el valor de mercado conjunto de las mega empresas es de 10,2 billones de dólares, más que el producto interior bruto (PIB) combinado de todos los países de África y América Latina.
Los recientes cálculos de Oxfam arrojan luz sobre la magnitud de los activos financieros globales que están en manos del 1% más rico. A partir de los datos proporcionados por Wealth X, se ha constatado que el 1% más rico posee el 43% del total de los activos financieros a nivel mundial. Desglosando por regiones, esta minoría controla el 48% de la riqueza financiera en Oriente Medio, el 50% en Asia y el 47% en Europa.
«Una nueva era del monopolio»
La concentración en los mercados se ha intensificado en todos los sectores. A nivel global, en las últimas dos décadas (1995-2015), 60 empresas farmacéuticas se han fusionado para formar 10 gigantes conocidos como el ‘Big Pharma’. Además, dos multinacionales poseen más del 40% del mercado mundial de semillas, y las grandes empresas tecnológicas, como Meta, Alphabet y Amazon, dominan el mercado de la publicidad online, representando tres cuartas partes del gasto global en este sector.
Según denuncia Oxfam, los monopolios incrementan el poder de las empresas y sus dueños en perjuicio del resto de la población. Incluso instituciones neoliberales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) coinciden en que la influencia de los monopolios está en aumento, contribuyendo así a la creciente desigualdad.
En las últimas décadas, los márgenes de beneficio promedio de las grandes empresas han experimentado un significativo aumento. «Desde 2021, su poder monopolístico en sectores altamente concentrados les ha permitido coordinarse implícitamente para elevar los precios y, como resultado, aumentar sus márgenes de beneficio, manifestándose en notables incrementos de precios en los sectores de energía, alimentación y farmacéutico», remarca la ONG.
Mil maneras de fomentar la desigualdad
Las empresas promueven la desigualdad de diversas maneras. Primero, mediante la reducción de salarios y la dirección de las ganancias hacia los más ricos, generando una brecha salarial significativa, especialmente para mujeres y personas racializadas. Además, las empresas han influido en políticas laborales perjudiciales, oponiéndose a aumentos salariales y minando derechos laborales.
Algunos datos de Oxfam al respecto son demoledores: «Únicamente el 0,4 % de las 1.600 empresas más grandes e influyentes del mundo se comprometen públicamente a pagar a sus trabajadores y trabajadoras un salario digno y a abogar por el pago de salarios dignos en sus cadenas de valor».
Asimismo, de acuerdo con el informe, las grandes empresas y sus propietarios ricos fomentan la desigualdad al evadir y eludir impuestos de manera sostenida y eficaz. La disminución de los tipos de impuestos sobre la renta empresarial, debido a la planificación fiscal agresiva y el uso de paraísos fiscales, contribuye al colapso fiscal, afectando la financiación para reducir la desigualdad y la pobreza.
Y no solo eso, sino que el poder empresarial presiona para privatizar servicios públicos esenciales como educación, agua y atención médica, lo que socava la capacidad de los gobiernos para proporcionar servicios universales y de alta calidad. La privatización, respaldada por firmas de capital privado, intensifica las desigualdades en servicios públicos, afectando especialmente a aquellos que no pueden costearlos.
Finalmente, el poder empresarial también está vinculado al colapso climático, ya que muchas corporaciones influyen en procesos que emiten gases de efecto invernadero. De hecho, el 1% más rico de la población mundial genera tantas emisiones de carbono como los dos tercios más pobres de la humanidad.
La negación del cambio climático y la oposición a la transición hacia fuentes de energía sostenibles, apunta Oxfam, benefician económicamente a las grandes empresas y contribuyen al sufrimiento y desigualdades, afectando a diferentes grupos sociales.
Qué hacer, según Oxfam
En la lucha contra la creciente desigualdad y el poder desmedido de las empresas, Oxfam propone, en primer lugar, fortalecer el papel del Estado, es decir, mejorar la capacidad del mismo para ofrecer bienes públicos y regular los mercados, algo que implica asegurar servicios cruciales como salud y educación, invertir en infraestructuras públicas y explorar alternativas estatales en sectores propensos al monopolio.
Además, la ONG propone regular el sector privado y abordar los monopolios y los abusos en propiedad intelectual. Para ello, es necesario empoderar a trabajadores y comunidades exigiendo salarios justos y compromisos sociales y ambientales. Asimismo, requiere imponer impuestos significativos a empresas y personas ricas, incluyendo gravámenes sobre riqueza y beneficios extraordinarios. Además, se propone liderar acuerdos internacionales para incrementar los impuestos a las personas más adineradas.
Igualmente, propone el fomento de una nueva generación de empresas centradas en el bien común, como cooperativas y empresas sociales. «Proporcionar respaldo financiero a empresas éticas y priorizar modelos de negocio justos se convierte en una tarea primordial. Prohibir dividendos y recompra de acciones para empresas que no cumplan con estándares éticos contribuirá, en cambio, a redefinir el papel del sector empresarial», sentencia.