«Pronto volveremos a la normalidad». Este es el mensaje que leyeron el pasado viernes miles de usuarios de Deliveroo en Londres. McDonald's, por su parte, mostró uno de sus restaurantes completamente desbordado por los pedidos sin entregar, y varios restaurantes ofrecieron hasta 50 libras en efectivo a trabajadores que hicieran entregas. ¿El motivo? Una masiva huelga de riders de Uber Eats, Deliveroo, Just Eat y Stuart Delivery, las grandes plataformas de reparto de comida a domicilio de Gran Bretaña.
La convocatoria de huelga fue iniciada por un grupo brasileño de repartidores que operan a través de una cuenta de Instagram llamada ‘DeliveryJobUK’, con el objetivo de luchar contra las largas jornadas laborales, los bajos salarios y las condiciones peligrosas. A medida que la noticia de la huelga, que en un principio iba a tener lugar en unas pocas zonas de Londres, se difundía por grupos de WhatsApp y redes sociales en diferentes idiomas, cada vez más grupos de repartidores se comprometían a unirse a la protesta.
De Londres a otras ciudades
De esta manera, alrededor de 3.000 riders de al menos 90 localidades londinenses se declararon en huelga entre las 17.00 y las 22.00 horas del viernes. Las protestas y los piquetes se expandieron a lugares como Brighton, Liverpool, Bath y Glasgow, generando alrededor de 540 informes de problemas relacionados con los servicios de entrega durante ese lapso. Además, las redes sociales se inundaron con numerosos vídeos que mostraban a conductores enfurecidos tocando el claxon y encendiendo las luces de sus motocicletas simultáneamente, en un llamado claro a un aumento salarial.
Another inspirational video of last nights food delivery strikes- this one in Brighton. Starting in the Brazilian community in South London, the decision to strike spread fast over the course of the week mobilising thousands of workers all over the UK by last night 淋 pic.twitter.com/shCpkXXkh1
— alex marshall (@alexjkmarshall) February 3, 2024
Shaf Hussain, un veterano rider londinense de Uber Eats y Deliveroo, señaló al medio Gig Economy Project que cree que «fue la huelga más impactante que ha habido en esta industria». «He estado en muchas huelgas antes, he visto pedidos apilándose en los estantes antes en restaurantes específicos, pero la diferencia con este es que no fueron uno o dos restaurantes, fueron montones», apuntó.
«Hace siete años, cuando me uní a Deliveroo, solía ganar entre diez y 17 libras por hora. Terminaba una entrega y rápidamente conseguía otra», explicó. Sin embargo, hoy en día, la tarifa base para una entrega en Deliveroo es de apenas 2,90 libras, y para Hussain la competencia por conseguir trabajo es «feroz» debido a la saturación de repartidores en las aplicaciones. «Esta situación beneficia a las empresas, ya que si uno de nosotros rechaza una oferta de trabajo, otro repartidor la aceptará. Pero para nosotros, los mensajeros, esto se traduce en una reducción significativa de nuestros ingresos», remarcó.
Pésimas condiciones y una polémica sentencia
«Esta manifestación es por las terribles condiciones de trabajo que se nos imponen», rezaba el comunicado de DeliveryJobUK. «El coste de la vida en todo el mundo aumenta sin cesar, pero, sorprendentemente, nuestro salario no deja de bajar. Las empresas de reparto de alimentos explotan a los trabajadores sin piedad. Llevamos cuatro largos años sin ningún tipo de ajuste salarial por la tarea que realizamos. Nos han quitado los incentivos; los ascensos son cosa del pasado... Los gastos de entrega a los clientes se disparan, mientras nuestra remuneración disminuye».
Efectivamente, se observa una tendencia a la baja en los salarios de los repartidores. Por ejemplo, hace seis años, la tarifa mínima de Deliveroo se situaba en cuatro libras, mientras que en la actualidad ha descendido a 3,15 libras o menos, dependiendo de la franquicia. Esta reducción salarial ha generado un aumento en las demandas de los trabajadores, siendo la principal de ellas un incremento salarial en todas las aplicaciones, estableciendo un mínimo de cinco libras, además de un suplemento adicional de dos libras por cada milla después de la primera.
Arriesgar sus vidas
Los manifestantes afirman que esto obliga a los conductores a arriesgar sus vidas burlando las leyes de conducción para hacer suficientes entregas lo suficientemente rápido como para salir adelante.
En el trasfondo, una polémica sentencia del Tribunal Supremo británico que dictaminó, al contrario que en el Estado español, que los conductores y los conductores de ciclomotores eran autónomos y no podían estar representados por un sindicato para negociar de manera colectiva sus condiciones laborales y salariales.
Se trató de la última decisión judicial dentro de una larga disputa que mantienen esos empleados con la compañía, y que surgió a raíz de que el Sindicato de Trabajadores Independientes del Reino Unido (IWGB) quisiera representar a ese colectivo en el norte de Londres para negociar con la dirección varios asuntos relacionados con sus sueldos, sus horas de trabajo y sus vacaciones.
El veredicto se interpretó como un logro destacado para Deliveroo en el conflicto entre los trabajadores de la «economía bajo demanda» y las corporaciones, mientras que representa un revés para aquellos empleados que carecen del respaldo sindical en las negociaciones colectivas.
Deliveroo, que anunció su salida del Estado español a raíz de la citada sentencia del Supremo, que reconoció la relación laboral entre este tipo de empresas y sus repartidores, fue una de las empresas que inició la contraofensiva ante la movilización del viernes. La corporación envió una carta a diferentes restaurantes alentando a llamar a la policía ante cualquier amenaza por parte de los trabajadores. El resto de empresas, como Uber Eats o Just Eat, propagaron mensajes insistiendo en que la mayoría de los trabajadores cobran bien y están contentos.
Pese a las sentencias y la presión de las grandes plataformas, los trabajadores en huelga no se rinden. Ya ha comenzado la organización de más huelgas; de hecho, este viernes está prevista otra movilización, al menos en el este de Londres. «Esperamos que solo sea el principio», sentencia Hussain.